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¿Pasa algo allende nuestras fronteras?

15 de septiembre de 2025 22:11 h

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Venga, sin cloroformo, como los valientes ante esa piscina helada, me tiro o no me tiro, el cuñado gritando que está calentita: ¿Qué piensa Alberto Núñez Feijóo, qué políticas defiende, qué soluciones aporta en torno a la tragedia de Gaza, muerte, desolación, hambre? ¿Alguna idea sobre los cinco países que Netanyahu, ese tipo despreciable, se ha permitido atacar con armas mortales y asesinar a civiles en Líbano, Yemen, Siria, Irán, y ahora, Qatar? ¿Opina el líder del PP, como el inefable alcalde de Madrid, ese pisaverde enloquecido enriquecedor de las grandes constructoras, adalid de obras tan gigantescas como inútiles, que la masacre de Gaza, más de 65.000 muertos, miles de niños incluidos, no es un genocidio? ¿Alguna vez han oído ustedes que el susodicho Feijóo haya promovido alguna entrevista con algún líder mundial para enfrentar el problema, nos sirve Xavier Espot Zamora, del partido Demócratas por Andorra, para hallar soluciones a esta desgracia mundial?

Pero quizá ocurra que sus desvelos intelectuales se hayan dirigido más a encontrar soluciones para el otro gran conflicto, Rusia y Ucrania. Seguro que ahí, tan cerquita los drones, ha obligado a la cúpula del PP a elaborar concienzudas soluciones para hallar fin a ese cruce de bombardeos que amenaza con meter a Europa en un nuevo –los ciudadanos no lo quieran- conflicto bélico de alcance imprevisible. Seguro, cómo imaginar que no sea así, que Feijóo tiene dosieres de muchísimas páginas para discutir con el presidente del Gobierno de su país, esto es, Pedro Sánchez Castejón, si a ello es requerido, con la presidenta europea, o ya puestos, exponer esos documentados planes con el mismísimo Donald Trump, que seguro que el gran líder naranja –así se tropiece en un charco de piedras- requerirá su presencia en el Despacho Oval para escuchar sus sabias aportaciones más pronto que tarde, dado el enorme peso ideológico y político en el mundo civilizado del abogado orensano. Con traductor, claro, porque esto del inglés es muy complicado.

Ni que decir tiene que el vecino de Génova contará en sus filas con auténticos cerebros en cualquier materia, pero sobre todo en la ciencia política que estudia las relaciones internacionales que pueden ayudarle en tan difícil tarea. ¿Qué me dicen, por ejemplo, de Miguel Tellado, secretario general de su partido, la máxima autoridad tras la del gran jefe? Reconocerán que después de disfrutar de sus elaboradas tesis expuestas sobre cualquier materia, tal que cavar fosas, con esa finura que todos conocemos, le vemos perfectamente capaz de mantener sólidas posiciones, llenas de ricos argumentos, ante Emmanuel Macron o Keir Starmer. Con ellos podrá debatir, de igual a igual, sobre Israel, Kiev o Moscú. Es verdad que el Ojo desconoce el conocimiento de las lenguas francesa o inglesa de Tellado, pero cualquier cosa podemos esperarnos de los políticos españoles tras oír a Carlos Cuerpo largarse una intervención en japonés. Ea.

Y si ese esplendoroso tándem Feijóó-Tellado necesitara ayuda, quién puede despreciar una mano tan amiga como erudita, no tienen más que recurrir a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a la que algunos envidiosos de su simpar talento denominan la reina del vermú o la frutera de Madrid. ¡Cómo se advierten tantos y tantos años de tenaz estudio de los complejos temas que implican las relaciones mundiales, siempre basados en una inteligencia natural prodigiosa, regalo celestial de los dioses o, quizá del santo patrón Isidro labrador, qué mejor ejemplo de mente poderosa y docta, que hasta puso en solfa, ayudado por Santa María de la Cabeza, hasta el mismísimo principio de Arquímedes!

Ocurre que mientras el mundo se desangra y nos llena de incertidumbres, ahogados en el horror todos y cada uno de los criterios que nos hacían considerarnos civilizados por la criminal acción de unos sátrapas feroces, unos milmillonarios fanáticos y medio dementes, una ultraderecha salvaje y una indiferencia criminal de una ciudadanía laxa y anémica, aquí, en esta piel de toro, nos tenemos que conformar con una dirigencia de la derecha menesterosa y mezquina, compuesta por unos tipos y unas tipas ignorantes, tan zafios como frívolos, amantes del juego sucio, subterráneo o cuando menos, que no levante más de un palmo del suelo, por donde sólo vuelan los grajos cuando hace un frío del carajo. Cortos de miras, escasos de nobleza o aspiraciones de una cierta riqueza del intelecto, se mueven entre las vomitonas obscenas de sus jefes y portavoces en el Congreso, el Senado o cualquier verbena que pisen las comidas, o las miserias de Carlos Mazón, hay que ver cómo llueve fuera de El Ventorro, mejor me quedo aquí, calentito, en agradable compaña. Grosería tras grosería, insulto tras insulto, desprecio a la honestidad una y otra vez. Huecos y malos, qué mezcla explosiva. 

¿Vox, Abascal, algo que decir de esos aguerridos ejemplares de recio hispanismo? Permitan al Ojo repetir la broma ya conocida: la inteligencia de la ultraderecha española es lo que la música militar a la música. Su brújula internacional la marcan las diatribas enfebrecidas de Hermann Tertsch, ahí es nada la criatura. Suben en intención de voto, sí, pero que Trump haya sido elegido por setenta millones de estadounidenses no mejora su cociente intelectual ni nos demuestra nada de su calidad moral. Es más, también Isabel Díaz Ayuso ganó unas elecciones. Y Bukele. Y Milei. Y Hitler, no lo olviden nunca.

Música de violines, por favor, como siempre pedía Juan Tamariz antes de su momento cumbre, ¿Se imaginan ustedes un debate en el Congreso, Francina Armengol relajada, risueña de gesto, qué lindo es este cargo de presidenta del Congreso, mientras en el hemiciclo Sánchez y Feijóo debaten, cada uno con sus razonadas propuestas, en torno a la infamante humillación de Europa ante Trump, el vergonzoso papel jugado por una Von der Layen temblorosa ante el monstruo naranja, no me pegue, por favor, señorito?. O quizá el intercambio de opiniones podría referirse a Ucrania y el déspota Putin, y tratar de averiguar qué pasó de verdad con esos extraños drones que sobrevuelan varios países de la OTAN, Mambrú se fue a la guerra, el belicoso Rutte salivando de placer. “No puedo, señor presidente del Gobierno”, diría el líder del PP, “compartir con usted esas políticas que creemos que no coadyuvan a la paz, pero cuenten con nuestra disposición al diálogo”. Y Sánchez le respondería: “Agradezco su disposición a encontrar líneas de unión entre nuestras propuestas, aunque lógicamente dispares, para poder llevar una postura común a Bruselas o a Naciones Unidas, si así se tercia”

Y nos gustaría, claro, que en esa misma línea se valorara el papel de los jueces del Supremo brasileño y la cárcel decretada para el golpista Bolsonaro. ¿Cómo es posible que al brasileño le manden a chirona, y al golpista Trump, cinco muertos en el asalto al Capitolio, aquellas locas arengas de Trump, le hagan presidente? Pueden ustedes seguir dando ideas: Macron, Meloni, Petro, Hassan II. Y China, por supuesto, qué debemos hacer con el ultragigante asiático, qué grado de relaciones nos exigimos, no solo nosotros los españoles, sino todos los europeos. ¿Visualizan ese Congreso, enriquecedor para todos, cada uno con sus opiniones, usted se equivoca, es mejor lo que yo propongo que lo que usted dice? Intervenciones medidas, bien argumentadas tras el trabajo de unos asesores preparados y conocedores de las materias a tratar. Por supuesto que intervendrían los portavoces de los demás partidos, cada uno en defensa de sus políticas propias, sin que nadie en el Congreso viera alterada su atención ante el orador por las coces contra el suelo o los gritos histéricos de Rafael Hernando Fraile, ese ridículo gamberro que tanto gusta a las bancadas de sus correligionarios. Y a los de Vox.

Y todo ello, fíjense qué placer, sin que nadie pronuncie en voz alta entre Kiev y Moscú el nombre de Begoña Gómez. 

Nada de eso podrá ocurrir en el Palacio de la carrera de San Jerónimo porque aquí vivimos en mitad de una pestilente burbuja, respirando día tras día un oxígeno tóxico, envenenado por las derechas patrias, el presidente es un hijo de puta, un delincuente y un corrupto miserable. Nada sano puede germinar entre tanta basura infecta. Cualquier atisbo de análisis inteligente aborta su salida antes de pronunciarse porque sabe que los dragones de la maledicencia, la mentira, los bulos y el odio se abalanzarán sobre él para despedazarlo. Hoy el terreno político es una vergüenza, un lodazal intransitable. Pero que nadie se rinda, porque a esa miseria de las derechas mundiales, la española en grado sumo, alimentada por una prensa casposa y deleznable, la izquierda debe oponer el raciocinio, la dignidad y la justicia social. Por eso unos hablan de genocidio en Gaza y otros de pérdidas civiles, qué infamia!

Creen que tienen el gobierno de la nación en la punta de los dedos, cualquier miseria nos sirve. Pues ahí se van a quedar, desmelenados y vociferantes, derrotados en el último minuto por una ciudadanía que finalmente sabe quién está de su lado y quiénes quieren chuparles la sangre. Ya lo han visto en gobiernos anteriores y lo ven, hoy mismo, en esos ejemplos que dan miedo, de Washington a Buenos Aires, de El Salvador a Roma, de una derecha que cada vez es más ultraderecha feroz y depredadora. 

Luchen, peleen, que nada está perdido.

Adenda. Ya saben cómo son los y las influencers, que dan la vida por unos cuantos seguidores más. Esos morritos, por ejemplo, o esas animaladas contra “los moros o los maricas”, que todo sirve si nos añaden en sus listas unos cuantos seguidores más en Tik Tok o Instagram. Trabajan demasiado. Hagan como el juez Juan Carlos Peinado y no saben ustedes qué número inmenso de fans van a tener. La cuestión es elegir bien el objeto a perseguir. Pero una vez en marcha, todo nos sirve, como de la matanza del cerdo o el ronqueo del atún. Pónganse en mitad del camino y saquen la pala excavadora. P’alante y todo lo que caiga en el volquete se le prepara, se empaqueta convenientemente y al Juzgado, otra querella más que a mí usted no me rechista, que no sabe con quién está hablando: ¡Soy un juez, estúpido e insignificante ácaro! Es más, es que soy un juez español, español, español. ¿Sabe usted lo que es eso?   

Ni me mire, que le meto un puro que se va a enterar. ¡Toga sagrada! ¡Puñetas divinas!