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La primera fotoperiodista mujer que cubrió una guerra, Gerda Taro, tendrá una plaza en Barcelona

La fotoperiodista Gerda Taro tendrá una plaza en la capital catalana, concretamente en el barrio del Besòs y el Maresme. El ayuntamiento de la ciudad ha decidido aprobar el cambio de denominación de la plaza Theolongo Bacchio, con el fin de reconocer a la que es considerada la primera reportera gráfica de guerra y que, bajo la firma de Robert Capa, conjuntamente con su pareja, retrató de forma magistral la guerra civil española, generando un impagable patrimonio para todos los amantes de la fotografía.

Gerda Taro fue realmente el seudónimo de Gerta Pohorylle, nacida en Stuttgart, Alemania. Gerta era de origen judío y con fuertes convicciones de izquierdas, de ahí que huyese a París con el ascenso del nazismo, donde conoció a su pareja, Endre Friedmann. Y, juntos y compartiendo pasión por las cámaras, se convirtieron en el famoso fotógrafo Robert Capa, seudónimo de uno de los mejores periodistas de guerra de la historia.

Friedmann y Taro cubrieron la guerra civil española desde diferentes frentes, con fotografías icónicas. Aunque el problema es discernir si pertenecen a ella o a él. Taro perdió la vida en un accidente durante el repliegue del ejército republicano a la edad temprana de 27 años. En todo caso, siempre ha sido reconocida y aplaudida como una fotoperiodista avanzada a su tiempo, cuya breve carrera consta casi exclusivamente de las sobrecogedoras fotografías tomadas en el frente de la guerra civil española.

Sus imágenes, ampliamente reproducidas en la prensa izquierdista francesa, incorporaban elementos propios de la Nueva Visión, movimiento aparecido en Alemania hacia 1920, así como una proximidad física y emocional con el sujeto. Taro trabajó junto a su compañero profesional y sentimental, en el marco de una estrecha colaboración. Pero en julio de 1937, cuando cubría la decisiva Batalla de Brunete, murió aplastada por un tanque. Sus fotografías son un testimonio espléndido, aunque poco conocido, comparado con las de su compañero, de aquel momento crucial en la historia de la fotografía de guerra.

Francia y España

Instalada en París en otoño de 1933, ya no volvería a ver a sus padres ni a sus hermanos. Desde un primer momento se interesó por el trabajo de André Friedmann, a quien conoció aquel mismo año y que poco más tarde se convertiría en su pareja. Llegó a España en 1937, a finales de febrero, una vez contratada por el diario francés Ce soir. Y nada más llegar se interesaron por el entrenamiento de las milicianas. Tanto esta temática como las imágenes sobre los efectos de los bombardeos sobre la población civil son todo un testimonio de la historia y de la fotografía de guerra.

La muerte de Taro se convirtió en un fenómeno mediático, con homenajes y artículos sobre el sacrificio de la joven por la causa antifascista, lo que aumentó la confianza en la veracidad de las fotografías de guerra. Pero también, tras su muerte, hubo un gran olvido, ya que muchas de sus fotografías fueron atribuidas a su pareja hasta prácticamente finales del siglo XX. Entre las fotografías que captó destaca especialmente Miliciana recibiendo instrucción en la playa, una instantánea tomada cerca de Barcelona. La imagen se publicó por primera vez el 29 de agosto de 1936 en la edición especial de la revista francesa Vu que dedicó a la guerra civil española. En ella, una joven de perfil, que viste el mono de milicia y zapatos de tacón, apunta de rodillas con un revólver hacia algo fuera de campo.

Los expertos en la materia han llegado a la conclusión de que captó la mencionada fotografía con su Rolleiflex Old Standart, con una distancia aproximada de tres metros entre el referente (en este caso la joven) y la cámara. La cámara descansa en el suelo, lo que supone que la composición ha sido meditada. Hay presencia de líneas horizontales, verticales y curvas. Pero, al margen de lo estrictamente técnico, el valor de la fotografía reside en el modo en el que ha sido retratada la joven, que simboliza la mujer antifascista, así como un reajuste de actitud para los tradicionalismos. Taro, a través de la miliciana, quiso mostrar una visión alternativa del potencial femenino con el que se identificaba.

Taro expresó su predilección por fotografiar mujeres en solitario, con la clara intención de reforzar la independencia y mayor movilidad de la mujer, lo que sugiere una propuesta de ampliar la actividad femenina, abriendo nuevos campos de actuación de la mujer. No sólo buscaba una estética impactante, también connotaba sus imágenes de dobles significados, con las que invita a reflexionar sobre el papel que desempeña el fotoperiodismo en la sociedad contemporánea, los límites del riesgo, las perversiones de la profesión o la figura de la mujer europea.