Miles de deportistas como Mireia Belmonte o Gervasio Deferr se han entrenado en este centro que cumple casi 40 años

El Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, a menudo descrito como una verdadera fábrica de sueños, ha cumplido ya casi cuatro décadas, en las que se ha consolidado como el motor de la revolución deportiva de nuestra geografía. Su nacimiento estuvo intrínsecamente ligado a la designación de Barcelona como sede olímpica, lo que generó la necesidad de contar con una instalación multidisciplinar donde los deportistas pudieran alcanzar la preparación necesaria para triunfar en la mítica e inolvidable cita de 1992. La elección de Sant Cugat del Vallès, a menos de 20 kilómetros de la capital catalana, resultó una ubicación estratégica que respondió a la existencia previa de unas instalaciones que servían de base perfecta para el proyecto. Además, su cercanía a Barcelona permitía una conexión ideal para el desarrollo de las actividades proyectadas, logrando que el centro se inaugurara en octubre de 1987, apenas un año después del anuncio de Juan Antonio Samaranch sobre la sede de los juegos.

En sus inicios, el recinto acogía disciplinas como la esgrima, la halterofilia y el tenis de mesa, pero con el tiempo su oferta se ha expandido hasta abarcar casi treinta deportes distintos en la actualidad. Esta evolución se vio reforzada en 2012 con la construcción de un nuevo módulo polideportivo, reflejando un crecimiento constante que hoy ocupa unas diecisiete hectáreas de extensión destinadas a la excelencia deportiva. De hecho, una de las características que diferencia a esta institución es su apuesta decidida por la formación integral de los atletas, siendo el primer centro de este tipo en incorporar un centro educativo propio. Este modelo permite que los jóvenes talentos compaginen sus exigentes horarios de entrenamiento con su desarrollo académico y profesional, asegurando un crecimiento que trasciende lo puramente competitivo para atender a la persona.

El éxito del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat se fundamenta en un trabajo interdisciplinar donde conviven y colaboran especialistas en medicina, fisioterapia, psicología del deporte, nutrición y biomecánica. Este equipo de profesionales altamente cualificados ofrece soluciones a cada necesidad del deportista, utilizando los medios técnicos y científicos más avanzados para optimizar el rendimiento al más alto nivel internacional. De ahí que, a lo largo de su historia, casi diez mil deportistas hayan pasado por estas instalaciones, sumando un palmarés que supera las novecientas medallas entre competiciones olímpicas, paralímpicas, mundiales y europeas. Figuras legendarias como Mireia Belmonte, Joel González, Ona Carbonell y Gervasio Deferr forman parte de la interminable lista de grandes deportistas que entrenaron en estas instalaciones, demostrando la capacidad del centro para nutrir de éxitos las vitrinas nacionales de forma constante.

En la actualidad, el complejo cuenta con una población residente de más de trescientos deportistas y doscientos técnicos, con perfiles que van desde los catorce hasta los cuarenta y cuatro años de edad. El presupuesto anual, que ronda los once millones de euros, se financia en gran medida mediante el apoyo público de diversas administraciones, aunque también genera recursos propios significativos a través de sus servicios y colaboraciones internacionales. Después de tantos años y tantos éxitos, el prestigio del centro ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un punto de referencia que atrae regularmente a delegaciones y equipos de otros países para realizar sus concentraciones previas a grandes citas. 

Transformación sostenible

Atletas de la talla mundial de Roger Kingdom, Sergei Bubka o Javier Sotomayor han visitado la instalación en algún momento, lo que refuerza su imagen como un epicentro global del deporte de élite y la tecnificación. Pero, mirando hacia el futuro en vez de hacia el pasado, la institución ha iniciado la mayor transformación sostenible de su historia con el objetivo de adaptarse a las exigencias ambientales y humanas del siglo XXI. Este ambicioso proyecto de modernización energética, diseñado por el estudio Ruiz-Larrea Arquitectura, busca reducir significativamente la huella de carbono y mejorar el confort de los usuarios en el edificio central y la residencia.

La intervención está planificada en cuatro fases que incluyen una auditoría de la demanda energética actual, la mejora de las envolventes de los edificios para evitar pérdidas térmicas y la sustitución de los sistemas de climatización. Con un presupuesto de siete millones de euros procedentes de fondos europeos, el plan contempla también la mejora de las placas fotovoltaicas para aumentar la autogeneración de energía y reducir el consumo en al menos un treinta por ciento. Este proceso de renovación no solo atiende a criterios de eficiencia económica, sino que responde a una obligación moral frente a desafíos climáticos globales como la sequía que afecta a Catalunya. La transformación busca eliminar disfuncionalidades técnicas históricas en la residencia y los pabellones de gimnasia, garantizando que la infraestructura sea un ejemplo de compromiso con el medio ambiente y con el bienestar de sus ocupantes.

Con casi 40 años de experiencia acumulada, el centro sigue consolidando su modelo de alto rendimiento mientras se proyecta hacia nuevos horizontes como referente mundial. La combinación de una base histórica sólida con una visión vanguardista de sostenibilidad asegura que esta fábrica de campeones continuará siendo el pilar fundamental del deporte español y un ejemplo de innovación para las próximas décadas. Por eso no extraña que, en el mundo del deporte olímpico, a nadie se le escapa que entrenar en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat es hacerlo en uno de los mejores lugares del mundo para crecer y convertirse en un deportista de élite, un auténtico trampolín para llegar muy alto sin dejar de estudiar y formarse para cuando precisamente ese deportista deje de serlo. Por eso tampoco extrañará que parte de las medallas que se cosechen en los próximos Juegos Olímpicos de Los Ángeles hayan tenido su semilla en Sant Cugat.