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Desearía que ser madre de un transexual fuera igual que de un niño pelirrojo

Desearía que ser madre de un transexual fuera igual que de un niño pelirrojo

EFE

Madrid —

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Natalia Aventín es la madre de Patrick, un niño transexual de 14 años, que nació con cuerpo de niña pero desde que comenzó a hablar siempre se trató a sí mismo como un niño y con esa identidad siempre le han tratado su familia y su entorno escolar; aunque esa normalidad se rompió con la administración.

“Me gustaría que no se viera como extraordinario ser madre de un menor transexual, que fuera igual que ser madre de un niño pelirrojo; sin que tuviera mayor connotación”, afirma en una entrevista con Efe, Natalia Aventín, que preside la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis.

En su caso, nunca hubo un proceso de “tránsito doloroso” y de lucha para ser escuchado, como les ocurren a muchos niños transexuales, y por eso cree que esa normalidad con la que se asumió la comunicación de su hijo “demuestra que es posible en todos los casos, como se ha hecho en muchas familias”.

“Con dos o tres años, cuando empezó a hablar, se vio como un niño; con su juego, su mundo simbólico y con su lenguaje se trataba a si mismo en masculino; le respetamos y poco a poco fuimos tratando eso con normalidad”.

Natalia, que recuerda que la transexualidad sigue apareciendo en los manuales de psiquiatría como una enfermedad mental, destaca que muchas familias han dicho “basta” y han iniciado la lucha en defensa de los derechos de sus hijos, aunque queda mucho camino.

“Hace unos años una niña o niño decía algo a sus padres y por incomodidad le hubieran castigado, dado una bofetada o expulsado de la familia, lo que condenaba a muchas personas a la marginalidad”.

Opina que “si las familias escuchan a los niños, no debe haber ningún tipo de trauma o de choque que afrontar y beneficia a los niños transexuales porque les permite tener una vida con un alto grado de bienestar”.

En su caso, tras un largo recorrido judicial consiguieron el cambio de nombre en el registro, pero también que el Tribunal Supremo planteara una cuestión de constitucionalidad respecto a la ley de 2007 que regula los cambios por sexo en los registros civiles, porque podría ser discriminatoria al no incluir a los menores, relata.

“Nos hemos encontrado siempre con el obstáculo de la administración”, explica esta madre, primero en la solicitud de cambio de nombre en el registro y más tarde con los tratamientos hormonales que pidieron en el sistema sanitario. “Ahora sí tiene asistencia sanitaria”, explica Natalia, que vive en un pueblo de Huesca.

Por ello, aprovechando el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia -que este año quiere visibilizar la discriminación que sufren las personas transexuales y bisexuales-, pide que deje de considerarse una enfermedad y que se defienda “la libertad de autodeterminación de género”.

“Es necesario una legislación estatal que aúne todos los derechos en todas las CCAA, tanto en el ámbito educativo como sanitario, porque hay unas desigualdades enormes”, señala esta madre activista, quien reclama además que se cumpla la recomendación europea “de facilitar las modificaciones transexuales de forma ágil y barata”.

“Ir al ambulatorio, abrir una cuenta en un banco, viajar a otro país o recoger un paquete” pueden suponer grandes problemas para las personas transexuales si no se facilita su cambio de nombre.

Natalía Aventín rompe el “mito y la leyenda de que los transexuales deban cambiar su cuerpo” cuando un niño nace con cuerpo de niña o al contrario. “Puede haber un niño que tenga pecho y vulva y no le moleste para nada”. “En las personas adultas, sólo el 17 por ciento de las mujeres transexuales se hacen una vaginoplastia”.

“No es obligatorio, hay personas que no se someten a ningún tipo de tratamiento, no es una cuestión de transformarse porque no es una enfermedad, en la que tengas un cuerpo equivocado, ni nada parecido”.

“Las personas no somos genitales, somos conciencia”, explica esta madre, quien pone como ejemplo a una persona que por una enfermedad haya perdido sus genitales y que se seguirá sintiendo con la misma identidad sexual. “El sentimiento de hombre o mujer no reside en los genitales, sino en su cerebro”.

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