La pretensión de liderar la oposición a Pedro Sánchez recrudece la lucha entre Ciudadanos y el PP

La estrategia de Albert Rivera de intentar mantener a Rajoy en el poder, a pesar de la corrupción que invade al PP, mientras aprovechaba ese desgaste para seguir subiendo en las encuestas hasta las próximas elecciones autonómicas, municipales y, después, generales, ha terminado volviéndose en contra del líder de Ciudadanos.

La victoria de Pedro Sánchez en la moción de censura, con el apoyo mayoritario del Congreso, ha devuelto a Ciudadanos a una dura realidad: el hecho de ser la cuarta fuerza política y, encima, saber que no cuenta con la simpatía de ninguno de los principales grupos parlamentarios de la Cámara.

Rivera sabe que a partir de ahora tiene que “reinventarse” dado que se encuentra en tierra de nadie, recibiendo críticas tanto del PP como del PSOE, partidos que, con distintos argumentos, le acusan de ser el culpable de la situación actual.

El PP, por haber maniobrado para “desestabilizar” al Gobierno de Rajoy de manera “desleal”. Y el PSOE, por haber sido “cómplice” de los populares solo por “interés partidista” con el único fin de “seguir subiendo en las encuestas”.

El viernes, después del debate de la moción de censura y del triunfo de Sánchez, los de Rivera constataron con preocupación que la legislatura, lejos de estar “liquidada”, como vaticinaron tras la sentencia de la Gürtel, tiene aún recorrido. Las caras de los dirigentes naranjas evidenciaron la derrota de sus premoniciones.

Pero caer en el derrotismo no entra en los planes de Rivera pese a saber que el PP, con o sin Rajoy, está dispuesto a ejercer a partir de ahora como principal partido de la oposición al nuevo gobierno de Pedro Sánchez para frenarles también a ellos los pies.

Y en el partido naranja están dispuestos a conjurar esa nueva circunstancia con el fin de seguir manteniéndose en cabeza en las encuestas.

Ausencia de autocrítica en Ciudadanos

Para analizar el nuevo panorama, este lunes Rivera reunía en la sede de Ciudadanos a su 'núcleo duro'. Lejos de hacer autocrítica, la formación se mostró convencida de que su estrategia ha sido la acertada: por un lado, intentar con el PSOE que prosperara una moción “instrumental” liderada por un independiente con el fin de convocar unas elecciones de inmediato en las que “hablaran los españoles”. Y, por otro lado, exigir la dimisión a Mariano Rajoy y pactar una fecha electoral con el fin de 'salvar' al PP. Algo similar a lo que hicieron en Murcia y en Madrid. Pero la jugada esta vez les ha salido mal y Rivera ha sido objeto del 'pim, pam, pum' de casi todos los partidos de la Cámara.

Rivera se va a centrar a partir de ahora en hacer una “oposición firme” a Sánchez con el fin de demostrar ante su potencial electorado que el proyecto “liberal” y “de centro” –rechazan hablar del concepto “derecha”– es el que mejor representa a España y “une a todos los españoles”.

La idea es insistir en que va a ser difícil llegar a acuerdos con Sánchez dado que “se ha radicalizado” y “podemizado” con un Gobierno apoyado en “populistas” e “independentistas”, lo que supone un peligro para “la convivencia democrática” y “la unidad de España”.

Algo, que a juicio de Ciudadanos, tampoco han sabido defender “como es debido” en Catalunya ni Rajoy ni el PP. Por tanto, ese volverá a ser el eje principal de Rivera para poner a prueba “la lealtad de Sánchez” a la Constitución. De momento, ya le han pedido que aplique de nuevo el artículo 155 para evitar que los “separatistas” den “un nuevo golpe de Estado”. En lo demás tampoco se lo van a poner fácil.

En el partido naranja reconocen que desde que Rivera felicitó el pasado viernes a Sánchez por haber logrado ser designado presidente del Gobierno ambos no han hablado ni por teléfono ni por ningún otro canal. Ahora esperan a que el nuevo presidente mueva ficha y comience una ronda de contactos con todos los líderes políticos.

Pese a todo, los de Rivera centrará la lucha más cruenta en el PP y en su labor de oposición. Ambos partidos ya han dejado patente su rivalidad intercambiándose en las redes duros reproches. En el PP culpan a Rivera de haber sido el artífice de que el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, haya sido investido presidente del Gobierno. “Gracias Albert por este Gobierno Frankenstein”, le han dicho. Mientras en el partido naranja les siguen reprochando a los populares que el fin de todo haya sido la corrupción.

Ahora ambos partidos han dejado ser socios de legislatura y se sienten mucho más libres para atacarse mutuamente. De modo que la competencia en el Congreso por ver quien ejerce mejor el papel de partido de la oposición al nuevo Gobierno socialista va a centrar los meses que queden de legislatura. Un tiempo que a Albert Rivera se le va a hacer eterno.