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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Andalucía, el muro de alcaldes del PSOE frente a la pértiga del PP hacia la Moncloa

Daniel Cela

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El mapa municipal andaluz es el más extenso del país -6,5 millones de electores-, una quinta parte de la población nacional. Andalucía tiene una fisonomía geopolítica compleja: un gobierno autonómico con mayoría absoluta del PP y 785 municipios, el 73% gobernado por las izquierdas y el 27% por las derechas.

El PSOE es el partido más votado en el ámbito local -1,4 millones en 2019-; y el PP es la primera fuerza a escala regional -1,58 millones en las autonómicas del año pasado-. Los socialistas controlan 459 alcaldías, entre ellas cuatro capitales (Sevilla, Huelva, Granada y Jaén); los populares 189, entre ellas Málaga, Almería y Córdoba.

Al desplegar este mapa sobre la mesa, se puede encontrar orientación para llegar a la Moncloa en las generales previstas para final de año, claves sobre el estado anímico del PSOE y claves sobre el impulso que ejerce la reciente mayoría absoluta de Juan Manuel Moreno en el PP de Alberto Núñez Feijóo.

PSOE y PP son los únicos partidos que presentan candidatos en todos los municipios de Andalucía. Hay tres presidentes del Gobierno -Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy- que repitieron la misma frase brújula para interpretar estos comicios: “Para gobernar en España, hay que ganar en Andalucía”. El peso poblacional aquí es similar al de Cataluña en las urnas, pero el termómetro en el sur siempre fue más fiable, porque no existe el factor distorsionante de los nacionalismos. Andalucía aporta 61 diputados al Congreso (de 350) y 32 senadores (de 208 electos).

El botín de Ciudadanos: más de 300.000 votos

Estos comicios evidencian el hueco que deja un Ciudadanos en descomposición: de los 323 candidatos que postuló en las municipales de 2019 pasan a tener 110. Los naranjas estaban en auge hace cuatro años, lograron 308.570 papeletas, 447 concejales y una veintena de alcaldías. Su desaparición del Parlamento andaluz en las autonómicas del pasado junio deja ese botín en manos del PP, que ha fichado a sus principales referentes en los municipios donde eran más representativos.

El camino inverso lo hace Vox, con un crecimiento exponencial en su implantación territorial: de los 161 candidatos que presentó en 2019 pasa a tener 354 (la mayoría en municipios de menos de 5.000 habitantes). El grupo ultraderechista ha desplegado una estrategia muy distinta a la que siguió Ciudadanos al aterrizar en Andalucía: los naranjas se hicieron fuerte en las urbes, los de Santiago Abascal han desplegado a sus hombres en municipios del interior rural, con un discurso atrápalo todo que se alimenta de la crisis estructural del campo andaluz: agricultores, ganaderos, regantes... Un discurso que enfrenta economía con medioambiente, un pulso que libra con el PP y que tiene su máximo exponente en la polémica ley para legalizar regadíos en el entorno de Doñana.

A la izquierda del PSOE, hay un guirigay de partidos mezclados en coaliciones varias. No muy distinto al de 2019, cuando Podemos e IU concurrieron en coalición en 208 municipios bajo la marca Adelante. En 83 localidades fueron separados. Las confluencias de izquierdas en el 28M predibujan el escenario de acuerdos y desacuerdos de partidos que orbitan en torno a Yolanda Díaz como gran cartel electoral de las generales.

En Andalucía, la pieza clave de este espacio sigue siendo IU, por su implantación territorial y peso específico superior al resto de formaciones. Las coaliciones de IU con Podemos y otros partidos de signo andalucista, ecologista, etc suman 302 candidaturas, y su marca comparte la preposición “Con”; las coaliciones de IU con Más País y otros grupos (es decir, sin Podemos) suman otras 206 candidaturas. IU se presenta sola en 26 municipios y hay otros tres donde se mezclan con una candidatura local. En total, presentan listas en 537 municipios de Andalucía, donde viven 5,7 millones de personas.

Fuera de esa órbita de candidaturas en torno a Yolanda Díaz está la coalición Adelante Andalucía, la plataforma andalucista impulsada por Teresa Rodríguez. Es una marca resignificada que se ha apartado de Podemos e IU, aunque en Cádiz mantiene el vínculo con sus ex socios para tratar de retener la única alcaldía que lograron hace cuatro años. En total se presentan en 35 municipios andaluces, que aglutinan al 40% de la población.

El PSOE andaluz, hegemonía en el mundo rural

La campaña para las municipales del 28 de mayo arranca esta medianoche. Los principales líderes del país juegan a “nacionalizar” estos comicios, sobre todo en Andalucía, que cerró sus autonómicas hace un año. En las grandes urbes es más fácil que se filtre el debate nacional, esa suerte de plebiscito contra Pedro Sánchez que ha planteado el PP en su estrategia para llegar a la Moncloa.

El 80% de la población andaluza se concentra en las ocho capitales de provincia y en las 29 ciudades de más de 50.000 habitantes, donde los partidos han programado mítines y actos electorales de sus principales dirigentes nacionales. Pero en Andalucía, el peso de los municipios rurales es significativamente superior al de otros territorios y la noche del 28M se van a contabilizar el número de alcaldías conquistadas.

El 89% de sus municipios andaluces (702) tiene menos de 20.000 habitantes; el 52,7% de sus localidades (414) está en la horquilla de 1.000 a 10.000 habitantes; y 218 pueblos no llegan a los mil vecinos. El PSOE andaluz, en horas bajas desde su derrota en las andaluzas, conserva una ostentosa hegemonía en el mundo rural, con 459 alcaldías frente a las 189 del PP.

Los socialistas tienen más implantación rural que urbana, no es casual que Moreno haya desplegado sus fuerzas en puntos estratégicos del interior andaluz para tratar de reequilibrar el poder municipalista. No es casual que la sequía, la inflación que golpea al sector agroalimentario y los regadíos en el entorno de Doñana -con un pulso desmedido frente al Gobierno de la nación y la Comisión Europea- se hayan convertido en el leit motiv de esta campaña. Los alcaldes del PSOE en Andalucía, aunque en muchos casos jueguen a su marca personal frente a las siglas del partido, pueden aportar un peso decisivo a la cuenta de resultados final de Sánchez de cara a las generales.

Socialistas y populares aseguran que ganarán las elecciones del 28M pero, ¿cómo se interpreta la victoria en unos comicios que se libran en una doble pista: municipales en directo; generales en diferido? ¿Gana el partido que computa más votos en toda Andalucía? El PSOE es ahora la primera fuerza en el 93,3% de las localidades, aunque no gobierne en todas ellas. ¿Gana el que logra más alcaldías? ¿El que aglutina más concejales? ¿El que obtiene las alcaldías de los municipios más poblados y, por tanto, gobernará sobre un mayor número de ciudadanos? ¿Gana el que presida más diputaciones provinciales?

2.800 millones, el botín de las diputaciones provinciales

La victoria del 28M se mide de muy distintas maneras: en términos cuantitativos, sí, pero sobre todo en repartos de poder institucional y simbólico. El poder institucional está, sobre todo, en las ocho capitales de provincia y en las ocho diputaciones provinciales, que manejan un presupuesto global de 2.749 millones de euros.

El PP andaluz ha hecho un ejercicio casi quirúrgico de selección de candidatos nuevos en municipios clave, en muchos casos fagocitando a alcaldes y dirigentes locales de otros partidos, en otros absorbiendo a los de Ciudadanos, en todos estos casos relegando a sus veteranos sobre el terreno. El objetivo no es tanto ganar las alcaldías en enclaves sólidos del PSOE, sino aumentar el número de concejales en esos puntos del mapa determinantes para gobernar la diputación provincial. Las diputaciones no sólo son instituciones de poder político y económico, son el sostén y el foco de influencia de todos esos municipios pequeñitos de la comunidad donde los socialistas conservan su verdadero músculo orgánico, su último bastión.

El PSOE preside seis diputaciones provinciales -Sevilla, Cádiz, Córdoba, Huelva, Jaén y Granada- y el PP tiene dos bajo su control: Málaga y Almería. El secretario general del PP-A, Antonio Repullo, lanzó hace meses el vaticinio más optimista, del que luego se arrepintió: conquistar “ocho de las ocho diputaciones” provinciales; Moreno, más cauto, enfrió las expectativas y habló de “equilibrar” el actual reparto de alcaldías y diputaciones con el PSOE.

El arrastre del efecto Moreno

Los populares ven factible ganar la diputación de Córdoba y algunas encuestas internas, bajo el efecto movilizador de la crisis de los agricultores y los regadíos en Doñana, les acerca a la diputación de Huelva. Sería una derrota absoluta para los socialistas a lo largo y ancho del partido, porque el pulso contra la ley de PP y Vox lo han librado desde Sánchez y la ministra de Transición Ecológica hasta el último concejal de la Corona Norte de Doñana.

El 28M se dirime el poder municipal andaluz bajo la influencia cercana del efecto Moreno, que conquistó la primera mayoría del PP en la historia autonómica hace apenas un año. Los hombres del presidente de la Junta aspiran a arrastrar el empuje de su candidato hasta finales de mayo, convirtiendo al PP en la fuerza hegemónica de la Andalucía municipal.

Cambiar las urnas autonómicas por las locales tiene un impacto drástico en esta región más que en ninguna otra: los socialistas perdieron 400.000 votos en las elecciones andaluzas de 2018 -perdieron la Junta tras 37 años en el poder-, pero recuperaron esos votos en las generales y municipales de 2019.

Una de las claves del 28M será, de nuevo, la participación. La derrota del PSOE en las autonómicas de 2018 no se entiende sin la participación del 56,5%, la segunda más baja de la historia autonómica. Seis meses después, la participación subió 4,9 puntos en las municipales de mayo de 2019, hasta el 61,4%. La movilización es la obsesión de las fuerzas progresistas para retener y ganar alcaldías, sobre todo en aquellas ciudades donde concurren dos candidaturas enfrentadas a la izquierda del PSOE.

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