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La cuestión gitana en el debate electoral europeo

Imagen del Encuentro de Estudiantes Gitanos celebrado en enero en Madrid al que acudieron jóvenes gitanos de toda España/  ©Jesús Salinas.

Carolina Fernández

Fundación Secretariado Gitano —

Algunos partidos políticos aprovechan los períodos electorales como el actual, ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo, para sacar a relucir sus discursos más racistas porque saben que refuerza su posición entre su propio electorado, o incluso, les sirven para ganar nuevos seguidores. Pero si además los discursos van dirigidos contra la población gitana, saben que no habrá contestación pública. Los llamados partidos xenófobos, racistas, populistas, de extrema derecha, etc., en claro ascenso en las encuestas y que tanto nos asustan a la mayoría del electorado, pueden permitirse ese lujo porque la comunidad gitana no tiene una voz pública suficientemente fuerte como para hacerles frente, y porque la causa gitana no suscita adeptos entre la ciudadanía y, por tanto, los partidos políticos mayoritarios y tradicionales no se pronuncian.

Mientras presenciamos cómo campan a sus anchas en la Unión Europea ciertos partidos políticos sobre la base de un discurso abiertamente racista y antigitano, no hemos visto ninguna reacción del resto de partidos. Más bien al contrario, explícita o implícitamente, partidos y gobiernos de una ideología u otra les están haciendo el juego con medidas y decisiones políticas que refuerzan la imagen de la población gitana como ciudadanos de segunda. Los casos más visibles pueden ser Italia, y más recientemente, Francia (con un gobierno socialista), que han llevado a cabo el desmantelamiento de campamentos y expulsiones de familias gitanas; pero, implícitamente, otros países como Reino Unido o Alemania (con un gobierno de coalición que incluye al partido socialdemócrata) están tomando medidas para restringir el derecho de libre circulación y residencia en la Unión Europea motivadas, aunque generalmente sin mencionar la etnia, por la llegada de familias gitanas de Rumania o Bulgaria.

Suecia ha hecho público el mea culpa recientemente publicando un informe sobre los casos de discriminación hacia la población gitana en el último siglo, después de que el año pasado saliera a la luz la existencia de registros policiales de ciudadanos gitanos. Otros países como Hungría, Bulgaria, Rumania, República Checa o Eslovaquia, que aglutinan a la mayor parte de la población gitana de la Unión Europea, arrastran una historia de permisividad ante discursos antigitanos, agresiones racistas, construcción de muros segregadores, etc. Los casos son múltiples y diversos. En España la discriminación hacia la población gitana está muy arraigada y también hemos tenido casos puntuales de declaraciones antigitanas de responsables públicos, si bien es verdad que no adquieren el grado que presenciamos en otros países.

El pasado 8 de abril, con motivo del Día Internacional del Pueblo Gitano, Amnistía Internacional difundió un informe en el que denunciaba, una vez más, que Europa sigue sin sancionar los abusos contra los gitanos. El informe alerta del aumento del acoso en algunos países de la Unión Europea y recoge casos documentados de agresiones, manifestaciones antigitanas y violaciones de derechos humanos. Refuerza sus argumentos con datos de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea - FRA (el 90% de las personas gitanas en Europa vive en la pobreza y uno de cada cinco gitanos de la UE han experimentado la violencia racista).

Estamos cansados de ver en los medios de comunicación cuál es la situación de la población gitana en algunos países de la Unión Europea, las diferencias abismales en condiciones socio-económicas con el resto de la sociedad, la falta de oportunidades (“es que no quieren integrarse”), la marginación y la segregación a la que están tristemente acostumbrados. También es verdad que siglos de persecuciones, expulsiones y rechazo han creado una cultura de resistencia y desconfianza en la comunidad gitana difícil de combatir. Pero hay imágenes de asentamientos gitanos en países de la Unión Europea que parecen más propias de países subdesarrollados que de Europa. Espacios segregados de donde es casi imposible salir. ¿Cómo puede ser que los ciudadanos europeos no nos sintamos concernidos ante esta situación?

La Unión Europea ha sido tradicionalmente un espacio de garantía de derechos y de igualdad de oportunidades, pero está claro que hay una parte importante de la ciudadanía europea (más de 6 millones de personas) que no tienen garantizados sus derechos fundamentales. Por eso son tan importantes las próximas elecciones al Parlamento Europeo, para la comunidad gitana, pero también para el conjunto de la ciudadanía. Las próximas elecciones deben servirnos para reorientar la esencia del proyecto europeo hacia las personas. Debemos exigir al futuro Parlamento Europeo firmeza en la garantía de derechos y oportunidades para todos los ciudadanos europeos, independientemente de su origen étnico.

Desde la Fundación Secretariado Gitano hemos visto cómo han evolucionado las políticas hacia la comunidad gitana en los últimos diez años, impulsadas por las instituciones de la Unión Europea, y por eso creemos firmemente en el papel que pueden jugar. También, como en anteriores comicios, hemos elaborado un documento con propuestas a los partidos políticos ante estas próximas elecciones europeas.

El Parlamento Europeo y la Comisión han liderado en los últimos años un esfuerzo por establecer unos estándares mínimos en las condiciones de vida de la población gitana (a través de un Marco Europeo de Estrategias Nacionales de Inclusión de la Población Gitana) y por combatir la discriminación racial (Directiva 2000/43). La Unión Europea nos ha dotado de instrumentos y mecanismos suficientes para promover la inclusión social, y eso hay que reconocerlo; sin la presión que ha ejercido Bruselas, algunos Estados miembros no habrían dado un paso por avanzar en mejorar las condiciones de vida de la población gitana. Sin embargo, esas mismas instituciones europeas se muestran muy débiles en la defensa de la aplicación efectiva de la legislación europea y del cumplimiento de los compromisos políticos por parte de los Estados miembros.

La Unión Europea no ha sabido combatir con contundencia los discursos antigitanos que estigmatizan y criminalizan al conjunto de la comunidad gitana, reforzando así su imagen ante la sociedad como una carga social. Nunca se habla de su contribución al desarrollo de la cultura y de la historia de los distintos países europeos, ni de su potencial para construir una sociedad más cohesionada, más plural y diversa, y una sociedad económicamente más eficiente. Porque invertir en la inclusión socio-económica de la población gitana es, además, una medida económicamente eficiente, según el Banco Mundial, que acaba de publicar un informe (The Diagnostics and Policy Advice for Supporting Roma inclusion in Romania) sobre los costes asociados a su exclusión en Rumania, pero que ya lo hizo en 2010 en un informe sobre varios países (Roma Inclusion: An Economic Opportunity for Bulgaria, Czech Republic, Romania and Serbia).

En sociedades como la europea, cada vez más envejecida, con altos costes sociales derivados de las pensiones y los servicios sanitarios, el Banco Mundial nos tiene que recordar que invertir en la inclusión de una parte de la población, fundamentalmente joven, en el sistema educativo y en el mercado laboral supondría un crecimiento de la productividad, un aumento de la recaudación fiscal y la reducción de costes sociales (el Banco Mundial hace cálculos y aporta cifras). En definitiva, la inclusión de la población gitana no es solo un imperativo moral y social, sino también una medida económica eficiente. Aprovechemos ese potencial.

Los Estados miembros tienen a su disposición fondos europeos que, en el periodo 2014-2020, no solo permiten, sino que promueven, el uso de estos importantes recursos para luchar contra la pobreza y la exclusión, incluyendo específicamente a la población gitana. Utilicemos esos fondos para combatir los altos niveles de abandono escolar prematuro entre la juventud gitana, para su capacitación e incorporación al mercado laboral, de manera que la población gitana sea también parte de la recuperación económica en los próximos años y contribuya al crecimiento del conjunto de la sociedad.

Es importante que el futuro Parlamento Europeo tenga en cuenta que ésta es la vía, la de la inclusión y la cohesión social, y no la de la exclusión y las expulsiones. Pero para ello, los partidos políticos que concurren a estas elecciones tienen que pronunciarse, tienen que comprometerse con una Europa realmente integradora. Si no, el debate electoral quedará en manos únicamente de aquellos partidos que encarnan el rechazo, el odio y la discriminación.

La Unión Europea tiene una asignatura pendiente con la inclusión de la comunidad gitana. Mientras no seamos capaces de garantizar los derechos fundamentales y la igualdad efectiva de oportunidades de todos los ciudadanos de la Unión Europea, incluidos los más de 6 millones de ciudadanos y ciudadanas de origen gitano, el proyecto europeo no estará completo.

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