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Manual de instrucciones para la moción de censura más extravagante de la historia

La moción de censura que arrancará el martes en el Congreso será la sexta de la democracia, pero tendrá mucho de inédito. Por primera vez, el candidato a la presidencia del Gobierno no será miembro de ningún partido ni participante de la política activa. Y tampoco hablará desde la tribuna de oradores. El contenido íntegro de su intervención, además, no cogerá a nadie por sorpresa tras revelarlo en exclusiva este periódico. 

Limitado por problemas de movilidad, el candidato Ramón Tamames llegará el martes por la mañana a la Cámara Baja y será asistido para entrar al hemiciclo. Lo previsto es que ocupe un asiento junto al escaño del líder de Vox, Santiago Abascal, en segunda fila y justo encima de la bancada azul del Gobierno. Por esos problemas de movilidad la formación de ultraderecha llegó a solicitar formalmente a la Presidencia del Congreso que, durante la tramitación de la moción de censura, “se ofrezca al señor Tamames Gómez un asiento que no comprometa su movilidad, así como que los acuerdos que se adopten por la Mesa en relación con el debate tengan en cuenta esta circunstancia”.

La presidenta, Meritxell Batet, atendió a la solicitud y ofreció al candidato Tamames diferentes opciones dada la imposibilidad de acceder a la tribuna de oradores. Se planteó, por ejemplo, la posibilidad de una doble ubicación en el centro del hemiciclo: una mesa y una silla justo debajo de la tribuna para poder mirar de frente al conjunto de la Cámara durante su alocución, y otro asiento justo enfrente, cercano al lugar en el que normalmente se sitúa en los plenos el diputado Pablo Echenique, para escuchar las intervenciones del conjunto de portavoces. 

Tras la última conversación de Batet con Tamames el pasado jueves, Vox rechazó ambas opciones y planteó tener a su candidato sentado junto a los diputados de la formación de extrema derecha, facilitando así el intercambio de pareceres o de indicaciones tras las intervenciones que se produzcan durante el debate. Lo previsto, por tanto, y salvo indicación de última hora de los de Santiago Abascal, es que el candidato pronuncie su discurso sentado en la bancada de Vox. 

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz intervendrán por parte del Gobierno

Pero no será Tamames el primero en intervenir. Tal y como indica el reglamento, el debate comenzará con las palabras de uno de los diputados firmantes para la defensa de la moción de censura. En este caso será el líder de Vox, Santiago Abascal. Lo habitual es que tras esa primera intervención de un diputado del grupo proponente tome la palabra el candidato presentado a la moción. Pero esta vez todo apunta a que será diferente. 

El reglamento también especifica que cualquier miembro del Gobierno puede intervenir en el desarrollo del debate cuando lo solicite y la previsión es que sea el presidente, Pedro Sánchez, quien tome la palabra tras Abascal para confrontar directamente contra la extrema derecha y exponer “las diferencias de dos modelos de país” con un discurso político y de balance de gestión repleto también de referencias al PP de Alberto Núñez Feijóo. 

Desde el Gobierno confirman que los planes son que, además del presidente, durante el debate intervenga la vicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos en la coalición, Yolanda Díaz, como también hizo en su día Pablo Iglesias en la anterior moción de censura presentada por Vox. Lo más probable es que la también ministra de Trabajo participe directamente de la réplica al candidato Tamames, cuya intervención tendría lugar justo después del primer cara a cara de Sánchez con Abascal.

Tal y como adelantó en exclusiva elDiario.es y confirmó el candidato, su discurso consta de 33 páginas: 30 capítulos y un folio para las conclusiones en los que aborda desde la política exterior y la relación con Marruecos, hasta el “deterioro y recomposición de la sanidad”, el agua “como elemento cada vez más conflictivo y decisivo”, “el Ministerio de Consumo en la senda del racionamiento” o “la Constitución pocas veces reformada”. 

No incluirá referencias explícitas a algunos de los aspectos más repetidos por Vox: no habla del aborto, ni se mete a plantear la posibilidad de ilegalizar a los partidos nacionalistas, pese a que Tamames coincide con Abascal en que estos quieren “romper España”. Y no cuestiona el Estado de las autonomías.

El texto huye del lenguaje agresivo de los dirigentes ultraderechistas para refugiarse en una prosa más académica que no resta gravedad al momento actual que según Tamames y Vox vive el país. El economista se refiere a la situación de España “que se asemeja más a una moderna autocracia absorbente”, critica que dentro del propio Gobierno “prevalezca con frecuencia la demagogia y el populismo”, al tiempo que lamenta que “desde el banco azul” se niegue a formaciones como Vox, “que representan a millones de españoles, el carácter democrático”.

La previsión es que, en cuanto finalice la alocución de Tamames, vuelva a intervenir el presidente del Gobierno y, a continuación, Yolanda Díaz. Luego la presidenta de la Cámara interrumpirá la sesión por un tiempo determinado para que se reanude con la participación de los representantes de los grupos parlamentarios en orden de menor a mayor y por turnos de 30 minutos en primera intervención y de diez minutos en la réplica. Y ahí Tamames podrá elegir responder a cada uno de los diputados que tomen la palabra por separado o de forma conjunta al finalizar. 

Esas intervenciones han de llevar la sesión hasta el miércoles, día de la votación. En las mociones de censura lo establecido es que esa votación sea pública por llamamiento. Uno de los secretarios de la Cámara nombra a los diputados por orden alfabético del primer apellido, comenzando por el diputado cuyo nombre haya salido previamente por sorteo. El Gobierno y la Mesa votan siempre al final. Desde sus escaños, los diputados responden “sí”, “no” o “abstención”. 

El reglamento también incluye indicaciones para la hipótesis de que Ramón Tamames consiguiera la confianza de 176 diputados. Entonces, el Gobierno de Pedro Sánchez presentaría su dimisión al rey, que automáticamente nombraría presidente al candidato de Vox. Pero todo acabará antes, con un escuálido respaldo del conjunto de la Cámara circunscrito apenas a los 52 diputados de la ultraderecha hacia la moción de censura más extravagante de la democracia.