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Gaby Rojas y Emiliana Lima: dos rostros invisibles golpeados por la pandemia

Varias personas esperan en la fila para recoger alimentos proporcionados por la Asociación de vecinos de Aluche.

EFE

Barcelona —

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Gaby Rojas, con tres hijos a cargo, no ha visto aún un céntimo de la prestación por ERTE que debe percibir, mientras que a Emiliana Lima, con un niño a cuestas, le dijeron que no acudiera a las casas que suele limpiar y se ha quedado así sin ingresos y un alquiler -sin contrato- que hay que seguir pagando.

Ambas protagonistas de esta crónica, que han accedido a contar sus historias a EFE, son bolivianas residentes en Barcelona y dos de las víctimas “invisibles” de la emergencia de la COVID-19, según acertada definición de la Asociación Bienestar y Desarrollo.

“Llega un momento en el que ya te desesperas de no saber qué va a pasar con tu situación”, resume Rojas como epílogo a la conversación telefónica.

De 44 años, hace trece que vive en Cataluña y tiene dos hijos y una hija, de 21, 20 y 16 años. Trabajaba desde octubre del año pasado en el restaurante de un hotel de la ciudad, que se ha visto obligado a paralizar su actividad y a presentar un ERTE para su plantilla.

Pero la prestación del Estado no llega y Rojas no ha visto “ni un céntimo desde el 15 de marzo”, pues su expediente, le indican desde el ministerio, sigue “en tramitación”.

Ha podido negociar con su casera, que ha aceptado demorar los pagos de estos dos meses aunque no perdonarlos: una deuda que se sumará a otra contraída con un banco.

Solo queda, para completar la desgraciada situación, apuntar que el padre de sus hijos no está pudiendo pasarle la pensión mensual que suele enviar, dado que él también se encuentra en serios apuros económicos.

Es el turno de Lima, que trabaja limpiando casas por diez euros la hora, sin contrato, y que estos dos meses se ha quedado sin ningún tipo de ingreso.

Los propietarios de las tres viviendas a las que suele ir le han dicho que no es necesario que acuda a sus hogares a limpiar, que visto que no pueden salir de casa ya se encargan ellos de quitar el polvo.

Pero eso hay que explicarlo a la dueña del piso alquilado por Lima, por el que paga 700 euros mensuales si bien no tiene un contrato formal, de manera que tampoco puede acogerse a ninguna prestación gubernamental ni aplazar los pagos.

Vive con su hijo de tres años y otra mujer, que ocupa una habitación de la casa que ahora no está pagando porque ella también se ha quedado a cero.

El niño no va estos días a la escuela, ahora cerrada, y eso hace que Lima no pueda salir a buscarse la vida.

“No puedo acceder a ninguna ayuda, no puedo ir a ningún lado, no tengo con qué demostrar que el piso está a mi nombre”, lamenta, si bien no se da por rendida: “Voy apañándome. De una forma o de otra tengo que hacerlo”.

La ONG Asociación Bienestar y Desarrollo ha lanzado la campaña #YOSITEVEO para ayudar a superar esta delicada situación a unas 600 personas -entre ellas Rojas y Lima-, mayoritariamente mujeres.

Se pueden hacer donaciones a partir de los diez euros y la entidad anima a la sociedad civil y a empresas a colaborar dado que “las administraciones van demasiado lentas”.

Nausica Castelló, de la ONG, resume así la iniciativa: “Es para que puedan subsistir. Es la pandemia social. Es pura emergencia de supervivencia”.

“El panorama es desolador. La mayoría de las 600 familias que atendemos no tienen ningún tipo de ingreso y están en una situación de pobreza extrema. Están al límite y desesperadas”, relata.

Martí Puig i Leonardi

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