Así celebran las fiestas de Navidad en las diferentes partes de Europa

La Navidad en Europa nunca es una sola Navidad. Basta con cruzar una frontera para descubrir que, aunque el marco es el mismo —luces, frío, olor a canela flotando en el aire—, cada país lo reinterpreta a su manera. Y ahí está la magia: mientras en unos lugares mandan los mercadillos de madera y el vino caliente, en otros el espíritu festivo empieza incluso antes de diciembre. Las tradiciones navideñas Europa no solo levantan ciudades enteras, sino que también marcan la vida diaria de quienes las celebran: almuerzos que duran horas, pistas de hielo temporales que se vuelven puntos de encuentro, buñuelos fritos que alegran cualquier noche. Un mapa festivo que, visto en conjunto, convierte al continente en un catálogo de costumbres tan diversas como irresistibles.

Bélgica: mercadillos infinitos y chocolate por todas partes

Si hablamos de Navidad en Bélgica, hablamos inevitablemente de mercadillos. En Antwerp, la ciudad se transforma por completo: la Grote Markt y la Catedral se llenan de puestos de artesanía, dulces, regalos y luces que parecen competir entre sí por ver cuál brilla más. Es un clásico entre los destinos de mercados navideños, ese tipo de lugares donde uno jura que solo dará “un paseo” y acaba con las manos llenas de bolsas y una bebida caliente en el bolsillo.

Pero Bélgica no se conforma con eso. El chapuzón de Año Nuevo —sí, lanzarse a aguas heladas— se ha convertido en otra tradición casi tan famosa como las luces, mientras que la pista de hielo de Groenplaats sirve para que locales y visitantes se tomen la Navidad con cierto sentido lúdico. Y, cómo no, queda el chocolate: en diciembre, los maestros chocolateros se superan con figuras, bombones y composiciones que rozan la arquitectura. Un país que convierte la Navidad en un festival sensorial.

Dinamarca: hygge, cerveza navideña y el encanto de lo íntimo

Cuando uno piensa en tradiciones navideñas Europa, Dinamarca aparece de inmediato. Para empezar, porque en noviembre ya celebran el “J-dag”: el día en que sale al mercado la Julebryg, la cerveza navideña. Un acontecimiento que desata un entusiasmo difícil de explicar si no has recorrido Copenhague viendo gorros azules everywhere.

Las calles danesas se llenan de mercados pequeños, cálidos y muy cuidados, donde el gløgg (vino caliente especiado) casi actúa como calefacción portátil. Pero el espíritu danés alcanza su máxima expresión en el hygge, ese concepto que mezcla calma, intimidad y bienestar. Velas encendidas, una mesa con amigos, un trozo de pastel y la sensación de que fuera hace frío, pero dentro está la vida. Así se entiende por qué la Navidad en Europa no sería lo mismo sin Dinamarca.

Holanda: buñuelos, compras y pistas de hielo gigantes

En Holanda, la Navidad tiene sabor a “oliebollen”: unos buñuelos fritos tradicionales que empiezan a aparecer en puestos callejeros a mediados de diciembre. No hay fiesta sin ellos. Y, mientras se come uno, es habitual que muchos visiten el Intratuin Shopping Center, convertido en un parque temático navideño donde se puede encontrar desde árboles hasta dulces típicos.

En ciudades como Nijmegen o Ámsterdam, las pistas de hielo marcan el ritmo de la temporada. Cerca de ellas, los puestos de mercados navideños venden chocolate caliente y regalos artesanales, completando un ambiente que mezcla lo acogedor con lo festivo. La Navidad holandesa es simple pero contundente: comida rica, iluminación cuidada y un invierno que invita a quedarse un poco más.

Reino Unido: mercados elegantes, cenas eternas y jerseys imposibles

La Navidad británica podría protagonizar su propio género cinematográfico. En Bath, por ejemplo, el Christmas Market es uno de los más conocidos del país: artesanía local, puestos de comida, la Abbey iluminada, un ambiente que parece diseñado para que uno no deje de sacar fotos. Las universidades también se vuelcan en la tradición con bailes formales, fiestas temáticas y campus que, si nieva, parecen postales.

Las comidas navideñas mezclan carne asada, verduras, salsas dulces y sobremesas que duran más que la propia cena. Y luego están los jerseys navideños, un imprescindible británico que convierte cualquier encuentro en un desfile festivo. En este punto del mapa, las tradiciones navideñas Europa se sienten especialmente vivas.