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Pasa a manos públicas el yacimiento del Carambolo en Sevilla, clave para desvelar la protohistoria de la Península Ibérica

Sellado de hormigón que protege sobre el terreno los restos arqueológicos.

Antonio Morente

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Decir El Carambolo es traer a la memoria el tesoro descubierto en 1958 en término del municipio sevillano de Camas y que recibió el nombre por el cerro en el que se encontró, en el que está comprobada la presencia humana desde el tercer milenio hasta el siglo VI antes de nuestra era. En este enclave se mezclan los primeros pobladores del Bajo Guadalquivir con la cultura tartésica y el influjo fenicio, lo que cristalizó en un gran y longevo –se han identificado hasta cinco fases constructiva– santuario que está excavado al 80%, por lo que quedan secretos por desvelar en el que este jueves se ha calificado como “uno de los yacimientos más importantes para conocer la protohistoria de la Península Ibérica”.

La definición la aportaba la consejera andaluza de Cultura, Patricia del Pozo (PP), en el acto en el que se formalizaba la cesión de los terrenos en los que se ubica un yacimiento que está protegido como BIC arqueológico, pero que hasta ahora eran de propiedad privada. Estos suelos los adquirió en 2000 el constructor Gabriel Rojas para levantar un hotel en el que pretendía integrar los restos arqueológicos y acoger un centro de investigación, pero la iniciativa se fue al garete “porque a un funcionario no le gustó, un político se asustó y el proyecto se paró”, en palabras del propio Rojas.

Aquello dio lugar a un litigio judicial que acabó ganando –con su correspondiente indemnización de 1,55 millones de euros– el constructor, que ahora ha cedido gratuitamente los terrenos a la Administración andaluza para terminar con “20 años de ignominia”. Durante este tiempo, y con los restos arqueológicos protegidos bajo tierra, el cerro ha sido un vertedero a cielo abierto, un erial en el que desapareció toda actividad científica.

Importante centro ceremonial

La idea ahora es darle una vuelta a esto, aunque lo que se vaya a hacer allí carece todavía de proyecto y presupuesto. Lo primero va a ser recuperar el yacimiento, ponerlo en valor de alguna manera y sobre todo reactivar la investigación en un punto que acogió un relevante centro ceremonial con amplia proyección territorial y con un culto muy vinculado a la navegación. En total hablamos de 30.000 metros cuadrados, una cesión que ahora tiene que oficializar el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía.

Una cesión gratuita, ha reiterado la consejera, porque la única condición que ha puesto el ya expropietario es que el complejo forme parte del patrimonio cultural andaluz y se ponga a disposición de los investigadores. “Antes que empresario soy andaluz y sevillano, me siento hoy feliz”, apostillaba por su parte Gabriel Rojas.

“A pesar de la indudable espectacularidad y valor histórico del Tesoro del Carambolo, la importancia del yacimiento y de los restos materiales son superiores”, subrayaba Del Pozo. Ahora el objetivo es “sacar de allí toda la historia de una zona que tantas culturas tuvieron de referencia”, ya que El Carambolo es uno de los vértices de un triángulo en el que también figuran Itálica en Santiponce y los dólmenes de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán.

Exponer al público el tesoro

La consejera también insistió en su intención de que el público pueda ver el Tesoro del Carambolo, adscrito a los fondos del Museo Arqueológico de Sevilla, propiedad del Ayuntamiento hispalense y que hace una década que no se expone, permaneciendo custodiado en la caja de seguridad de un banco. La intención es que el conjunto (formado por 21 piezas de oro de 24 quilates y un peso de casi tres kilos) pueda visitarse en 2023 en el monasterio de Santa Inés, donde se exhibirá temporalmente una selección de piezas del Arqueológico mientras se acomete la reforma de este complejo museístico. Del Pozo definió como “anomalía” que el tesoro no pueda verse, subrayando que su seguridad estará más que garantizada.

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