Esta antigua locomotora fue construida en Barcelona en 1963 y ahora, tras ser restaurada, se puede ver de cerca

Aunque los amantes de los trenes antiguos estén más que acostumbrados a ver de cerca joyas que ya no circulan por las vías de nuestra geografía, son muchas las personas que quedan sorprendidas cuando tienen la ocasión de observar e incluso tocar una de aquellas máquinas que quizás solo hayan visto en las películas. De ahí la curiosidad que despierta el hecho de que toda una locomotora, construida en 1963 y que hace mucho que dejó de ejercer su papel, esté expuesta en el barrio barcelonés de Sant Andreu recordando el pasado industrial de la ciudad. Esta pieza clave del patrimonio ferroviario de la capital catalana es una Locomotora Dièsel 10335 y se trata de una imponente máquina que ha sido meticulosamente restaurada y que ahora preside el paisaje del parque que ocupa el antiguo espacio fabril de La Maquinista Terrestre y Marítima.

Tras un largo y dedicado proceso de recuperación, el resultado de la labor es impecable, permitiendo que la locomotora luzca con todo su esplendor y se pueda visitar de cerca. La Locomotora Dièsel 10335 fue fabricada por la legendaria La Maquinista Terrestre y Marítima (MTM) en Barcelona, una factoría histórica y pionera en España conocida por la fabricación de una amplia gama de productos, incluyendo puentes, motores de barco, unidades de metro… y locomotoras. El vehículo, que posee un peso considerable de 47 toneladas, retorna de esta forma a la zona de Sant Andreu de Palomar, en Barcelona, su punto de origen. Y es que una vez finalizada su construcción en 1963, la locomotora se trasladó fuera de Catalunya, siendo asignada al servicio en Santander. Allí, la máquina fue utilizada intensamente en maniobras esenciales, prestando servicio en estaciones, depósitos y talleres de la red ferroviaria estatal. 

Tras una extensa vida operativa de más de sesenta años en otras ciudades de la península, la máquina sigue siendo propiedad de Ferrocarriles Españoles pero en este caso para su conservación. Sin embargo, la idea de recuperar y restaurar esta importante pieza de patrimonio industrial comenzó a gestarse hace aproximadamente cinco años. El proyecto culminó con la firma de un acuerdo de cesión con la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, un acuerdo que se concretó en plena pandemia. Para iniciar su proceso de renovación, la locomotora se trasladó a las instalaciones de Alstom en la localidad de Santa Perpètua de Mogoda, sin salir de la provincia de Barcelona. Alstom adquirió La Maquinista Terrestre y Marítima y MACOSA en 1989, manteniendo la conexión histórica con la antigua factoría.

La renovación de la máquina fue un esfuerzo comunitario y un acto de dedicación, llevado a cabo gracias a la labor voluntaria de personas trabajadoras de la empresa. En particular, la sección sindical de CCOO de Alstom asumió la tarea de reparación de la locomotora. Los trabajos de restauración se centraron esencialmente en la reparación de chapa y la pintura de la máquina, con el objetivo de recuperar su aspecto original. Sin embargo, el proceso no estuvo exento de dificultades, resultando ser largo y complejo. ¿La causa? Que la locomotora había permanecido parada durante 20 años antes de ser trasladada, por lo que llegó a las instalaciones para su restauración llena de agujeros. Además, las condiciones de trabajo en hierro se complicaron por el clima, y las lluvias causaron interrupciones en los trabajos.

Aunque quizás de las tareas más complicadas destaca la de desplazarla desde tierras cántabras hasta Catalunya. Fue necesario un transporte especial, largo y costoso, para moverla desde Santander hasta Santa Perpètua, para luego llevarla por fin de regreso a Sant Andreu. A día de hoy, la Locomotora 10335 ha sido instalada de manera definitiva junto a la sede de la Fundación Museo Histórico-social de La Maquinista Terrestre y Marítima y Macosa (MUHMA). Su ubicación en la fachada del museo, dentro del parque, la convierte en un nuevo elemento patrimonial accesible en el exterior, que ayuda a preservar y explicar la memoria industrial del barrio. Este traslado final requirió una operación de gran complejidad logística que contó con la colaboración de Alstom Transporte, el Museo de Historia de Barcelona y el propio distrito de Sant Andreu que ahora la acoge y la exhibe.

Pasado obrero y fabril

La llegada de la locomotora es el eje central de un homenaje a la historia obrera del lugar. Coincidiendo con su instalación, el espacio verde que la acoge ha cambiado oficialmente de nombre. El hasta ahora llamado Parque de la Maquinista ahora se denomina Parque de los trabajadores y trabajadoras de La Maquinista. El cambio de nombre del parque fue impulsado por la fundación con el propósito de evitar la confusión con el centro comercial actual que utiliza la misma denominación. El objetivo prioritario es rememorar y recuperar el pasado fabril del barrio barcelonés de Sant Andreu. La ponencia del nomenclátor de la ciudad finalmente confirmó este cambio, previamente aprobado por la Mesa de memoria del distrito y el Consejo plenario. Esta iniciativa de recuperar el pasado obrero y fabril de Sant Andreu se integra en un esfuerzo más amplio en el distrito. Coincide con la reciente inauguración del Museo de la Vivienda Obrera en Bon Pastor y la próxima apertura del Centro de Interpretación del Trabajo en el recinto de Fabra i Coats.

Se trata, en definitiva, de acciones realizadas de la mano de diversas entidades de memoria y de extrabajadores, destinadas a recuperar la identidad industrial de los barrios del distrito. La instalación de la Dièsel 10335 y el nuevo nombre del parque representan un motivo de gran ilusión para la Fundación Maquinista-Macosa, quien lo considera un tema de justicia para la comunidad obrera. El regreso de esta locomotora permite honrar a los trabajadores de la histórica fábrica que fue un motor económico para la ciudad. Además, se ha colocado una placa en honor a los empleados en el parque, para todos aquellos curiosos que quieran acercarse y ver de cerca una de esas imponentes máquinas de hierro que transportaron durante años a miles de viajeros, con el ruido y las incomodidades de la época pero a la vez con un halo de esos medios de transporte que muchos echan de menos con ciertas dosis de nostalgia.