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El temporal derriba las chabolas que inmigrantes de Lepe acababan de reconstruir

chabola

Fermín Cabanillas

A perro flaco todos son pulgas, y algunas veces de forma cruel. Medio centenar de personas que “viven” en Lepe se han quedado sin lo que ellos llaman viviendas por segunda vez en dos semanas, una por un incendio y otra por un vendaval, y lo peor es que creen que puede que no sea la última.

Se trata del grupo de inmigrantes que ocupa unos terrenos junto al cementerio de Lepe, que hace dos semanas vieron como su campamento desaparecía en cuestión de minutos por un incendio. Algunos encontraron una vivienda, otros decidieron marcharse del pueblo, y otros volvieron al mismo campamento, y han vuelto a correr la misma suerte, ahora por el viento. El pasado domingo entraba por la costa de Huelva un vendaval que todo el día dejó vientos con picos de más de 90 kilómetros por hora, y por mucho que intentaron salvar las chabolas, no fue posible.

Las razones son diversas, aunque como explica Rahmed, uno de los afectados, el viento se ha cebado sobre todo con las chabolas más nuevas, “que todavía no estaban asentadas bien en el terreno, o no tenían los suficientes ramajes como para asegurar que se mantuviesen estables”.

Y es que, como recuerda, mantener las “casas” en pie es una labor que no tiene fin, “y requiere estar, sobre todo en invierno, poniéndoles ramas, plásticos, cuerdas, y todo lo que se pierde para mantenerlas, pero las nuevas no aguantaron”.

Sí aguantaron, explica, algunas “bien situadas”, como las que se encuentran cerca de la valla del cementerio, que sirvió para cortarles el viento, o las que están protegidas por árboles, sobre todo los naranjos que rodean el campamento. Otras, forman un bloque ellas mismas, de modo que se protegen entre ellas de los elementos.

En total, una quincena de chabolas fueron arrasadas por los elementos, aunque no parece que sus habitantes estén dispuestos a tirar la toalla, y algunos han comenzado a levantarlas por tercera vez en menos de un mes. La confianza es que estén terminadas y aseguradas antes de que lleguen vientos fuertes de nuevo.

Para paliar este problema algunas organizaciones se han puesto a trabajar, y han surgido iniciativas como la de la fundación CEPAIM, que está elaborando un censo de viviendas a las que se podrá acceder por una cantidad en torno a los 80 euros por persona, de modo que un grupo de 3-5 personas ocupe una casa con el compromiso de pagar un alquiler mensual que sea asequible.

Esta es una iniciativa del Consorcio de Entidades para la Acción Integral con Migrantes (CEPAIM), ONG que trabaja con inmigrantes en distintas áreas, como detalla Aristide Katare, que explica que es una de las acciones encaminadas a eliminar los asentamientos que se reparten por todos los pueblos freseros de la provincia, que esta entidad cree que, con ideas como esta, se podrían erradicar en menos de cinco años.

Para crear esta bolsa de viviendas, Katare ha indicado que se han puesto en contacto con los propietarios de viviendas sin ocupar en varias zonas, de los que han conseguido un compromiso de cobrar un alquiler que sume 350 euros al mes como máximo, en función del número de personas que vayan a vivir en la casa.

“Está claro que muchos creen que su objetivo es reunir todo el dinero posible para mandarlo a sus familias, renunciando a una vivienda digna para ellos, pero también tienen que pensar que si han salido de su país en busca de una vida mejor, no pueden retroceder hasta el punto de vivir en una chabola”, ha dicho.

Ha reconocido que los inmigrantes prefieren vivir en casas que se encuentren cerca de las plantaciones agrícolas en las que tienen posibilidades de trabajar, de modo que en el listado se está dando preferencia a las viviendas que cumplen con esa característica.

Para Katare, el problema de los asentamientos “es algo que no se arreglarán mientras nosotros, los inmigrantes, no queramos”, de modo que se ha mostrado confiado en el éxito de esta iniciativa.

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