Entrevista

Patrycia Centeno: “Se puede transmitir la figura de un líder firme sin necesidad de mostrar una actitud de macho alfa”

Patrycia Centeno (@politicaymoda) es periodista y experta en análisis de lenguaje no verbal. Ha trabajado como asesora de imagen gubernamental y corporativa, entre otras facetas, y es autora de diversos ensayos como Política y Moda: la imagen del poder; Espejo de Marx: ¿La izquierda no puede vestir bien?; y, más recientemente, de Poderío, donde explica la importancia de no apartar la femineidad de los rasgos del liderazgo.

¿En qué consiste la comunicación no verbal?

Va más allá de lo que suele pensarse. La gente entiende por lenguaje no verbal los gestos de la cara y de las manos, pero implica muchas otras cosas. La indumentaria es una parte importante, porque también comunicamos a los demás a partir de cómo nos presentamos ante ellos, cómo vamos vestidos. También el color de la ropa que utilizamos comunica una u otra cosa.   

En política suele ser más importante el cómo se dicen las cosas que las cosas que se dicen. Por esta razón se entiende la afinidad por determinados proyectos políticos o ideas.

Hace algún tiempo comparó los perfiles de Yolanda Díaz y Rocío Monasterio, entre otras políticas, y mencionó que el liderazgo de Monasterio era, en esencia, de corte masculino.

No solamente masculino. El liderazgo masculino no es necesariamente peor que el femenino. Hablamos de una masculinidad tóxica. Siempre se nos ha vendido a las mujeres la idea de que para que se nos respete tenemos que alejarnos de los rasgos que nos caracterizan, que tenemos que parecernos a los hombres si queremos ser líderes. Hay quien piensa que es revolucionario que existan cada vez más mujeres líderes, que lo es, pero lo más revolucionario es decir que podemos hacer las mismas cosas que los hombres, y que, además, podemos hacerlas de una forma diferente.

¿En qué se traduce esto?

Parece que el gesto amable y la sonrisa son una muestra de debilidad: un líder tiene que ser serio y duro. Al menos, según la lógica masculina tradicional. La realidad es que esto es un estereotipo, hay muchísimas formas de comunicar y de transmitir la figura de un líder firme, sin necesidad de caer en una actitud alfa. Un buen ejemplo es Julio Anguita, que, para la época en la que estuvo activo en política, siguió siendo un profesor que derrochaba sabiduría y por eso su figura era respetada incluso por sus adversarios políticos. 

Monasterio sólo era un ejemplo, pero la mayoría de mujeres de Vox parecen cortadas por el mismo patrón de masculinidad.

La extrema derecha, en general, intenta reproducir ese modelo porque por su nicho de votantes es lo que más les conviene. Dentro de unos años veremos, pero al final tienen que ir asimilando ciertos avances; de hecho, muchas veces acaban atribuyéndoselos a ellos mismos.

Como ha pasado con el matrimonio homosexual.

Es un ejemplo, pero sí. La izquierda trata de avanzar en determinadas direcciones, y cuando estos movimientos se asientan, la derecha acaba viéndose obligada a asimilarlos porque la sociedad ya lo ha hecho.

¿Es posible que Vox haya rebajado su tono en los últimos meses por el hartazgo del clima semibelicoso del discurso político por parte de la sociedad?

No creo que hayan rebajado el tono. Siguen vendiendo el mismo odio que antes. Ellos siguen, como han hecho Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil, el manual de Steve Bannon, que es quien asesora a todos estos partidos a lo largo del mundo. Esa actitud hooligan de Vox funciona a corto plazo porque acapara el descontento, pero si la prolongas demasiado puede ser peligrosa.

¿Se trata de simplificar los problemas o de apuntar hacia donde no es?

El problema es que la izquierda tiene más dificultad de base para combatir este discurso porque es muchísimo más sencillo vender odio que vender ilusión. La madurez política brilla por su ausencia.

Hablando de madurez política, menuda le cayó a Pedro Sánchez por el tema de la corbata. ¿Qué opina al respecto?

Para empezar, la corbata es una prenda que, si el nudo está bien hecho, obstruye la respiración y en esta época da mucho calor. Es una tontería monumental pedir que no se use una prenda que no es obligatoria, y más teniendo en cuenta que, a efectos prácticos, no sirve de nada para el problema climático. En Japón, en 2005, se propuso eliminar de la indumentaria el traje y se sustituyó por prendas de algodón, que son mucho más frescas. En cuanto a las críticas, viniendo de la parte que vienen, tampoco hay que tomarlas como ejemplo. Es una cuestión que no debería haber pasado de la mera anécdota.

La cuestión climática me ha traído a la mente a Greta Thunberg, ¿Activista sin quererlo o una figura creada por multinacionales?

Quiero pensar que su activismo tiene buena intención. No deja de ser una mujer joven y, por ello, es susceptible a que la infantilicen. ¿Puede haber intereses detrás de su figura? Probablemente, pero eso no resta, en mi opinión, valor a su trabajo en lo que a la concienciación se refiere. Hay mucha gente que la sigue y que tiene verdadera preocupación.

Lo comentaba porque recuerdo que hace algunos años fue a Nueva York en un barco solar pagado por un banco, y no veo a los bancos muy a favor de los movimientos ecologistas

Cierto, pero puede que haya personas dentro de esos círculos a los que sí les importe el cambio climático. Aunque lo hagan con la única intención de promocionarse. La gente de abajo necesita dinero para llevar a cabo sus proyectos, y el dinero lo suelen tener los de arriba.

¿Cree que tener un presidente atractivo nos ayuda de alguna forma en el ámbito de la diplomacia?

Pienso que Pedro Sánchez cumple con los cánones de belleza como para considerarlo un hombre guapo, pero es más importante ser atractivo que ser guapo. En cuanto a si nos ayuda a nivel diplomático: no creo que sea fundamental, aunque sí que puede tener sus ventajas.

¿Y su tándem presidente – vicepresidenta con Yolanda Díaz?

Esta legislatura está sirviendo para que los partidos sepan que deben entenderse. En Europa hay gobiernos de mayoría absoluta con ministros de otros partidos, y esa debería ser la tónica habitual. Yolanda Díaz encarna muy bien la figura conciliadora que tanta falta hacía, entre otras cosas porque representa una forma de liderazgo a la que no estamos tan acostumbrados en este país.