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El retraso en un diagnóstico de cáncer a una mujer de Sevilla en 2020 cuestiona la versión oficial en la crisis de los cribados

El pasado marzo, Yolanda Gálvez Sánchez, una vecina de Arahal (Sevilla) de 54 años, acudió a hacerse una mamografía de control en una unidad móvil (un remolque) de una clínica privada subcontratada por el Servicio Andaluz de Salud (SAS), que había aparcado en su pueblo. Para ella ya era una rutina.

Sin embargo, la respuesta habitual que le dieron –“si hay algo te llamaremos en diez o quince días”– esta vez no se cumplió, y cuando contactaron con ella habían pasado cinco meses desde la prueba, y el diagnóstico era un positivo de cáncer que había que confirmar con nuevas exploraciones. Ahora, con dos sesiones ya de quimioterapia y la sensación de haber perdido seis meses para iniciar su tratamiento, acusa a la Consejería de Sanidad de “tratar a las mujeres como animales, no como personas”.

El caso de Yolanda es anterior al estallido del escándalo de los cribados de cáncer de mama, que ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de Juan Manuel Moreno, precisamente por una cantidad de diagnósticos tardíos de mamografías que no fueron informados a las afectadas.

La crisis de los cribados, que provocó la dimisión de la consejera de Salud y media docena de altos cargos de su departamento, se perimetró en un solo hospital –el Virgen del Rocío–, donde la Junta contabilizó más del 90% de las mujeres afectadas, 2.317 según la cifra que ofreció la Junta. El Ejecutivo andaluz no ha aclarado aún el origen exacto del fallo ni los criterios para cuantificar el número total de afectadas –cuestionado por la asociación Amama, que destapó el caso– ni el periodo temporal que abarca la investigación interna (¿desde qué fecha ha empezado a revisar el SAS los resultados de las mamografías que no se informaron a las mujeres?)

Desde el estallido de la crisis hasta finales de noviembre, la Consejería de Sanidad ha telefoneado a las 2.317 mujeres seleccionadas para citarlas a una nueva mamografía de contraste, porque en la primera revisión se obtuvo un resultado dudoso o no concluyente del que no fueron informadas.

El caso de Yolanda abre un nuevo escenario que cuestiona ese perimetraje de la crisis de los cribados. A ella no le han telefoneado, no está dentro de las 2.317 mujeres afectadas por un diagnóstico dudoso: su mamografía detectó una lesión maligna, pero no se lo informaron hasta cinco meses después, cuando el cáncer ya se había desarrollado.

Cambio de tratamiento en 2020

Como avanzó El Pespunte, la historia de Yolanda se remonta a 2010. Fue en ese año cuando recibió el diagnóstico de “nódulos bilaterales en la mama izquierda”, que han ido cambiando de tamaño, pero sin suponer peligro, además de presentar numerosas áreas quísticas en su interior y quistes bilaterales. 

Yolanda guarda en una caja en su casa decenas de documentos. Los partes médicos del área de Ginecología del Hospital de Virgen de Valme tienen detallada su vida por etapas desde 2010 a 2020, con mamografías y ecografías siempre que iba a consulta. Pero en 2020 pasaron su caso a una clínica privada que realiza mamografías concertadas por el SAS en remolques móviles por Andalucía, y el SAS la dejó sin ecografías. En esa unidad móvil ha estado dos veces, la última vez el pasado marzo.

Para compensar la falta del doble tratamiento, acudió a una ginecóloga privada, a la que iba a ver una vez al año. Pero todo ha dado sin giro inesperado hace poco. Cuando le hicieron la mamografía en marzo la despidieron con el habitual “si vemos algo te avisaremos en diez o quince días”. Los días fueron pasando y nadie la avisó de nada, de modo que imaginó que todo iba bien, pensando ya en la visita de 2027, pero no fue así. A finales de agosto recibió una carta en la que se le indicaba “no solo que la prueba había dado positivo, sino que ya tenía cita para dos semanas después para comenzar a controlar el cáncer”.

La carta informaba a la afectada de que una doctora había revisado su mamografía el 16 de mayo anterior, dos meses después de hacerse la prueba, y le citaba a las 11.54 horas del 11 de septiembre siguiente para que estuviese en la consulta del hospital Virgen de Valme para realizarse una “Ecografía de Mama, Bilateral” y una “Mamografía Tomosíntesis Crancocaudal Derecha”.

La prueba de Yolanda no solo estuvo dos meses en el limbo hasta que una doctora la vio, sino que la cita “urgente” que pidió la médica le fue dada para el 11 de septiembre, cuatro meses después, y a la mujer no se lo comunicaron hasta dos semanas antes. 

Las pruebas confirmaron que Yolanda padece un cáncer de mama que le afecta a un pecho, del que no había tenido síntoma alguno, “y que podría tener mejor pronóstico” si la hubieran informado del diagnóstico sin retrasos: “si me dicen a principios de abril que tengo cáncer, habría ganado seis meses y no estaría pasando este calvario”, dice.

Dos sesiones de quimioterapia tras una peregrinación de pruebas

Señala además la afectada que no llegó a tener ninguna comunicación del fallo positivo, “solo la carta de finales de agosto con la cita médica”, y que, a día de hoy, ya ha recibido dos sesiones de quimioterapia previas a la operación de extirpación del tumor, que espera que se reduzca para que la intervención sea lo menos dañina posible.

Desde que la citaron ha tenido mamografías, ecografías, biopsia en mama y ganglios del brazo, TAC con contraste, PET–TAC –técnica de diagnóstico por imagen que combina una tomografía por emisión de positrones (PET)– y una tomografía axial computarizada (TAC) para obtener información metabólica y anatómica del cuerpo).

Este jueves, 4 de diciembre, tuvo su tercera sesión, y asegura que le están provocando “todas las consecuencias negativas que puedan tener”, de modo que espera que la operación ya programada sirva “para terminar esta tortura”.

“Que la Junta reflexione”

Yolanda trabajaba como asistente a domicilio, pero explica que ha tenido que dejar su trabajo y pide a la Junta de Andalucía que reflexione sobre que “están jugando con la vida de las mujeres” con estos errores en los cribados, y espera que su caso sirva para que los responsables de este retraso en su diagnóstico se den cuenta de que “no tratan con animales, sino con personas”.

Para no pelear sola, se ha puesto en contacto con la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama (Amama): “me han pedido toda la documentación y he firmado el uso de mis datos”, y pretende organizar una concentración en Arahal “porque sabe que, al menos, otras dos mujeres, vecinas de este pueblo, también han sido víctimas de este fallo en el cribado”. Su objetivo ahora es que se “conciencien en la necesidad de contarlo para que no vuelva a ocurrir”.

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