Espadas no frena la sangría de un PSOE que naufraga y confirma su grave crisis estructural en Andalucía

Antonio Morente

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El 19J ha dejado al PSOE andaluz enfrentado a una cruda realidad: su crisis no es coyuntural, sino claramente estructural. Los socialistas han hundido aún más el que creían que era su suelo, el de 2018, perdiendo tres escaños y 127.000 votos. Juan Espadas no ha sido capaz de frenar la sangría, empeorando los resultados que cosechó Susana Díaz y poniendo sobre la mesa que el problema del PSOE va más allá del candidato y que ha perdido la sintonía con el electorado andaluz. El resultado es la peor derrota en la historia del socialismo andaluz.

Desde la recuperación de la democracia, los socialistas sólo bajaron del millón de votos en Andalucía en las elecciones europeas de 2014, cuando se quedaron en 938.866 sufragios. Ahora se han situado lejos incluso de esta cifra, un naufragio de condiciones épicas si se mira un poco más atrás y se compara con lo ocurrido en 2015: en siete años ha perdido más de medio millón de apoyos, diluyendo de manera espectacular una hegemonía que históricamente había parecido inabordable.

El escenario para los socialistas es casi el peor que podía darse, porque empeoran los resultados que cosecharon en los últimos comicios con el liderazgo de Susana Díaz. Esto inevitablemente puede reabrir la caja de los truenos en un partido que está todavía curando esas heridas, un proceso que se inició cuando el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, eligió a Espadas para relevar a Díaz. El por entonces alcalde de Sevilla cumplió con la tarea y ganó hace un año las primarias que acabaron con la expresidenta en el Senado. Habrá que ver la evolución de las próximas horas, aunque por lo pronto el tercero en discordia en aquellas primarias, Luis Ángel Hierro, ya ha pedido su dimisión. Espadas ha hablado este domingo como “jefe de la oposición”, lo que augura que ni mucho menos piensa dar ese paso, y también vía Twitter le llegaba el apoyo de Sánchez, que le agradecía “el gran trabajo realizado” y avanzaba que “nuestro partido será siempre garante de los servicios públicos, la igualdad y los derechos sociales”.

Espadas ha admitido que, como candidato, se puso un objetivo “que no era otro que la movilización del electorado y eso no se ha producido”, con la consecuencia de que “cuando la participación es baja, es la izquierda la que suele sufrir esos resultados”. En realidad, la participación ha superado a la de 2018 (58,3% frente al 56,56 de hace cuatro años), pero lo que ha fallado a la hora de la verdad es la movilización de izquierdas o, simplemente, que el electorado andaluz ha virado con fuerza a la derecha. Sea como sea, el secretario general socialista ha insistido en que “sin movilización es muy difícil para la izquierda”.

La jornada ha arrojado resultados demoledores para el PSOE: ha cosechado poco más de 880.000 votos (ha caído un 3,85%), la pérdida de tres escaños (en Cádiz, Córdoba y Sevilla) y detalles tan demoledores como su rotunda derrota en la provincia de Sevilla, donde no había perdido ningunas elecciones desde la reinstauración de la democracia. Aquí también se ha producido dos hechos especialmente significativos, el primero de ellos la dura derrota en el simbólico municipio de Dos Hermanas, considerado el corazón del socialismo andaluz e incluso nacional. La imagen del mapa andaluz teñido exclusivamente de azul es histórico, la primera vez que se da esta imagen. El otro ha ocurrido también en Sevilla, cuando el PP ha sumado su escaño número 58 (el noveno en la provincia) arrebatándoselo al PSOE y más concretamente a Verónica Pérez, mano derecha de Susana Díaz.

“Se ha recuperado la calle”

A Espadas, y con él a todo el PSOE andaluz, le toca ahora una profunda reflexión, por no hablar de las consecuencias que se van a elevar a escala nacional ya que, al fin y al cabo, Andalucía ha sido siempre el gran granero de votos socialistas. Por ello, se ha marcado como objetivo desde este lunes “ponerse en pie para volver a recuperar la confianza de Andalucía”, con la vista sobre todo puesta en las elecciones municipales de mayo del año que viene.

Dentro de la “adversidad” para los socialistas, su secretario general ha querido dejar el mensaje esperanzador de que “recorrer este camino nos ha venido muy bien” para cohesionar a la organización, pese a que ha sido “una campaña muy desigual y difícil” al tener “sólo siete meses para conformar una alternativa” al relato del PP, “que no se corresponde con la Andalucía real”. A su juicio, “se ha recuperado la calle, ha sido una ducha de realidad con la que se construyen los partidos con raíces en el territorio”.

“Desde mañana soy jefe de la oposición, ahí me van a tener defendiendo los derechos de los andaluces”, ha proclamado un Espadas que ha estado al borde de la emoción al recibir en más de una ocasión los aplausos de su Ejecutiva. Entre sus objetivos, se marca “defender con más fuerza que nunca los servicios públicos, los derechos de las mujeres, el empleo de calidad, el 28F y los pilares de nuestra tierra”. “Lo haremos desde una oposición útil, de Estado”, una labor en la Cámara andaluza que “será contundente y eficaz” de control al Ejecutivo.

Una situación que no es nueva para Espadas

Una derrota de semejante calibre no es nueva para el secretario general socialista, tal y como él mismo reconocía. “Desgraciadamente ya viví esta situación en 2011, sé lo que se siente cuando se pierden unas elecciones”, en referencia a la primera vez que optó a la Alcaldía de Sevilla, cuando Juan Ignacio Zoido (PP) logró la mayoría absoluta más rotunda de la historia municipal hispalense. Con ese recuerdo en mente, ha instado a los suyos a que “no duden” de que “fruto de nuestro trabajo y lealtad con Andalucía ese esfuerzo va a tener sus frutos, en cuatro años el PSOE volverá a ser partido de Gobierno en Andalucía”. 

Lo cierto es que Espadas gusta de definirse como un corredor de fondo. Que lo suyo es “la determinación, la constancia, la dedicación y el esfuerzo”. Ahora tendrá que tirar de todos esos atributos en los cuatro años que tiene por delante en el Parlamento andaluz, porque este 19J los andaluces han dicho de manera rotunda que quieren que gobierne el PP en solitario. Y que el PSOE tiene que seguir al menos otros cuatro años en la oposición, que no ha culminado el viacrucis que inició en diciembre de 2018 cuando ganó las elecciones pero sin posibilidades de formar Gobierno.

El candidato socialista se declaraba tras la derrota “orgulloso de mi partido y de mi militancia”, y avanzaba que “si bonito es ganar elecciones, lo más importante es saber perder y saber levantarse”. Y aunque asegura que no es un experto en travesías del desierto, la realidad es que esa es la tarea que ahora le toca durante los próximos cuatro años.

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