Así creció Ribera Salud en Galicia en la última etapa de Feijóo al frente de la Xunta: tres hospitales en tres años

Son tres los hospitales propiedad de Ribera Salud en Galicia. Todos ellos fueron adquiridos por el grupo en los últimos años de Alberto Núñez Feijóo al frente del Gobierno gallego. En 2021 se anunció la compra del Juan Cardona, en Ferrol. Un año antes, la compañía se había hecho con Polusa, en Lugo. Pero la operación más relevante, por el número de pacientes y por la especial relación con el Servizo Galego de Saúde (Sergas), fue en 2019, cuando Povisa pasó a manos de Ribera Salud. Este es el hospital de referencia para más de 100.000 personas del área de Vigo, con el que la Xunta tiene un millonario concierto que, en la actualidad, le reporta a la empresa 97,5 millones de euros anuales.

El modelo privatizador de Povisa era ya objeto de críticas reiteradas en Galicia antes de que se supiese, por un audio publicado por El País, que el CEO, Pablo Gallart, dio instrucciones de descartar pacientes con procesos considerados poco rentables para mejorar los resultados. La Asociación Galega para a Defensa da Sanidade Pública ha cargado repetidamente contra el concierto con este centro. Este jueves se reafirmó en su postura: “Povisa es el cáncer de la sanidad pública en Vigo”. Le atribuye tener un 30% menos de personal que un hospital público de características similares y un papel en una reducción de las camas que estaba previsto que tuviese el hospital Álvaro Cunqueiro -público, pero con un canon que se paga aún anualmente a los constructores-. Para Manuel González Moreira, portavoz de SOS Sanidade Pública en Vigo, el audio de Gallart viene a confirmar que las empresas privadas ponen los beneficios por encima de la atención a los pacientes.

Ribera Salud tiene, además de estos tres hospitales, diez clínicas menores en Galicia, localizadas en Vigo, A Coruña, Lugo y Viveiro, según la información del grupo empresarial. En su sitio web consta que tiene 80 camas instaladas dependientes de Polusa y 115 en el Juan Cardona. En Povisa, son 400. En las siete áreas sanitarias de Galicia el Sergas deriva actividad a centros privados, pero el vínculo con el Policlínico de Vigo (de ahí viene el nombre de Povisa) es especial, “muy estrecho”, según lo calificó el Consello de Contas en uno de sus informes de fiscalización. Entre la Xunta y Povisa está vigente un concierto singular por el cual tiene adscritos pacientes de algunas partes de Vigo y de las comarcas de O Morrazo y Val Miñor.

Este modelo se inauguró en 1993, cuando el presidente de la Xunta era Manuel Fraga Iribarne, y se ha ido prologando por parte de los sucesivos gobiernos gallegos. La primera modificación en el acuerdo fue en 1996, el mismo año en el que Povisa pasó a manos del grupo Nosa Terra XXI, del empresario vigués, ya fallecido, José Silveira. En 2018 hubo una sacudida en la relación entre el Gobierno gallego y el hospital privado, que llegó a solicitar preconcurso de acreedores porque aseguraba que había acumulado unas pérdidas de 42 millones desde el inicio del concierto que estaba vigente en aquel momento, formalizado en 2014 y que terminó por prolongarse, al aplicarse las prórrogas, hasta 2024. En enero de 2019 se aplicó una modificación del concierto que implicaba un mayor desembolso por parte del Sergas, que asumía el suministro de medicación de dispensación ambulatoria y de alto impacto.

Ese mismo año se supo que los propietarios de Povisa estaban negociando venderlo a Ribera Salud, el grupo fundado en la Comunidad Valenciana y que por entonces era propiedad de la estadounidense Centene Corporation. La Xunta de Alberto Núñez Feijóo se reunió con los responsables del centro privado, dado que el concierto hacía que en ese momento lo tuviesen como hospital de referencia unos 140.000 gallegos. La operación de venta se firmó en octubre de ese año. Pero no fue el fin de los movimientos empresariales: Ribera Salud pasó en 2022 a manos de la francesa Vivalto Santé.

También hubo cambios en el concierto: en 2025, con el anterior vencido, se anunció un nuevo contrato que cambiaba algunos aspectos. El más evidente afecta al dinero público que se destina a Povisa, que pasó de 75 millones de euros anuales a 195 para dos años, es decir, 97,5 para cada ejercicio. La población a atender, sin embargo, se redujo. De las alrededor de 140.000 personas adscritas a Povisa en el concierto anterior, se pasaron a algo unas 116.000. Otra modificación relevante es la fórmula para calcular las cantidades a abonar al hospital privado: de las entregas por cápita -es decir, por paciente asignado- se pasó a abonos “en función de los procesos realmente realizados”. Así lo dijo el conselleiro de Sanidade, Antonio Gómez Caamaño, cuando anunció las nuevas condiciones. La secretaria xeral técnica de la Consellería, Natalia Lobato, insistió en junio en el Parlamento en que se había pasado a un contrato de servicios en función de la actividad realizada efectivamente y se había abandonado el sistema de cápita, como había reclamado el Consello de Contas.

Gómez Caamaño anunció también una “unidad de supervisión y control para el seguimiento del contrato”. Y a este órgano se ha remitido tras conocerse el audio de Gallart para asegurar que en Galicia no se puede dar una situación como la del hospital de Torrejón. Los hospitales de Ribera Salud con los que trabaja la Xunta, dijo, “están bajo supervisión” y esas unidades de control revisan que la atención que se da al amparo de los conciertos tiene “los máximos estándares de calidad” y está diseñada para “evitar prácticas irregulares o cualquier desviación” de los criterios asistenciales de la sanidad pública.