El castigo divino vuelve a escena: un estudio revela que el miedo a fuerzas sobrenaturales puede ayudar a proteger la naturaleza

El temor a las divinidades aparece en casi todas las civilizaciones como un modo de ordenar la convivencia y limitar los abusos frente al entorno. Las creencias que atribuyen a los dioses la vigilancia del comportamiento humano generan una forma de control que actúa incluso sin mediación de leyes o castigos terrenales.

Ese sentimiento de observación permanente influye en la manera en que una sociedad explota o respeta sus recursos naturales. En las tradiciones japonesas, las figuras del monte o del bosque recuerdan que los espacios sagrados pertenecen también a un orden espiritual. Esa mirada sagrada hacia el paisaje ha dado pie a una nueva investigación.

Un equipo japonés estudia cómo el temor a los dioses influye en la sostenibilidad

El trabajo principal procede de un grupo encabezado por el doctor Shota Shibasaki, de la Facultad de Cultura y Ciencia de la Información de la Universidad de Doshisha, publicado en Humanities and Social Sciences Communications. La investigación analiza cómo las creencias en castigos sobrenaturales pueden influir en la sostenibilidad ambiental mediante un modelo de teoría de juegos evolutiva.

El estudio incluye la colaboración de los doctores Yo Nakawake, Wakaba Tateishi, Shuhei Fujii y Ryosuke Nakadai, procedentes de diversas instituciones japonesas. Según explicó el doctor Shibasaki, “me interesa cómo la cultura humana, incluidas las creencias sobrenaturales, afecta al entorno natural y a la inversa”.

El modelo diseñado por el equipo combina tres factores interdependientes. El primero mide la intensidad de la fe en la sanción divina. El segundo evalúa el grado de explotación de los recursos. El tercero calcula la cantidad real de bienes naturales disponibles.

Cuando los individuos reducen su confianza en el castigo espiritual, la extracción de recursos aumenta hasta agotar el entorno. En cambio, si la creencia en la penalización sobrenatural se mantiene firme, la sociedad tiende a conservar la estabilidad ecológica.

El equilibrio entre miedo y moderación determina la eficacia del sistema

El análisis estadístico del modelo demuestra que el castigo de origen divino resulta eficaz solo bajo ciertas condiciones. La primera exige que el temor al castigo sea lo bastante fuerte para compensar las ventajas inmediatas de la sobreexplotación. La segunda requiere que la sanción no alcance una dureza que impida la aceptación general de la creencia. En ese equilibrio entre miedo y moderación surge una dinámica que limita los abusos sin necesidad de vigilancia humana. La conclusión técnica sostiene que las creencias con medidas punitivas proporcionadas pueden actuar como sistemas de regulación espontáneos.

El propio Shibasaki relaciona el estudio con su experiencia personal en Japón, donde creció oyendo relatos sobre montes y bosques habitados por seres tutelares. Recordó que esas historias le despertaron interés por su función social y le impulsaron a unir el análisis científico con las tradiciones culturales. Según dijo, “estas narraciones me causaron una impresión duradera y despertaron mi curiosidad sobre su papel en la población”. Esa perspectiva le permitió interpretar las leyendas como mecanismos de equilibrio entre los humanos y la naturaleza.

Los resultados apuntan a un efecto práctico. En sociedades con fuerte arraigo cultural, las narraciones sobre sanciones divinas pueden servir para sostener normas ecológicas sin recurrir a sanciones oficiales. Si las figuras de prestigio de un grupo respaldan esas ideas, la adhesión se propaga con facilidad. El equipo considera que esta lógica podría aplicarse a comunidades donde la ley formal resulta insuficiente para proteger los recursos. El miedo a la desaprobación divina se transforma así en una herramienta de autocontrol que reduce la necesidad de supervisión estatal.

La religión y la cultura se revelan como aliadas en la protección ecológica

La investigación abre un campo interdisciplinar que combina antropología, psicología evolutiva y teoría matemática. El artículo concluye que la relación entre humanidad y medio ambiente no depende solo de la tecnología o la regulación institucional. La cultura y las creencias influyen también en la gestión de los recursos y en la permanencia de hábitos sostenibles.

Según resumió Shibasaki, “este trabajo contribuye a comprender cómo las sociedades pueden mantener relaciones más armónicas con la naturaleza mediante la interacción entre creencia y comportamiento”. El estudio, por lo tanto, refuerza la idea de que las tradiciones espirituales, cuando se entienden como parte de un sistema social, pueden consolidar el equilibrio ecológico en el mundo actual.