Un registro de pacientes de cáncer de páncreas para descubrir por qué nueve mueren y uno se cura

David Noriega

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El cáncer de páncreas es uno de los que peor diagnóstico presentan. Los datos son tozudos y dejan poco lugar a dudas: la tasa de supervivencia a cinco años en España no llega al 9%. Con esta estadística, del casi medio millón de casos que se detectarán en 2023 en todo el mundo, según los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, solo alrededor de 44.600 personas vivirán más allá de 2028. Y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) cree que ellos pueden tener las respuestas que desentrañen las dudas sobre esta enfermedad.

El CNIO ha organizado en España un encuentro con la Pancreatic Cancer Europe, en la que participan organizaciones y expertos de una quincena de países, para definir los ejes de actuación en torno a la investigación de esta enfermedad en los próximos años. “Aunque el escenario ha evolucionado a mejor, todavía nos falta cubrir muchas etapas en beneficio de los pacientes”, explica la jefa del Grupo de Epidemiología Genética y Molecular del centro, Núria Malats, que lleva más de 30 años trabajando en cáncer de páncreas.

Precisamente, uno de los objetivos de la plataforma es establecer un registro europeo con los supervivientes de largo término, aquellos que viven más de un lustro tras el diagnóstico. Son pocos, pero las esperanzas cada vez son mayores. En 2015, en España, la tasa de supervivencia estaba en torno al 5%. Hoy ha crecido casi al doble. “Nunca habíamos hablado de este grupo, pero ahora ya podemos empezar a trabajar con ellos porque creemos que algunas terapias han impactado en su supervivencia”, explica Malats.

Todos los clínicos tenemos pacientes que han sobrevivido a su cáncer de páncreas, cuando hay otros, con las mismas características de estadio, diseminación y agresividad, que van mal. ¿Cuál es el motivo? No lo sabemos

La hipótesis de partida es que hacer un seguimiento de estos casos permitiría tener información de los pacientes, de sus diagnósticos, cómo es su supervivencia según su modalidad de tumor y, en último término, ser capaces de identificar aquellos microorganismos que puedan estar asociados a la larga supervivencia. “Eso abriría una puerta muy grande a la posibilidad de modificar el microbioma”, señala Malats. Porque ese ecosistema de microorganismos que conviven con el cuerpo humano también está asociado a determinados tipos de tumor. “Estamos viendo qué perfil hace que una persona sea más o menos susceptible”, indica la investigadora del CNIO.

Una de las primeras piedras sobre la que cimentar esta línea de investigación la puso en 2019 un artículo publicado en la revista Cell, que analizaba la influencia de la microbiota tumoral y el sistema inmunitario en la supervivencia a largo plazo en los pacientes con adenocarcinoma pancreático, un tipo de cáncer muy agresivo. Los investigadores concluyeron que la composición del microbioma “influye en la respuesta inmunitaria del huésped y la evolución natural de la enfermedad”.

He tenido mucha suerte al ser diagnosticada a tiempo, pero no sabemos por qué

“Todos los clínicos tenemos pacientes que han sobrevivido a su cáncer de páncreas, cuando hay otros, con las mismas características de estadio, diseminación y agresividad, que van mal. ¿Cuál es el motivo? No lo sabemos, pero si conseguimos acumular la evidencia o la casuística e investigar en profundidad el tumor, sus característica, a los pacientes, su dieta, sus hábitos... tal vez podamos encontrar una vía para conseguir mejorar los resultados que tenemos ahora”, coincide el jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario de La Paz, en Madrid, Jaime Feliu.

“Soy extremadamente afortunada”

Ali Stunt comenzó a presentar los primeros síntomas en 2006, cuando tenía 41 años. Cuando le diagnosticaron la enfermedad, el tumor en su páncreas medía ya cinco centímetros y medio, pero se sometió a una operación, que multiplica las opciones de supervivencia, y a varios tratamientos combinados con quimio y radioterapia. “Solo el 1% de los pacientes sobreviven más allá de los 10 años, así que sé que soy extremadamente afortunada”, reconocía en el marco de las jornadas organizadas por el CNIO.

Sabemos que los factores de riesgo, como la obesidad, el tabaquismo o el consumo de alcohol, impactan, pero explican poco de la enfermedad. Creemos que no son los causales, sino que hay algo previo, que es lo que estamos investigando

Esta paciente inglesa, que se ha centrado en la divulgación y la concienciación, insiste en su suerte, pero reconoce que no sabe a qué se debe. “He tenido mucha suerte al ser diagnosticada a tiempo, pero no sabemos por qué. Soy una de las largo supervivientes, pero el problema es que somos muy pocas, así que cualquier estudio que vaya a investigar en esa línea debe ser global”, señala. Para buscar las diferencias con quienes no han tenido su suerte, pero también para determinar los factores que hicieron aparecer en ella el tumor.

“Sabemos que los factores de riesgo, como la obesidad, el tabaquismo o el consumo de alcohol, impactan, pero explican poco de la enfermedad. Creemos que no son los causales, sino que hay algo previo, que es lo que estamos investigando”, indica Malats. En concreto, hay factores hereditarios que predisponen al cáncer de páncreas y que afectan a cerca del 10% de los diagnósticos, y otros esporádicos, en los que también influye una parte genética, “que predispone y seguramente interacciona con los ambientales”, desarrolla la experta.

Más de 9.000 nuevos casos al año

En España, la SEOM estima que en 2023 se diagnosticarán 9.280 nuevos casos de cáncer de páncreas, el séptimo tumor más detectado, y algunos cálculos apuntan que para 2030 va a ser el segundo en número de muertes. “Como es poco frecuente, a un solo país le cuesta cubrir las necesidades”, explica Malats. Esto hace fundamental trabajar en redes coordinadas, como persigue la plataforma. “Lo más importante es que se utilicen herramientas estandarizadas, no solo a nivel de registro, sino a nivel de biobancos, utilizando la misma información y las mismas variables con todos los pacientes, para que no sea una torre de Babel”, desarrolla la investigadora.

Además de estudiar a los supervivientes, contar con alianzas internacionales permitiría también colaborar y coordinar en ensayos clínicos con fármacos de una forma más eficiente.

A nivel estatal, en 2020 se gestó la Alianza de Investigación sobre Cáncer de Páncreas en España (Alipanc), una plataforma en el que participan 38 grupos y 99 miembros de 13 hospitales y cuatro centros de investigación para poner en común y realizar estudios multicéntricos y multidisciplinares. “El objetivo es conseguir una mayor masa crítica y hacer trabajos cooperativos donde cada experto pueda aportar su granito de arena para mejorar los resultados que tenemos ahora”, señala Feliu, cuyo hospital, La Paz, participa en la alianza, donde también está presente el CNIO.

El CNIO participa actualmente en un proyecto europeo para detectar la enfermedad con un análisis de sangre. El trabajo, que está dando todavía sus primeros pasos, cuenta con una financiación de 9,8 millones de euros de la Comisión Europea

“Investigar alrededor de los pacientes de larga duración puede ser una vía que determine por qué han conseguido superar la enfermedad y encontrar métodos de diagnóstico temprano y de tratamiento”, indica la presidenta de la Asociación Cáncer de Páncreas, Cristina Sandin. Estos son dos ejes fundamentales a la hora de abordar la enfermedad. “El éxito del tratamiento, mayoritariamente, es el diagnóstico precoz”, apunta Feliu. Pero las características de este tumor, que es interno, hace que solo el 20% de los casos se detecten en estadios tempranos. “Los síntomas aparecen cuando ha aumentado de tamaño, ya es grande y puede estar diseminado, afecta a los ganglios o incluso hay metástasis”, explica el doctor.

El propio CNIO participa actualmente en un proyecto europeo para detectar la enfermedad con un análisis de sangre. El trabajo, que está dando todavía sus primeros pasos, cuenta con una financiación de 9,8 millones de euros de la Comisión Europea. El objetivo es localizar biomarcadores detectables en sangre que alerten de la presencia del tumor. “Es una de las investigaciones más ambiciosas puesta en marcha hasta la fecha para mejorar la detección temprana del cáncer de páncreas”, explicaba en febrero el investigador Héctor Peinado, que analizará el plasma de los pacientes. Esta estrategia ha dado resultado en otras enfermedades con un mal diagnóstico, como el alzheimer.

Más jóvenes y más mujeres

Las mayores tasas de incidencia se presentan entre la población mayor de 65 años, pero el caso de Stunt sirve para ilustrar una tendencia que preocupa a los expertos. Cada vez hay más casos y cada vez afecta más a jóvenes y a mujeres sin factores de riesgo, que cuando lo desarrollan lo hacen de forma agresiva. ¿El motivo? De nuevo, nadie lo sabe. “Hoy en día, en los países occidentales cada vez hay más obesidad y las mujeres se han incorporado más tarde al hábito de fumar, pero no se sabe con certeza”, reconoce el jefe de oncología de La Paz. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, los fallecimientos por esta causa no han parado de crecer. En 2001, perdieron la vida 4.216 pacientes. En 2021, el último ejercicio del que hay registros, fueron 7.663.

El mal pronóstico habitual en el cáncer de páncreas ha supuesto un doble hándicap para los pacientes. Por un lado, el propio de un mal diagnóstico. Por otro, las dificultades a las que se han enfrentado históricamente los investigadores, que han desincentivado el trabajo en este campo. “Es un cáncer que pone muchos retos y cuesta mucho investigar, porque los pacientes están muy enfermos y es difícil que participen en los estudios, pero también es complicado conseguir muestras y que no se estropeen”, admite Malats.

El otro palo en las ruedas es la financiación. “Los investigadores necesitan fondos, pero esto es como una pescadilla que se muerde la cola. La sociedad se preocupa por los tumores que tienen mayor incidencia y llegan a más personas y es ahí donde va el dinero. La realidad es que en esos casos, los tratamientos están muy avanzados y la esperanza de vida es muy superior. Eso es lo que queremos conseguir, ponernos unas expectativas similares”, explica Sandin. No es ciencia ficción, se ha conseguido en otras enfermedades. Malats lo tiene claro: “Ahora hay talento joven que se está interesando y estamos intentando atraerlos y poner la máxima energía en entender qué pasa con este tumor. Vamos a controlar el cáncer de páncreas”.

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