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OPINIÓN | Huérfanos, por Enric González

Cinco lugares donde las mujeres hicieron historia

La Convención de Seneca Falls por los Derechos de las Mujeres tuvo lugar en 1848

Elisa Caballero / Elisa Caballero

Seneca Falls, Nueva York

El 19 de junio de 1848 tuvo lugar la primera Convención de los Derechos de la Mujer en Seneca Falls, en el estado de Nueva York. Elizabeth Candy Station y Lucretia Mott, activistas, abolicionistas y figuras destacadas del movimiento feminista, fueron las organizadoras de la reunión. El resultado de ese encuentro se materializó en la publicación de la Declaración de Seneca Falls, en la que se denunciaban las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de las mujeres en Estados Unidos: no podían, entre otras cosas, votar, ocupar cargos públicos, tener propiedades, o abrir cuentas corrientes. El tratado fue firmado por 68 mujeres y 32 hombres provenientes de diferentes asociaciones políticas y movimientos sociales.

En 1969 se inauguró en Seneca Falls el Salón de la Fama Nacional de Mujeres (National Women’s Hall of Fame) cuya misión consiste en «honrar a las mujeres ciudadanas de los Estados Unidos de América cuyas contribuciones a las artes, deportes, negocios, educación, gobierno, humanidades, filantropía y ciencias, han sido de gran valor para el desarrollo de su país». La institución acoge exposiciones, charlas, programas educativos y demás eventos. En esta pequeña localidad también se halla el Parque Histórico Nacional por los Derechos de las Mujeres, abierto en 1980. El espacio cuenta con un centro de visitantes en el que se proyecta la película “Dreams of Equality” (“Sueños de Igualdad”) y alberga exposiciones que detallan la historia del movimiento feminista a finales del siglo XIX y principios del XX.

Islas Pitcairn

Este territorio de la Polinesia fue el primero del mundo que aprobó el sufragio femenino en igualdad de condiciones al masculino en 1838. Es un territorio británico de ultramar y la única colonia que queda en el Pacífico. En él habitan los descendientes de los amotinados del barco Bounty (de la armada británica) y sus acompañantes tahitianos que los acompañaron en el siglo XVII. Hoy en día solo viven 56 personas procedentes de 9 familias.  

Se puede acceder a ellas mediante barco para explorar las cuatro islas (aunque solo una está habitada). El aislamiento y la ausencia de población han contribuido a la existencia de un ecosistema muy  frágil y particular. Una de ellas, Henderson, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988 por ser una de las islas coralinas menos alteradas por la influencia del ser humano. Acoge a 73 especies de plantas, de las cuales 9 son autóctonas. Un paraíso en el que pocas personas parecen querer vivir y que nos recuerda que la lucha por los derechos de las mujeres no sucedió únicamente en Occidente y en zonas urbanas.

Islandia

Vigdis Finnbogadottir fue la primera mujer en convertirse en presidenta de un país europeo y la primera en el mundo elegida democráticamente jefa de Estado en 1980. A menudo se afirma que Islandia es el país más feminista del mundo y no solamente por la llegada al poder de Finnbogadottir. También por la multitudinaria manifestación celebrada un día de otoño de 1975 en la que miles de mujeres tomaron las calles islandesas para ejercer su derecho a huelga y manifestarse por la igualdad de género. El 90% de las mujeres del país se unieron al paro de ese día, lo que obligó a cerrar escuelas, bancos, establecimientos y detuvo por completo el país, visibilizando, también, que el trabajo de los cuidados lo llevaban a cabo únicamente las mujeres.

Lo que ocurrió ese día estableció el primer paso para la emancipación de las mujeres en Islandia. Paralizó el país por completo y abrió los ojos de muchos hombres”, contó Finnbogadottir a la BBC. Esta huelga fue un acicate para la acción y para la toma de conciencia de la situación de desigualdad existente en el país, abriendo el camino para que, cinco años más tarde, una mujer se convirtiera en  presidenta. En los últimos seis años, Islandia se ha situado en la cima de posiciones del Informe de la Brecha Global de Género.

Casa de Harriet Tubman, Auburn, Nueva York

Defensora y activista por los derechos de las personas esclavas afroamericanas en Estados Unidos, durante más de una década Tubman arriesgó su vida ayudando al desplazamiento y liberación de cientos de personas esclavas en las plantaciones del sur del país. Para ello, utilizó una red clandestina antiesclavista conocida como “Ferrocarril Subterráneo”. Durante la Guerra Civil trabajó como enfermera y, al finalizar esta, construyó su Casa para los Ancianos, uno de sus mayores proyectos.

Este hogar siempre estuvo abierto para los colectivos más necesitados y se mantuvo a flote gracias a la venta y autoconsumo de verduras que cultivaban en un pequeño huerto y a las donaciones de personas que apoyaban la labor que se estaba realizando. Hoy, el edificio se ha convertido en un museo que homenajea la vida y obra de Tubman, llamada por algunos como “la Moisés de los esclavos”, la luchadora social que dijo: “Liberé a miles de esclavos. Y pude haber liberado a miles más si sólo ellos hubieran sabido que eran esclavos”.

Casa Azul de Frida Kahlo, México DF

La vida de Frida Kahlo es un ejemplo perfecto de que lo personal es político. Su lucha fue quizás a nivel más personal, pero ha inspirado a millones de mujeres en todo el mundo, empoderándolas a ser ellas mismas, encarnando un tipo de mujer autosuficiente, libre de los estereotipos de género. Kahlo se alzó como una de las artistas referentes del siglo XX, plantándole cara a la sociedad machista mexicana y del mundo del arte. Sus obras hablan abiertamente de su sexualidad, del aborto, de la construcción de la identidad, de las injusticias sociales y las desigualdades de género.

Kahlo nació y murió en la famosa Casa Azul de Coyoacán, lugar icónico que hoy se puede visitar. Se nos brinda la oportunidad de entrar en el universo íntimo y creativo de la gran pintora; objetos personales que revelan características de su personalidad y se pueden observar también algunas de las obras más importantes de la artista como “Frida y la cesárea” (1931) y “Viva la Vida” (1954). Los miércoles se organizan visitas dramatizadas con una actriz que interpreta el papel de Frida, en un espectáculo que recibe el nombre de “Pies para que los quiero, si tengo alas pa' volar”.

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