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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

Favignana, la Formentera de Sicilia

El puerto de Favignana.

Alicia Fàbregas

Hay muchos tipos de viaje. El cultural, con visitas que llenan los días de nuevos conocimientos, el de aventura, con actividades infinitas, o el tranquilo, el de olvidar que existe el reloj y seguir el ritmo de nuestro apetito en cada momento, gozando de ese disfrute perezoso que nos aportan los lugares con una naturaleza increíble y unas distancias asequibles. Ese último es el que vale para Favignana.

Buen tiempo, playas paradisíacas y una comida excepcional, es lo que caracteriza a esta isla situada en el archipiélago de las Egades. Allí se llega desde Trápani, en la punta oeste de Sicilia, a cerca de una hora de Palermo. En su puerto es habitual el barullo, entre griterío y bocinas de coches y motos de turistas, trabajadores italianos y demás que se amontonan para coger un ferri hacia la bonita isla de Favignana, que queda a sólo un tiro de piedra de la costa, a escasos 7km. Pese a su belleza, es un lugar relativamente desconocido, sobre todo para el turismo de fuera de Italia.

Los placeres de la isla

Por su aridez, sus aguas turquesas y transparentes y sus abundantes motos de alquiler, posee ciertas reminiscencias de Formentera, aunque con unos niveles de precios bastante más asequibles. Es cierto que comparado con el resto de Sicilia, puede resultar algo cara, pero nada que ver con las islas Baleares. E igual que sucede en Formentera, aquí también es habitual ver a gente recorriendo la isla -20km cuadrados de extensión- de cala en cala en bicicleta o en barco, anclando en parajes dignos del Caribe.

Este lugar fue retratado hace más de medio siglo en Stromboli terra di Dio, de Roberto Rosselini, protagonizada por Ingrid Bergman. En ella aparece el rito de la tonnara, la manera tradicional y cruel de pescar el atún en la zona. Porque la isla era un lugar poblado originariamente por pescadores. Así que comer en cualquier bar o restaurante es un placer enorme, especialmente el atún, una pesca que en los últimos años se ha restringido mucho. Antes se puede disfrutar de un spritz, una especie de vermut italiano que proviene de la zona del Véneto y que se obtiene mezclando Aperol o Campari con vino blanco espumoso –normalmente Prosecco-, soda y una rodaja de naranja, todo servido en un vaso bien fresco con unos hielos. Después de una mañana de sumergirse en las aguas transparentes de esta isla, de tomar el sol sobre la arena o en las calas rocosas, todavía con el salitre en el cuerpo, beber un spritz sienta espectacularmente bien.

Rincones

Lo mejor es montar el campamento base en uno de sus campeggi, que disponen de duchas, espacios de hierba para las tiendas y zonas para las autocaravanas, oficinas con enchufes para cargar todos los aparatos electrónicos y también restaurante. Desde allí, ya sea en coche, en moto o en bicicleta, se puede salir cada mañana a la aventura con la seguridad de que daremos con algún rincón precioso, porque la isla no es excesivamente grande y las calas, en su mayoría, tienen mucho encanto. Eso sí, los italianos, o por lo menos los que frecuentan la isla, suelen ser adictos al sol y desde primera hora de la mañana –y cuando digo primera hora son las 8h- ya están plantando la toalla, llenando cada rincón de roca, de arena e incluso de agua. Por eso los cuerpos bronceadísimos abundan.

Lo más fácil es concebir la isla en dos mitades, la oriental y la occidental. En la parte oriental, hay dos lugares imperdibles: Cala Azzurra y la Spiaggia bue marino. La primera consta de una pequeña lengua de arena fina, protegida de los vientos. La otra es un conjunto de formaciones rocosas blancas impresionantes, como si fueran torreones rectangulares de diferentes anchuras con diferentes grutas.

En la otra mitad está Cala Rotonda, árida, llana, con un puente natural de piedra que el viento y el salitre han ido agujereando y redondeando y que se conoce como el Arco di Ulise. Desde allí, dependiendo de la época del año, se ven unas puestas de sol dignas de contemplar. Y para acabar el recorrido, el faro de Punta Sottile es un buen lugar.

De noche, la isla mantiene su encanto, desprendiendo un sentimiento de felicidad tranquila, de sosiego de verano. El cielo lleno de estrellas, las aguas en calma y el reflejo de las luces de los barcos que descansan anclados. 

Vueling vuela a diario a Palermo.

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