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Muere Manolo Tena, el rebelde converso de la movida

Manolo Tena: "No dormí en la calle porque mi familia no me dejó"

elDiarioes Cultura

Manolo Tena ha fallecido en Madrid a los 64 años, según ha dado a conocer la SGAE. Con un pasado plagado de sombras y un presente marcado por la recuperación de sus adicciones, el intérprete de Sangre española deja a los supervivientes de la movida madrileña un poco más huérfanos. El cantante se había volcado en la promoción de su nuevo disco Casualidades y de un emotivo documental sobre su trayectoria, fruto de la redención de un “profundo calvario”.

“El suicidio no es un ejemplo a seguir, porque morir es fácil, lo difícil es vivir. Mucha gente piensa que tener éxito es llegar”, declaró en una entrevista a El País en 1994, en referencia a la muerte de Kurt Cobain. Sus ganas de vivir le alejaron del fantasma de las drogas que se había llevado a muchos compañeros de batallas y referentes de su generación, como Antonio Flores, Antonio Vega o Enrique Urquijo.

Un jovencísimo Juan Manuel (como era conocido antes de ser rebautizado por la Movida) sintió la llamada del rock and roll por primera vez en A hard's day night de los Beatles. Manolo se crió en las calles de Lavapiés y los comercios del barrio madrileño fueron testigos de su tesón musical. La primera guitarra que cayó en sus manos fue gracias a trabajos a media jornada como botones, aprendiz de imprenta o dibujante. El resto de los ahorros iban a parar a discos, poemas y libros de John Mayall, Frank Zappa o Lyndsay Kemp.

Sus inicios en Spoonful fueron bajo pseudónimo -Lolilla Cardo- para cantar con sarcasmo y voz cascada sobre las injusticias sociales. Más tarde se deshizo del anonimato, pero no de su irreverencia. Tena cargaba contra el consumismo y la supremacía de Estados Unidos junto a su grupo Cucharada, en el que también apostaban por una curiosa escenografía teatral que no dejaba títere con cabeza. “Acabamos poniendo a un tío maniatado en el escenario, como si le hubiera dado una paliza la represión, y estábamos todo el rato diciéndole al público que lo soltaran. Hasta que el público no aguantaba más y subían a desatarlo”, explicaba el compositor.

Apenas un lustro después, Manolo Tena viró del underground con dejes de Led Zeppelin al post punk mimético de The Police. Alarma!!! no tuvo el éxito esperado, pero maduró algunos temas que fueron versionados y acogidos por la crítica como Frío o Marilyn.

El insólito renacer

“Confundí droga con revolución y antifranquismo con emborracharse y romper todos los platos. Hasta que no tocas fondo no te das cuenta de que lo hacías por imitación”, admitió el año pasado. Aunque Tena siempre aludía a los agujeros negros de sus comienzos, lo cierto es que su adicción le pisó los talones incluso en la cima del éxito. Sin embargo, ese infierno personal no le impidió experimentar un pequeño renacer en 1992 gracias a Sangre española.

Donde antes cantaba “quiero beber y no olvidar”, daba conciertos “esperpénticos” y se subía tambaleando a los escenarios de Galicia, el año pasado mostraba una versión incólume, sin fantasmas ni condenas. En la premiere de su disco Casualidades se presentó como un hombre recuperado y consciente de sus piedras en el camino. Lo hizo junto a un documental realizado por su hermano donde repasaba su trayectoria y recogía algunos de los momentos más sinceros del artista.

Se refería a sí mismo como un “superviviente” que ha tocado la valla por él y por todos los compañeros y amigos que sufrieron un desenlace fatal. “Nadie ha nacido para morir. Lo demás son cosas que pasan. Yo los siento superdignos. Creo que son vencedores. Por eso hablo de ellos en el documental, no solo como inspiradores, también como compañeros de un viaje que solo ellos y yo entendemos”.

Manolo Tena se dejó caer por el plató de A mí manera durante una ruta televisiva tras su regreso del inframundo. En el programa de la Sexta hizo alguna de sus confesiones más duras y recibió un cariño acorde. Esta hospitalidad renovada del público pudo ser su salvavidas, pero él siempre decía que había encontrado la paz en las letras. “En mis peores momentos, lo que me ha salvado ha sido escribir”. Ahora nos queda recordarle en homenajes que conjuguen su pasión por la música con esa literatura redentora.

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