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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Soy extremista, radical y populista, ¿y qué?

Joaquín Sánchez, 'el cura de la PAH'

En esta sociedad una persona neoliberal, ultraliberal y facha se sentirá muy contenta porque ha logrado tener una presencia pública, acciones y declaraciones sin ningún tipo de complejos, con un tono prepotente, soberbio, desafiante y provocador. Ha logrado que determinadas palabras puedan ser descalificadoras, como socialista, comunista o podemita.

Se sentirán contentos porque han logrado que gane la derecha pura y dura en Francia y la sociedad respire porque no ha ganado la extrema derecha. Nos quedamos a las puertas de extrema derecha y nos sentimos liberados cuando ha ganado el capitalismo salvaje de Macron. Se sentirán contentos porque han logrado que la izquierda se sienta acomplejada y muchos digan que renuncian al socialismo, que tiene grandes valores y ha aportado mucho a la humanidad, y que son socialdemócratas, eso sí, moderados.

La gente de izquierda, en este proceso de acomplejamiento y de falta de autoestima política, tiene que estar justificando siempre que son muy sensatos. Se sentirán muy contentos porque han hecho que pongamos al mismo nivel la extrema derecha, racista, clasista y homófoba, con la izquierda que defiende el Estado de Derecho y el estado de bienestar social, con lo cual se ha creado una abanico para ellos perfecto que va de la derecha dura al centro izquierda. En cambio, más allá del centro izquierda es el caos social.

¿Qué pasaría si en el Congreso de los Diputados alguien te dijera despectivamente socialista, comunista o podemita y tú le respondiera con el término facha? Posiblemente, la presidente del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, interrumpiera pidiendo respeto a la persona que utilizara la palabra facha. En los años ochenta la gente presumía de izquierdosa y la gente de derecha guardaba silencio. Ahora es al contrario.

Este sistema les ha funcionado de tal manera que han provocado esta estafa financiera y, como consecuencia de esta estafa, se ha producido una crisis económica con la que se han enriquecido y quien la paga es la ciudadanía. Los ciudadanos la estamos pagando en pobreza, miseria y exclusión.

Hemos visto el anuncio del Banco de España de que se va a condonar al sistema financiero una nueva deuda de 60.000 millones de euros. Han logrado que una persona que defienda valores tradicionales como la justicia, la libertad, la paz, la igualdad aparezca como demagogo, mentiroso; y los corruptos, en cambio, como personas de bien y sensatas. Lo dicho. Este sistema funciona para los malvados. Han destrozado a España, la han roto con la pobreza y la desigualdad y aparecen como valedores de la unidad.

A una persona que defienda un trabajo digno, estable y seguro se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que quiera que no haya niños desnutridos se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que quiera que nuestros mayores tengan una pensión que les permita vivir con dignidad y que quiera una ley de dependencia que responda a las necesidades de nuestros mayores se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que quiera que el derecho a la vivienda sea inviolable se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que quiera una sociedad fundamentada en derechos sociales y laborales enraizados en los Derechos Humanos se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que quiera unos servicios públicos de calidad, sanidad, educación y política social se le considera un extremista, un radical y un populista. A una persona que vaya contra el negocio empobrecedor de las privatizaciones, que se basa en las pérdidas para el Estado y los beneficios para las grandes empresas y las grandes fortunas se le considera un extremista, un radical y un populista. Si una persona quiere medidas para conservar nuestra naturaleza y que no sigamos destruyendo nuestro planeta se le considera un extremista, un radical y un populista. Si una persona quiere una mayor y mejor democracia, una democracia real, profundizar en la democracia, una democracia que defienda y proteja las libertades y las protestas sociales se le considera un extreminsta, un radical y un popular. Si una persona quiere unos medios de comunicación al servicio de la verdad, de la justicia y de la libertad, en contra de las mentiras, de las manipulaciones y el miedo se le considera un extremista, un radical y un populista. Si una persona no quiere la corrupción, sino la honestidad y la honradez, se le considera un extremista, un radical y un populista.

Si queremos un mundo humano, humanista y humanizador necesitamos muchas personas extremistas, radicales y populistas con la exigencia de la coherencia entre nuestros ideales y nuestras vidas. Tenemos que vivir en nuestra realidad personal y social el cambio que queremos. Hoy en día se les hubiera considerado extremistas, radicales y populistas a esas mujeres que lucharon por la igualdad entre hombres y mujeres. A los grandes humanistas que han hecho avanzar la sociedad teniendo como horizonte la dignidad humana hoy en día se le considerarían extremistas, radicales y populistas. Lo dicho, necesitamos extremistas, radicales y populistas si queremos tener esperanza en ese mundo humano, en esa humanidad de todos, para todos y con todos.

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