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Marruecos, la cumbre que decide la letra pequeña para salvar la Tierra del cambio climático

La crisis ha provocado la reducción de emisiones / EP

Raúl Rejón

La Conferencia sobre Cambio Climático (COP22) de Marrakech arrancó el 7 de noviembre, tres días después de que entrara en vigor el Acuerdo de París alcanzado en la COP21 de 2015: los países se comprometieron a que el planeta no se caliente más allá de los 2ºC . ¿Es que quedaba algo más para revertir el calentamiento global? Todo.

El texto de París estableció un límite de temperatura. Pero ya avisaba de que sería mejor rebajarlo a 1,5 ºC. El objetivo debía alcanzarse a base de los compromisos voluntarios de los firmantes, pero ¿cómo saber si se está en el buen camino? Y quién paga la factura.

De eso va Marrakech 2016: sobre los reglamentos para revisar los objetivos de cada país, sobre la financiación para que el Sur Global pueda desarrollarse sin recurrir a la energía sucia. Sobre ampliar la ambición para rebajar todavía más el calentamiento global (en 2015, se comprobó que la temperatura de la Tierra había crecido 1ºC. La mitad de todo el margen marcado para 2100). “Es un menú bastante técnico. De una importancia máxima aunque un sex appeal mínimo”, comenta el coportavoz de Equo y diputado Juan José López de Uralde.

Dimensión política

Es la primera vez que esta conferencia de la ONU se celebra tras el Acuerdo de París. “Eso hace que tenga una dimensión política evidente”, reitera López de Uralde. Un síntoma: hace un año, en la capital francesa, EE UU envió al frente de las negociaciones a su secretario de Estado, John Kerry. Para esta ocasión está anunciado el secretario de Energía, Ernest Moniz –un reputado físico– y el Enviado Especial de Cambio Climático, Jonathan Pershing.

El presidente español, Mariano Rajoy asistirá junto a la Ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. Sin embargo el Congreso de los Diputados tuvo que dar marcha atrás a última hora en su decisión de no permitir que acudiera una delegación de parlamentarios a la ciudad marroquí. Viajan los portavoces de PP y PSOE en la Comisión de Medio Ambiente.

La letra pequeña de la lucha contra el cambio climático, crucial para concretar medidas, se presta al regateo político, cosa impensable en la COP21. De hecho, a Francia acudieron 50.000 delegados. A Marrakech se han enviado 15.000.

Por su parte, Héctor de Prado, del área de Cambio Climático de Amigos de la Tierra, cuenta que “no se espera que haya mucho contenido porque se calcula que las primeras decisiones importantes llegarán en 2017 o 2018 pero, parece que hay interés en que haya una declaración sobre la voluntad de desarrollar el proceso”.

La contabilidad climática

Uno de los puntos de mayor bloqueo en las reuniones preparatorias de la COP22 ha sido cómo y cuándo revisar los compromisos para limitar la producción de gases de efecto invernadero de los países. El acuerdo es hacerlo cada cinco años pero no hay todavía consenso sobre si la primera evaluación será en 2020 o en 2025. Una diferencia notable.

Las discusiones se centran en cómo contabilizar las emisiones. No es lo mismo hablar de reducción a secas que incluirle el apellido “neto”. Este último permite restar a lo que se lanza, el volumen de CO que se calcula atrapado en “sumideros” como los bosques.

Igualmente se debate sobre si se pueden llevar cupos de emisiones no gastados durante un año para restar a los gases que vayan a las atmósfera en ejercicios posteriores: contabilidad climática como la utilizada por el sector de la aviación comercial para no cortar su actividad.

Para el año 2018, debe estar preparado un trabajo del Panel Científico de la ONU sobre la necesidad de rebajar el calentamiento a esos 1,5 ºC. Sin embargo, “parece que se va rebajar esa ambición y se quedará en un análisis de la situación lo que, en la práctica, bloquea la posibilidad de ejercer presión a las partes para que sus planes estén en el buen camino”, se lamenta el responsable de Cambio Climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz.

La coordinadora de Política Climática Internacional de la coalición de ONG Climate Acion, Ulriika Aarnio, cuenta que “las conclusiones de los trabajos preparatorios para la conferencia de la Unión Europea hicieron hincapié en que todas las partes deben actuar para aumentar la ambición antes de 2020. Los planes nacionales [de recorte de emisiones] son inadecuados”. Pero parece que “hay poco compromisos a este respecto por parte de la propia UE”.

A quién le toca pone el dinero

El norte desarrollado debe financiar al sur. El Fondo Verde para que los países desfavorecidos puedan crecer sin contaminar debe nutrirse con casi 100.000 millones de euros anuales. “Tienen que ver cómo se cubre el hueco que falta para cumplir a partir de 2020”, explica Andaluz. España, de momento, lleva bastante retraso. Ha aportado dos millones de los 120 que le corresponden. A la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, esto no parece preocuparle porque precisamente “hay un calendario hasta 2020”.

Sin embargo, Héctor de Prado apunta a que “hay incertidumbre sobre la aportación de EEUU”. Una de las maneras en las que la siguiente administración estadounidense, bajo el mandato de Donald Trump, puede boicotear el Acuerdo de París sin revocar formalmente la firma del mismo por parte de Barack Obama.

Con todo, Ulriika Aarnio de Climate Action cree que es el apartado donde podrán verse “algunos anuncios por parte de los gobiernos. Pero, en general, los resultados de esta COP22 serán muy pocos”.

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