Una exposición evoca la relación de Octavio Paz con Cataluña a través de correspondencia inédita

La exposición “Escritura indeleble del incendio” evoca desde hoy y hasta el próximo 1 de diciembre en el Consulado de México en Barcelona la intensa y continuada relación de Octavio Paz con Cataluña a través de numerosa correspondencia inédita con autores como Joan Miró, Tàpies o Pere Gimferrer.

Comienza la exposición con una reseña en las páginas de La Vanguardia del 18 de julio de 1937, que da cuenta de la participación de Paz en un mitin antifascista internacional de apoyo a la República en un centro cultural barcelonés.

El comisario de la exposición, Aurelio Major, ha explicado hoy al presentar la exposición que “Cataluña fue el centro de sus afinidades intelectuales y artísticas”, algo que ilustra con un dibujo que hizo Octavio Paz en 1991 a propuesta de Hans Meinke, titulado “Soledumbres”.

“Es el único dibujo que se conoce de Paz”, ha remarcado Major, y fue realizado en recuerdo de algunos de los personajes que lo recibieron en el puerto de Barcelona en 1968, el primer punto europeo adonde llegó Paz tras su renuncia como embajador en India.

Su relación con la intelectualidad catalana arrancaba de 1961, cuando acudió a Mallorca como jurado de los premios Formentor, invitado por el editor catalán Carlos Barral, y donde además inició una larga amistad con Jaime Gil de Biedma y Jaime Salinas.

Entre las primeras ediciones que se pueden contemplar figura la antología poética “La Centena (1935-1968)”, el segundo libro de Paz publicado en España, después del que se había editado en Valencia en 1937 bajo el título “Bajo tu clara sombra y otros poemas”.

Dos de los personajes clave de esa relación con la cultura catalana es, señala Major, el poeta y académico Pere Gimferrer, que fue su editor en Seix Barral, y el alemán afincado en Barcelona Hans Meinke, que publicó sus obras completas en Círculo de Lectores.

En las distintas visitas que Paz efectuó durante su vida a Barcelona estableció lazos de afecto y colaboración con Antoni Tàpies, Joan Brossa, Josep Palau Fabre y Josep Maria Castellet, así como con otros escritores y artistas más jóvenes como Andrés Sánchez Robayna, Frederic Amat o el poeta colombiano y catalán Nicanor Vélez.

En la exposición se suceden documentos inéditos como una carta de Paz a Joan Miró de 1974, otra a Carlos Barral de 1978, así como una misiva dirigida a Tàpies con quien publicó “Petrificada petrificante”.

En la carta a Miró, Paz anota: “En todo gran artista hay alegría no sólo en el hacer y en el inventar, sino también en el destruir y el desgarrar -otras formas del crear- y esto es particularmente cierto en la obra de usted”.

Posteriormente, Paz dedicó un poema de diez versos a Tàpies, uno de los cuales da título a la exposición, del que se ha seleccionado una obra creada en 2008 por el pintor barcelonés para recordar el décimo aniversario del fallecimiento del poeta.

Se muestra asimismo el ensayo “Los pasos contados”, publicado por la revista Camp de l'Arpa, entonces dirigida por Manuel Vázquez Montalbán, en la que, ha explicado Major, “Paz hace una revisión de sus lecturas formativas como poeta, un ensayo que no se recogió en sus obras completas”.

En otra de las secciones se exhiben varias cartas a Nicanor Vélez, el discurso del premio nobel dedicado al editor Hans Meinke, así como dos billetes del sorteo de la ONCE dedicados al poeta mexicano.

La exposición se cierra con la primera edición del “poema más ambicioso” de Octavio Paz, “Blanco”, diseñado por el barcelonés Vicente Rojo, que se muestra junto a algunas ilustraciones y la versión en vídeo de la escenificación que hizo Frederic Amat de este libro.