Sánchez cambia el guion para salir del marco de la debacle del 28M y bloquear de paso el debate interno en el PSOE

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Giro inesperado. Mal menor. Cambio de guion. Movimiento desesperado… Llámenlo como quieran, pero la decisión de  Pedro Sánchez de convocar elecciones anticipadas el próximo 23 de julio, para sorpresa de propios y extraños, tiene como objetivo sacar al PSOE, y también a la opinión pública, del marco de la debacle y bloquear de paso el debate interno en su propia organización. “Lo contrario hubiera desangrado desde hoy mismo al socialismo”, defiende un socialista ya retirado de dilatada experiencia orgánica. 

La finta está en los mejores capítulos del Ala Oeste de la Casa Blanca y también en No pienses en un elefante, de George Lakoff, el mejor manual escrito sobre la construcción de encuadres políticos. Cambiar el marco significa también cambiar la forma en que la gente tiene que ver el mundo, en este caso los catastróficos resultados de la izquierda en las elecciones locales y regionales. Y lo que Sánchez pretende es que esa izquierda social, rezagada o decepcionada, se fije no tanto en la estrepitosa derrota sino en el avance de una ultraderecha que con la marca Vox ha triplicado el número de concejales, ha irrumpido con fuerza en los parlamentos autonómicos y se ha convertido en actor decisivo para la gobernabilidad en alcaldías y gobiernos regionales. La Moncloa quiere que el electorado “tome conciencia de lo que está en juego: o quedarse en casa mirando o que una derecha envalentonada tras el inapelable éxito del 28M acabe con una mayoría absoluta de PP y Vox en el Gobierno de España”.

Su comparecencia ante la escalinata de la Moncloa no daba lugar a equívocos: “He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Muchos presidentes y alcaldes socialistas con gestiones impecables se van a ver desplazados, incluso a pesar de ver aumentado su apoyo. Esas instituciones pasarán a ser gobernadas por el PP y Vox. El sentido del voto traslada un mensaje que va más allá. Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato a la voluntad popular. El Gobierno ya ha sacado adelante las grandes reformas comprometidas. Nuestro país se dispone a desempeñar una responsabilidad muy importante como es la presidencia de turno del Consejo de la UE. Todo esto aconseja una clarificación de los españoles sobre quién debe liderar esta fase. Y sólo  hay un método infalible: la democracia. Lo mejor es que los españoles tomen la palabra para definir sin demora el rumbo político del país”.

La gestión no movilizó al electorado

Hasta los socialistas que no estaban al tanto del giro inesperado admiten que en las palabras de Sánchez, “que al menos asumió la responsabilidad en primera persona”, están todas las claves. Cuestión distinta es que todos la compartan porque hay dos derivadas en la fecha elegida para la convocatoria que pueden no resultar del todo favorables a los intereses de la izquierda. La primera, que pilla en pleno periodo estival y con media España de vacaciones. La segunda, que la depresión profunda en la que entraron desde el mismo domingo por la noche la militancia y los cargos orgánicos pueda animar a la movilización que busca el presidente. Habría además otras: que la alerta antifascista no sirvió en otras ocasiones y que algunos medios de comunicación han conseguido blanquear al neofranquismo con éxito ante la opinión pública.

En el entorno del presidente reconocen que la gestión y las políticas sociales “no han servido para movilizar a la izquierda en estas elecciones”, si bien entienden que aguardar hasta diciembre para celebrarlas hubiera sido una “agonía diaria”, con o sin Podemos dentro del Gobierno. Esto lo entienden hasta los más críticos –que ya empiezan a proliferar como las setas– del PSOE, donde todas las miradas están puestas sobre el presidente, sus socios de coalición y los aliados parlamentarios. En los diferentes territorios convergen además en que con este último movimiento, con el que Sánchez pretende alargar su leyenda de ave fénix para renacer otra vez de sus cenizas, bloquea el debate interno y la posibilidad de que los socialistas vivan otro 1-O como el de aquel Comité Federal en el que se abrieron en canal en directo para todas las televisiones y Sánchez tuvo que dimitir, empujado por todos los tótems y el poder territorial del socialismo.

Un debate ideológico en el PSOE

Si en julio el PSOE sale del Gobierno y se confirma el pronóstico del PP del cambio de ciclo, los socialistas deberán afrontar una auténtica catarsis además del debate ideológico no resuelto desde hace siete años. Sus cónclaves desde que Sánchez tomó las riendas sólo han tenido como orden del día las odas al líder y un reparto sistemático del poder orgánico. Precisamente el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, fue el primero en descifrar en “clave interna” el movimiento de Sánchez. “Un cálculo interno ante posibles reacciones del PSOE”, dijo. 

“Ha hecho lo correcto. No debía soportar ni un día más de desgaste”, respondían desde el entorno del presidente, donde son conscientes de la afición del socialismo por las turbulencias internas cuando vienen mal dadas, pero rechazan que la decisión tenga que ver con las habituales convulsiones del socialismo ante derrotas de dimensiones desproporcionadas. Los mismos interlocutores confían en que Sumar, el espacio político de Yolanda Díaz, y Podemos cierren cuanto antes su coalición para las generales, se dejen de cacofonías y hagan un análisis detallado de los resultados en su espacio.

No parece que Díaz se haya puesto a ello de inmediato, ya que toda su interpretación –resumida en un tuit– ha sido decir que ha ganado “la España negra de Feijóo”. Y tampoco los morados, cuya secretaria general se ha limitado a pedir unidad y anunciar que trabaja para que “este espacio se presente unido y salgamos a ganar, a gobernar con más fuerza” como si no hubiera tenido ocasión de hacerlo antes y evitar la debacle.

Y mientras las izquierdas se desmoronan, las derechas celebran los resultados y calientan para la próxima campaña. Abascal mete prisa a Feijóo para negociar con el PP su entrada en los gobiernos y los de Génova podrían dar largas hasta después de las generales para no acusar el desgaste de una alianza global con la ultraderecha. Por eso, un pletórico líder del PP pidió ayer una “mayoría clara, incontestable y contundente” porque cinco años de “gobierno del PSOE con Podemos, Bildu y los independistas ya han sido suficientes”.  

Si la convocatoria electoral para las generales pilló con el pie cambiado a las derechas no lo proyectaron en sus comparecencias públicas. Es más, defendieron al unísono que es la única buena decisión que ha tomado Sánchez en estos años. Los cálculos de La Moncloa es que con una extrapolación de los datos de las municipales la suma de PP y VOX no llegará a los 176 escaños de la mayoría absoluta y que, sin más aliados a la vista, será complejo que formen gobierno. Claro que las proyecciones monclovitas las han hecho los mismos que ante las locales y autonómicas afirmaban que el PSOE conservaba todos los gobiernos que obtuvo en 2019. 

Más allá de lecturas erróneas, lo que es obvio es que a giros de guion no hay quien gane a Pedro Sánchez. Lo que está por determinar ahora es cómo saldrá de este último.