Pablo Casado recupera con la crisis de Ucrania la versión más belicista del PP

Aitor Riveiro

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Pablo Casado ha visto en la crisis de Ucrania una posibilidad de diferenciarse, a la vez, del Gobierno de coalición y de Vox, así como de intentar blanquear uno de los episodios que más daño hicieron al PP: la Guerra de Irak de 2003. El presidente del PP se ha erigido en uno de los halcones europeos ante la escalada bélica en la frontera rusa y se ha alineado además con el fervor a favor de la OTAN de la Faes de José María Aznar: Casado ha llegado a reclamar, con la excusa de la actual situación en el este de Europa, que la organización militar se amplíe a Latinoamérica.

El PP dio su respaldo al Gobierno tras el anuncio de la ministra de Defensa, Margarita Robles, de que España adelantaría el envío de tropas a unas maniobras de la OTAN que se iban a celebrar en el Mar Negro. Un despliegue previsto desde diciembre, pero que se anticipó por petición de la organización militar ante el aumento de las tropas rusas en la frontera con Ucrania.

Casado se enfundó el traje de hombre de Estado por primera vez en toda la legislatura ante la escalada bélica. Hasta ahora no lo había utilizado durante las negociaciones con la UE para los fondos de reconstrucción, por ejemplo. Ni durante la mayor parte de la pandemia. A diferencia de lo hecho por la oposición en otros países el PP ha utilizado sistemáticamente la lucha contra el coronavirus para intentar laminar al Ejecutivo de coalición. El último ejemplo es de esta misma semana: votarán en contra de la convalidación del decreto ley que recuperaba la obligatoriedad del uso de las mascarillas en el exterior, pese a que fue una medida reclamada por la mayoría de sus barones autonómicos.

Pero en el despliegue militar ante Rusia, Casado dijo apoyar cualquier decisión que tomara Pedro Sánchez. Eso sí, el líder de la oposición no se ahorró las críticas por no haber sido informado previamente del movimiento. Desde que arreció el conflicto ha reclamado insistentemente que Sánchez comparezca en el Congreso, pese a que este mismo martes lo hizo a petición propia el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. De hecho, fue él mismo quien telefoneó al presidente este miércoles ante la ausencia de comunicación personal desde el Ejecutivo.

“Le ha reiterado todo el apoyo del PP para ejercer sus obligaciones en el marco de la OTAN”, apuntan fuentes próximas a Pablo Casado que le dijo al presidente. Una forma de reivindicar que el Gobierno ponga a España en la vanguardia de los países más belicistas y alineados con EEUU y que contrasta con la apuesta por la negociación planteadas por los dos grandes países de la UE, Alemania y Francia.

El propio Ejecutivo español ha bajado el pistón tras las primeras declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles. El anuncio del envío anticipado de tropas al Mar Negro provocó una importante crisis en el seno del Gobierno de coalición. La ministra de Igualdad, Irene Montero, aseguró que “España es el país del 'No a la guerra”, y otros dirigentes del espacio de Unidas Podemos apostaron por reducir la presión bélica, agotar las vías diplomáticas y tratar de que la Unión Europea actúe en su propio interés y con su propia voz en lugar de hacer, en su opinión, un seguidismo de la OTAN y de EEUU. Unos días después, la propia Robles reclamó “desdramatizar” la crisis y apostó por la vía diplomática, lo que le valió un reproche del ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez.

Pero las primeras declaraciones de Robles, más agresivas, recibieron también el respaldo del PP. “Están insultando a la OTAN y a ministras socialistas, como ha hecho Pablo Iglesias, por defender lo que quiere hacer la Alianza Atlántica en Ucrania”, dijo el pasado viernes.

Paradójicamente, en la misma declaración sostuvo que “los del 'No a la guerra' están callados”. Una crítica al movimiento contra la invasión de Irak de 2003. Casado comparó el pasado viernes aquella operación militar, que se hizo al margen de la ONU y de la propia OTAN, con el conflicto en Ucrania. Y dijo que el PP no iba a copiar la estrategia de quienes entonces se opusieron a la guerra.

Casado se alineó además con las posiciones maximalistas de los think tanks de la derecha más dura, que no solo exigen una ampliación de la OTAN a todos los países que tengan frontera con Rusia, sino incluir en la alianza al mayor número de países de Latinoamérica. El presidente del PP ya lanzó esta idea durante un viaje que celebró por el Cono Sur, pero la idea original la ha planteado José María Aznar y sus fundaciones, tanto la española Faes como la estadounidense Atlantic Council.

En un análisis publicado el pasado 10 de enero, Faes arremetió contra la UE: “El desdén del Kremlin hacia la Unión Europea es obvio, y la ausencia de esta y de su Alto Representante Josep Borrell en las conversaciones es muy llamativa y refleja, una vez más, que la UE no es un actor estratégico”. La tesis de los halcones de la alianza entre Europa y EEUU pasa por subordinar la estrategia continental a los intereses americanos y con el paraguas militar de la OTAN.

Esto quedó más en evidencia en otro análisis de Faes, del 24 de enero, titulado “Occidente y Rusia: ¿una nueva Guerra Fría?”. En él, se retrotraen a la Rusia zarista para trazar una continuidad hasta nuestros días en las ansias expansionistas del país que hoy preside Vladimir Putin. “Por mucho que Vladimir Putin parezca no tener una ideología clara, él mismo es un producto de un comunismo que ha mantenido la idea marxista de que la guerra no termina con acuerdos formales, sino con el triunfo de la revolución y la instauración universal de una sociedad sin clases”, asegura el documento.

El texto sigue: “A pesar de que el revisionismo ruso está fortaleciendo la relación transatlántica, es evidente que la falta de una estrategia y de una visión común (...) así como la dependencia energética (...) son los principales factores de la vulnerabilidad europea con los que cuenta el Kremlin para alcanzar sus objetivos. El debate sobre Ucrania ha puesto sobre la mesa otra cuestión, la de la defensa europea, y ha demostrado que la llamada 'autonomía estratégica europea' solo es posible dentro del paraguas de la OTAN y la relación transatlántica”.

Según Faes, Rusia podría llegar a desplegar “misiles nucleares en Bielorrusia o Kaliningrado u otras regiones del mundo (quizás en la propia América Latina)”. Y concluye: “La presente crisis podría ser su última oportunidad para desmontar la estrategia de Moscú”.

Pero el PP no solo arremete contra el Gobierno de coalición, pese a decir que se sitúa a su lado, sino que ha aprovechado la posición ambigua de Vox para arremeter contra el partido que le está comiendo el terreno por su derecha. “No he escuchado a Vox qué opina. En muchas ocasiones se ha manifestado a favor del régimen de Vladimir Putin”, dijo Casado en una entrevista en la Cope.

El número dos del partido, Teodoro García Egea, se ha expresado en términos muy similares. Son “prorrusos”, dijo en un desayuno informativo. Hay que ser pro Unión Europa, que es lo que somos nosotros. Y otros partidos, no sé lo que son“, añadió.

También el portavoz nacional del PP, José Luis Martínez Almeida, pidió que el partido ultra deje de lado “la ambivalencia y la ambigüedad”, además de recordar que Vox se ha posicionado de forma habitual contra la UE. La respuesta del partido de Santiago Abascal llegó en forma de reproche al acuerdo que el PP firmó, cuando María Dolores de Cospedal era secretaria general, con el Partido Comunista Chino. Un enfrentamiento que se ha desatado a las puertas de la campaña electoral de Castilla y León.