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Mamá, quiero ser como Marie Curie

Nanda Santana

Si nos preguntaran por una fecha destacada del mes de febrero, lo más probable es que contestáramos con el famoso día de San Valentín, máxime teniendo en cuenta que es un gancho comercial al que ninguna marca, restaurante, loterías, centro comercial, o gran almacén renuncia y cuya publicidad nos invade religiosamente cada año por estas fechas.

Con todo, y dada la magnífica cobertura informativa que los medios le están prestando, quiero pensar que no pasará mucho tiempo para que también se instale definitivamente en nuestro top of mind otra efeméride significativa, y a mi humilde entender, muchísimo más trascendente para la Historia de la Humanidad. Me estoy refiriendo al 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, declarado como tal por la ONU para visibilizar el trabajo de las investigadoras e impulsar el papel de las mujeres en la Ciencia. Una declaración necesaria ante la constatación de las dificultades que han tenido y tienen las mujeres del ámbito de la Ciencia y la Tecnología para ser admitidas y validadas por la comunidad científica; conocidas por la opinión pública e incluidas en libros de texto y programas educativos. Consciente de ello, el Calendario de la Igualdad que Comunicadores de Canarias por la Igualdad (CoCaI) presentó el año pasado acogía la efeméride como una fecha tan importante como el 8 de marzo o el 25 de noviembre.

Más allá de Hipatia de Alejandría, Marie Curie (1867-1934) o Ada Lovelace (1815-1852), ¿sabían que Gertry Radnitz, de soltera Gertry Cori (1896-1957) fue la primera mujer en obtener un Premio Nobel de Medicina por sus estudios acerca de la transformación del glucógeno en ácido láctico; que fue una mujer, Rosalind Franklin (1920-1958), la que descubrió la estructura del ADN o que Joan Clarke ayudó a descifrar el código secreto de los nazis, clave para su derrota en la II Guerra Mundial? Pues como ellas, muchas científicas extraordinarias han pasado inadvertidas hasta hace relativamente poco. No así sus descubrimientos o investigaciones, cuya gloria se llevaron tantas veces otros.

Hace unos días leíamos cómo Pilar Montañés, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ponía en marcha el proyecto No-Nancies, ante la constatación de que las niñas carecen de referentes sociales, y más concretamente, de muñecas científicas, cuando sí tienen muñecas azafatas, doctoras o, por supuesto, mamás, que les sirven de modelo. Ideado inicialmente como un trabajo de clase para Bellas Artes, grado cuyo estudio compagina con su labor profesional, Montañés propone fotografías de escenas en las que, mientras trabajan, las científicas son observadas por niñas que llevan juguetes. Pero en realidad no están jugando porque a quien realmente miran con expectación es a esa mujer adulta. Niñas cuyo modelo es precisamente una científica real. Y es que la baja visibilidad de las mujeres científicas, la escasa presencia de referentes femeninos en el mundo de las ciencias o la existencia de prejuicios sociales juegan a favor del bajísimo interés que las niñas presentan a la hora de elegir si estudiar grados de Ciencia, Tecnología o Ingenierías.

El Informe Científicas en Cifras 2015, que elabora la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, recoge entre sus conclusiones cómo el techo de cristal sigue presente: si bien las mujeres obtienen el 60% de los títulos universitarios y la mitad de los doctorados, su presencia en el escalafón disminuye a medida que se asciende a categorías superiores. A diciembre de 2015, cuando se cerró la recogida de datos, sólo una rectora se encontraba al frente de una universidad pública española, la de Granada. A día de hoy son tres, pero la cifra sigue muy por debajo de la media europea. Tampoco hay mujeres al frente de los Organismos Públicos de Investigación (OPI), como el CSIC o el Instituto de Salud Carlos III. Y si hablamos de cargos directivos y cátedras de universidades públicas, sólo un 21% los desempeñan féminas. Pintan algo mejor las cosas en la enseñanza privada donde, con un 43%, el equilibrio es mayor.

También hay datos positivos como que España se sitúa por encima de la media europea en número de mujeres que obtiene un doctorado -en torno al 50%- y en porcentaje de investigadoras -un 39%- aunque este último indicador no ha subido desde 2009. También es de celebrar que un 74% de las universidades públicas y un 88% de los organismos públicos de investigación ya disponen de un plan de igualdad de género vigente, con medidas y objetivos concretos para avanzar en este ámbito.

Y precisamente para hacer llegar a la sociedad esta situación un grupo de científicas han activado la iniciativa 11 de febrero (https://11defebrero.org/) que se propone llenar las agendas de actividades que conmemoren el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que ayuden a visibilizar el trabajo de las científicas, a crear roles femeninos en los ámbitos de la ciencia y la ingeniería y que promuevan prácticas que favorezcan la igualdad de género en el ámbito científico. Leni Bascones, física teórica de la materia condensada en el Instituto de Ciencia de Materiales del CSIC y experta en superconductividad, explicó que la idea de hacer algo así surgió de forma espontánea y que se ha convertido en algo grande -vale la pena visitar su web y comprobarlo- gracias a la suma de pequeños esfuerzos individuales.

El proyecto, cuyas actividades tendrán lugar hasta el próximo domingo 19, se dirige a toda la sociedad, prestando especial atención a los centros educativos, y se articula mediante actividades en colegios, institutos, universidades, museos, centros culturales, institutos de investigación y hasta bares. A través de talleres, exposiciones, visitas guiadas a laboratorios, charlas, tertulias y conferencias de divulgación científica impartidas por mujeres, pretenden también normalizar la ciencia, haciendo ver -sobre todo a los estudiantes y a las niñas más pequeñas- que las científicas, las tecnólogas, son mujeres normales con las que uno se podría cruzar por la calle. Y que cualquiera de ellas puede serlo en un futuro.

En las Islas forman parte de la agenda el citado proyecto No-Nancies; un taller de robótica; Women in STEM, la exposición digital de códigos QR del alumnado de Cultura Científica de 4º de la ESO del IES Saulo Torón de Gáldar, que llevan a carteles interactivos de científicas españolas o la exposición de carteles sobre mujeres físicas y químicas organizada por los alumnos de Física y Química de 2º de la ESO del mismo centro.

En esta tarea informativa y divulgadora sobre las mujeres científicas es muy de agradecer que haya contenidos audiovisuales rigurosos y atractivos. Me viene a la cabeza Descubriendo Enigma pero sobre todo Figuras ocultas, la cinta candidata a los Oscars que cuenta la historia de las matemáticas Mary Jackson, Dorothy Vaughan y Katherine Johnson, tres destacadas científicas de la NASA que lo tuvieron aún más difícil, porque a su condición de mujeres en un entorno laboral machista se sumó además la discriminación racial. Sin sus investigaciones, el astronauta John Glenn no se habría convertido en el primer ser humano en orbitar alrededor de la Tierra. El 11 de febrero nos da una nueva razón para acudir a verla. Para recordar que nadie dijo que el camino hacia la igualdad de derechos y de oportunidades fuera a ser fácil, corto o placentero.

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