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Fran Hervías, el señor Lobo de Rivera, nueve meses al servicio del PP

Carmen Moraga

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El 13 de marzo, hace ahora nueve meses, Fran Hervías se daba de baja como militante de Ciudadanos, en donde había ostentado con mano férrea la secretaría de Organización junto a Albert Rivera, y dejaba su acta de Senador. Lo anunció en Twitter con una carta de despedida. En ella acusaba a la nueva dirección encabezada por Inés Arrimadas de haber “abandonado los valores y principios liberales para convertirse en una muleta más del sanchismo”. Además, rescatando el viejo eslogan de Rivera, aseguró que “España está gobernada por una banda que quiere aniquilar el marco constitucional”, y los dirigentes de Ciudadanos, dijo, “no luchamos ni nos sacrificamos tanto para convertirnos en uno más de esa banda”.

Al día siguiente desveló en el diario El Mundo que se marchaba al PP. Su fuga supuso todo un mazazo para Arrimadas, que acacaba de estrenarse en el cargo y había contemplado con desolación la desbandada de compañeros de la anterior Ejecutiva que abandonaban la formación tras la dimisión de Rivera por el descalabro cosechado en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019, en las que pasaron de 57 a 10 diputados. El propio Hervías había sido uno de esos dirigentes, anunciando su retirada con otra sentida carta de despedida, que luego se comprobó que no era un adiós definitivo, ya que se mantuvo en la sala de mandos de Ciudadanos durante la transición de poderes, formando parte de la gestora.

La nueva líder, consciente del poder que había ostentado y el profundo conocimiento que tenía de las 'tripas' del partido, quiso retenerle incluyéndole en el Consejo General -máximo órgano del partido entre Asambleas- y forzando además a que fuera designado senador por el Parlamento de Andalucía en sustitución de Fran Carrillo, diputado autonómico y uno de los hombres de confianza en aquella región del propio exsecretario de Organización.

La decisión no gustó a Juan Marín, con el que Hervías siempre ha mantenido una escabrosa relación que nunca han ocultado, como ahora se ha hecho patente. De hecho, el vicepresidente de la Junta no tuvo pelos en la lengua para acusarle de ser “la mano negra” que está detrás de la filtración del audio de su intervención ante su grupo parlamentario, en la que calificó de “estúpido” la aprobación de un Presupuesto con recortes en pleno año electoral.

El nombre de Fran Carrillo, al que Marín destituyó como portavoz adjunto del Parlamento el pasado verano, volvió a salir de nuevo a la palestra después de las maniobras realizadas desde la cúpula autonómica para evitar que pudiera presentarse contra Marín en las primarias exprés que acaba de celebrar el partido en Andalucía para elegir candidato a la presidencia de la Junta, justo en pleno debate sobre una posible alianza electoral con el PP. La disculpa fue que el diputado no estaba al corriente de pago de sus aportaciones mensuales como cargo público, un contratiempo que subsanó entre protestas y acusaciones de “fraude”, “mafia” y “estalinismo” a su partido. Pese a todo, Marín ha salido victorioso de ese trance frente a sus otros ocho rivales, en su mayoría de poco peso.

Nueve meses que han dado mucho de sí

Al margen de estos recientes episodios, lo cierto es que a lo largo de estos nueve meses las maniobras del antiguo número tres de Rivera para poner en marcha la 'operación derribo' de Ciudadanos han sido numerosas, dando pie a que sus antiguos compañeros hayan explotado contra él. Todo ello mientras prácticamente todas las encuestas apuntan a un próximo y casi seguro descalabro electoral de la formación, que desde la Convención Política que celebraron este verano se proclama “liberal” en un intento casi a la desesperada de relanzar la marca para que no desaparezca.

Lo cierto es que a estas alturas nadie duda de que Hervías es el que capitanea esa operación para fagocitar a su antiguo partido desde su nuevo despacho de la calle Génova -sede del PP-, donde trabaja a las órdenes de su amigo y secretario general del PP, Teodoro García Egea, dentro del equipo de Organización que lidera Ana Beltrán.

Según aseguran en la dirección de Ciudadanos, Hervías llevaba varios meses fraguando su salto al partido de Casado. Un punto de inflexión para que materializara su fuga supuso que Arrimadas decidiera quitar a la exportavoz en el Senado, Lorena Roldán, como candidata a la Generalitat para colocar en su lugar a Carlos Carrizosa. Roldán se fue al PP, una decisión que según afirman quienes más le han tratado, el exdirigente de Ciudadanos conocía de antemano. El fracaso en esas elecciones fue otro varapalo para Arrimadas, dado que era su feudo.

Tres días antes de la marcha de Hervías fracasaba en Murcia la moción de censura que Ciudadanos, socio en aquel momento del gobierno del PP, impulsó con el PSOE contra el popular Fernando López Miras. La “traición” perpetrada por tres de los diputados del partido de Arrimadas, que se echaron atrás aceptando entrar en el equipo de López Miras, fue atribuida después al exsecretario de Organización por la entonces coordinadora autonómica de Ciudadanos en Murcia, Ana Martínez Vidal.

El exnúmero tres de Rivera lo negó tajantemente. Pero en Ciudadanos nadie le creyó después de ver publicadas diversas fotos de él sentado con otro de los dirigentes que poco después darían también la espantada marchándose al grupo mixto: el senador de Ciudadanos por la Comunitat Valenciana Emilio Argüeso, antiguo delegado territorial del partido en la Región de Murcia y mano derecha de Hervías, y la exdiputada por Alicante Marta Martín, que abandonó su escaño desencantada de todo. Según publicó elDiario.es de la Región de Murcia, se comprueba cómo Argüeso propuso, en un mensaje de WhatsApp a una de las tránsfugas que hizo fracasar la moción de censura, Valle Miguélez, interceder para que dirigiera la Consejería de Empresa, Industria y Portavocía que luego ocupó. El periódico El Español había abundado en la noticia con numerosas pruebas sobre el papel de Argüeso y el exsecretario de Organización en dicha operación.

Hervías: “Voy a ayudar a que vengan al PP”

En aquella entrevista con El Mundo Hervías ya dejó bien claro cuáles eran sus planes, asegurando que se iba para “ayudar a que vengan [al PP] a los que quieran sumar. Todos serán bienvenidos y tendrán en mí una mano tendida”, decía, mientras confesaba: “Nunca pensé que Inés iba a entregar Ciudadanos a Sánchez”.

Las espantadas continuaron. Una de las más sonadas, la del excoordinador valenciano Toni Cantó, que se fue de Ciudadanos pidiendo una coalicion con el PP tras intentar colocarse en la lista electoral de Isabel Díaz Ayuso. No lo consiguió al no estar empadronado en Madrid pero, al final, la presidenta regional le nombró director de la Oficina del Español, un nuevo organismo creado ad hoc para él. En Madrid han sido varios los exdiputados de Ciudadanos que han dado la espalda a Arrimadas, algunos para recalar también en las filas populares, como Marta Marbán.

El alargado brazo de Hervías ha seguido extendiendo sus tentáculos por otras autonomías, muchas de ellas con sus propias crisis internas, como Asturias, donde hace poco se le acusó de estar fraguando el desembarco en el PP de varios cargos del partido.

O en el País Vasco, donde la coalición que formaron con los de Casado ha terminado saltando por los aires tras la fuga a este partido de uno de los dos diputados que logró Ciudadanos en el parlamento autonómico, Luis Gordillo.

La ultima bomba nuclear caía sobre Castilla y León, donde el presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, destituía a Francisco Igea y a todos los consejeros de Ciudadanos y anunciaba elecciones para el 13 de febrero. El motivo esgrimido: que sus hasta entonces 'socios' estaban preparando una moción de censura contra el propio Gobierno en connivencia con el PSOE. Las miradas de algunos dirigentes de Ciudadanos se han vuelto de nuevo hacia Hervías al que ven detrás de cualquier maniobra de acoso y derribo contra su partido.

Que el exsecretario de Organización va a seguir en los próximos meses hurgando en la herida para culminar esa posible absorción de Ciudadanos por el PP nadie lo duda en su antigua formación. Incluso los que fueron o se consideraron sus “amigos”. Uno de los actuales dirigentes, miembro del 'núcleo duro' de Arrimadas, lamenta la “traición” y “el gran daño” que le ha hecho Hervías al partido, aunque no comparte la opinión de quienes piensan que detrás está también el mismísimo Albert Rivera. “Albert no está en eso, puedo asegurarlo sin equivocarme”, repite una y otra vez este dirigente fiel a la líder. Preguntada sobre lo mismo una y otra vez, Inés Arrimadas no es tan tajante. “Quiero pensar que no”, dijo en alguna ocasión. Mientras tanto el fundador de Ciudadanos sigue con su máster de liderazgo político en el Instituto Cardenal Cisneros, vinculado a la Complutense y al PP de Madrid. Sin decir ni una palabra de quien fue su secretario de Organización. Ni de lo que está haciendo con su antiguo partido.