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La labor docente en una sociedad en crisis

Raúl Gijón, maestro

Que la escuela está en crisis es una evidencia que se impone constantemente. En todos los niveles educativos hay «algo que no funciona»: de un año para otro los problemas son mayores y más complejos, las contradicciones se acumulan, las dificultades de todo tipo aumentan. Y, en este contexto, los profesionales de la Educación se sienten poco apoyados por la sociedad y tienen que lidiar día a día con las repercusiones, no siempre positivas, que una sociedad en crisis provoca en el alumnado.

El sistema educativo se funda en la confianza en el docente y su capacidad profesional. Por ello, merece apoyo y reconocimiento en el ejercicio de su función, más en momentos de cambio social e incertidumbre. Es primordial promover un compromiso inequívoco con su alumnado, su centro y la Educación misma, y una actitud cooperativa con las familias y la comunidad. Y, para ello, es fundamental mejorar la formación, selección, desarrollo profesional y evaluación de estos profesionales.

Sin embargo, hoy, el profesorado padece un gran desánimo. El oficio de educar, que por su naturaleza siempre ha sido complejo, ahora se está haciendo cada día más complicado. Los docentes se sienten muy solos ante los retos, cada vez más difíciles que les presentan diariamente el alumnado y sus familias. Para “paliar” esta situación, se hacen propuestas en torno a la profesión docente basadas en el control de las evaluaciones, incentivos profesionales, currículos estandarizados y modelos de gestión tecnocráticos. Y, con ello se pretende que los docentes sean meros ejecutores de las directrices emanadas de las administraciones y transmisor de conocimientos, con una escasa profesionalidad y poco poder de decisión en Educación.

En cambio, continuamente los informes de la Unión Europa y de la OCDE reiteran que “si los alumnos no tienen buenos resultados es porque el profesorado no está bien preparado”, o sea, bien formado, desplazando la responsabilidad de los contextos sociales y económicos, de la procedencia del alumnado y de las propias políticas educativas. Con ello, sitúan la formación del profesorado como el principal indicador, por encima de la evaluación y de la propia evolución del alumnado, responsabilizando indebidamente al profesorado de los resultados del sistema educativo y de la desigualdad social.

Para rematar esta situación, la aplicación de la LOMCE está creando mayor malestar del que había en los centros de educativos. Entre otras cuestiones, esta ley promueve la reducción de la formación permanente, la discrecionalidad en la forma de contratación del profesorado y una precarización de las condiciones de trabajo del profesorado que no aseguran los mismos derechos ni garantías, no solo en cuanto a la estabilidad, sino a la falta de autonomía, pues refuerza las relaciones jerárquicas y abre un espacio a la arbitrariedad en el acceso a la profesión docente. Y ello no solo por los discutibles principios ideológicos, pedagógicos, psicológicos y sociológicos, en los que se fundamenta esta Ley, sino también por la forma precipitada con que se está intentando aplicar en un clima de rechazo muy generalizado, no sólo por el resto de partidos políticos sino también por gran parte de sociedad y por gran parte de los maestros y de los profesores.

Por todo ello, la primera medida que debería plantearse cualquier gobernante debería ser la de recuperar el nivel de inversión que España venía haciendo en Educación hasta la llegada del gobierno del PP con sus recortes.

Medidas concretas para mejorar la Educación.

Como no es mi objetivo en este artículo pontificar ni teorizar sobre los términos que podrían mejorar la Educación, me gustaría lanzar una serie de ideas que sitúan al profesorado en el centro mismo de la acción para mejorar nuestro sistema educativo:

1. Promover un espacio de diálogo cuyo objetivo sea el de alcanzar un acuerdo con todos los partidos políticos en aspectos básicos sobre Educación, no sólo con el resto de partidos políticos, sino también con la sociedad civil, especialmente con las Federaciones de AMPAS y con Sindicatos de maestros y profesores. La primera tarea de esa plataforma es la de elaborar un texto articulado con aspectos básicos sobre Educación y con medidas concretas.

  1. Implicar al profesorado, mediante canales permanentes, de consulta y de información. Respecto de las principales medidas sobre Educación, para lo cual se establecerán canales adecuados, sin perjuicio de las preceptivas consultas a Sindicatos y el resto de la comunidad educativa.
  1. Promover la elaboración de un Estatuto del Profesorado en el que se regule la formación, selección y promoción del profesorado.
  1. Desarrollar un Plan de formación inicial y permanente de maestros y profesores. Las actuaciones que se proponen para mejorar la formación inicial irán destinadas a potenciar el papel de las prácticas en esa formación para lo cual se seleccionarán centros que desarrollen buenas prácticas y maestras y profesores cualificados.
  1. Firmar un convenio con la Universidad de Extremadura para que maestras y profesores puedan dar clase a tiempo total o parcial a los futuros maestros o profesores de Secundaria.
  1. Incrementar y mejorar las ayudas para realizar estancias en otras regiones y en el extranjero para conocer otros modelos educativos y prácticas de éxito.
  1. Convocar el mayor número de plazas disponibles en las próximas oposiciones. El objetivo será establecer una tasa de reposición de efectivos del 100% y que se ejecuten planes de recuperación de los puestos docentes perdidos desde el año 2010.
  1. Convocar un curso de formación para todo el profesorado que promueva la actualización metodológica y profesional. Dicho curso deberá realizarse por todo el profesorado en el plazo de 5 años.

Hay más propuestas, pero ni éstas son sólo mías, como puede verse son extraídas del sentido común, de la experiencia docente y de lecturas cotidianas de la realidad, ni están todas las que necesitamos para revertir la situación actual. Aquí las dejo con la intención de que se rebatan o, bien sean debatidas allá donde proceda.

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