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Vivimos más pero con peor salud: retrasar la edad de jubilación es una gran crueldad

Jubilados y pensionistas de CC.OO. y UGT se movilizan la próxima semana en todas las CC.AA.

Eduardo Garzón Espinosa

En el año 2011 el gobierno del PSOE decretó el retraso progresivo de la edad de jubilación desde los 65 años hasta los 67. En 2018 la edad de jubilación ya va por los 65 años y medio, a no ser que se hayan cotizado más de 36 años y medio. El argumento central que se utilizó para defender esta medida se basaba en que los seres humanos cada vez vivimos más tiempo y por lo tanto es razonable que nos jubilemos más tarde.

Este argumento tiene dos vertientes: una de carácter económico y otra de carácter moral. Atendiendo a la primera se sostiene que para poder pagarle la pensión a una persona que cada vez vive más tiempo es necesario disponer de más recursos, por lo que una forma de resolver el problema es reducir el tiempo que hay que estar pagando la pensión (al mismo tiempo que incrementas los recursos porque esa persona tendrá una vida laboral más larga). En cambio, el argumento de carácter moral es bien diferente: puesto que la persona en cuestión va a vivir más tiempo es de justicia que se mantenga la proporción de tiempo de trabajo y de tiempo de jubilación, de forma que se acabe disfrutando aproximadamente el mismo tiempo de descanso que antes.

Hay innumerables formas de refutar el argumento citado en cualquiera de sus dos vertientes. En esta ocasión no me voy a detener en criticar la primera faceta del argumento, la económica. Baste señalar al respecto que en nuestras sociedades cada vez más tecnológicas y avanzadas tenemos cada vez más posibilidades de producir lo mismo con menos tiempo de trabajo, de forma que podemos permitirnos disfrutar de una época de jubilación más prolongada manteniendo el mismo nivel de vida. Ahora me interesa más desmontar la otra cara del argumento, la de tipo moral o ético.

Es cierto que los seres humanos vivimos, de media, cada vez más. Así lo atestigua el indicador de Esperanza de Vida (EV), que en España ha aumentando 10 años en las últimas cuatro décadas, pasando desde los 73 años a los 83 años desde 1975 hasta 2015. Sin embargo, este indicador nos dice cuánto vivimos (siempre en promedio), pero no cómo vivimos. No es lo mismo vivir 83 años con una salud excelente durante casi toda la vida que hacerlo con graves enfermedades buena parte de la misma. Para eso se creó el indicador Años de Vida Saludable (AVS), que nos viene a mostrar cuántos años vivimos sin sufrir una discapacidad importante.

Pues bien, si miramos ambos indicadores para el caso de España, observamos lo siguiente. Desde 2004 la EV a partir de los 65 años era de 17,2 años en el caso de los hombres y de 21,4 en el caso de las mujeres. Once años más tarde, en 2015, el indicador ha aumentado hasta los 19 años y 23, respectivamente. No obstante, la evolución de los AVS no ha sido similar ni mucho menos. En el año 2004 se esperaba que un hombre de 65 años viviese 9,8 años más sin sufrir limitaciones de salud importantes, y 9,6 años en el caso de una mujer de la misma edad. Once años más tarde, se espera que ambos vivan menos tiempo sin sufrir incapacidades importantes: 9,5 años en el caso de los hombres y 8,9 en el caso de las mujeres.

En el gráfico se puede observar claramente cómo a pesar de que la EV ha ido aumentando progresivamente a lo largo de todo el periodo analizado, los AVS han mantenido una ligera tendencia descendente. Es decir, aunque vivamos más tiempo lo hacemos con peor salud, ya que cada vez antes sufrimos enfermedades que nos limitan de forma importante.

Así las cosas, el argumento citado en su vertiente moral pierde todo su peso. No es justo que cada vez tengamos que jubilarnos más tarde solo por el hecho de vivir más, ya que lo hacemos cada vez en peores condiciones de salud. Si no se hubiese retrasado la edad de jubilación descansaríamos los mismos años –o incluso menos, nunca más- que antes con buena salud, y más años con notables discapacidades. Por eso retrasar la edad de jubilación es una gran crueldad: porque nos está robando los mejores años de nuestra etapa final de la vida, aquellos en los que no solemos sufrir enfermedades importantes.

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