Un equipo formado por investigadores del New Mexico Museum of Natural History & Science y el biólogo D. Edward Malinzak, profesor de Penn State Lehigh Valley, ha determinado que un fósil descubierto en 1916 en Nuevo México no pertenece al género Kritosaurus, como se había mantenido desde 1935. El nuevo análisis, cuyos resultados se han publicado en el Bulletin of the New Mexico Museum of Natural History and Science, demuestra que el ejemplar representa una especie distinta, bautizada como Ahshiselsaurus wimani.
La reclasificación se basa en un conjunto fósil que incluye un cráneo diagnóstico incompleto, varios elementos craneales aislados, entre ellos el jugal derecho, el quadrate, el dentario y el surangular, y una serie articulada de vértebras cervicales. Este material constituye el holotipo que define formalmente la especie. El examen detallado reveló que las proporciones y características anatómicas de estos huesos no coinciden con las de Kritosaurus, un género que sigue siendo válido pero cuyo material tipo difiere claramente del fósil estudiado.
Lo que reveló la investigación
Para evaluar estas diferencias, el equipo comparó la anatomía del ejemplar con la de otros hadrosáuridos norteamericanos. Los hadrosáuridos, conocidos como dinosaurios de “pico de pato”, fueron uno de los linajes herbívoros más abundantes en los ecosistemas terrestres del Oeste Interior de Norteamérica durante unos 20 millones de años. Según explica el paleontólogo Sebastian Dalman, autor principal del estudio, las particularidades craneales fueron determinantes, dado que el cráneo es uno de los elementos más fiables para distinguir especies en este grupo.
Anthony Fiorillo, director ejecutivo del museo y coautor del trabajo, subraya esta idea al señalar que, cuando se observan diferencias en el cráneo, estas tienen mucho más peso que variaciones en elementos menos diagnósticos, como un hueso del pie. Además del análisis osteológico, los investigadores realizaron un estudio filogenético basado en características anatómicas que situó a Ahshiselsaurus wimani en una posición diferenciada respecto a Kritosaurus, respaldando la reclasificación.
Condiciona los patrones de migración
Las conclusiones también aportan información sobre los patrones de migración y diversificación de los hadrosáuridos en el suroeste de Estados Unidos a finales del Cretácico. Malinzak explica que el nuevo hallazgo encaja con evidencias previas que sugieren intercambios faunísticos entre Norteamérica y Sudamérica, así como desplazamientos hacia el norte hasta Canadá. Los datos indican que diferentes linajes pudieron coexistir temporalmente en la región y que unos reemplazaron a otros en distintos momentos.
El equipo señala igualmente que Ahshiselsaurus wimani aparece estratigráficamente por debajo de Kritosaurus, lo que sugiere que es más antiguo. Para Malinzak, esta antigüedad relativa y la diversidad observada en los niveles estudiados apoyan la idea de que el suroeste norteamericano ofrecía un entorno especialmente favorable para la proliferación de distintos grupos de dinosaurios. “El ecosistema era más diverso de lo que se había considerado inicialmente”, señala, destacando que los cambios ambientales pudieron favorecer la expansión de ciertos linajes en detrimento de otros.
Dimensión pedagógica
El estudio ha tenido también una dimensión pedagógica. Malinzak ha incorporado la metodología utilizada, como los análisis comparativos y el estudio de relaciones evolutivas, en sus clases de biología, para mostrar al alumnado cómo se reconstruyen procesos de dispersión y divergencia a partir de datos fósiles concretos.
La identificación de Ahshiselsaurus wimani abre nuevas vías de investigación. El equipo planea revisar otros fósiles históricos del suroeste de Estados Unidos que podrían haber sido asignados de forma inexacta. Según Malinzak, el hallazgo no representa un punto final, sino un avance dentro de un proceso continuo: “Nuestro trabajo actual no es el resultado final; es más bien como completar una vuelta en una carrera: quedan muchas más por delante”. Comprender la evolución y las presiones ecológicas que moldearon estos linajes permitirá seguir afinando la historia del Cretácico en la región.