Alonso choca contra Hamilton, McLaren, Ferrari y la FIA
El español Fernando Alonso, doble campeón del mundo de Fórmula Uno (2005 y 2006, con Renault) busca un tercer título mundial que sólo alcanzará tras superar un camino lleno de obstáculos, entre los que cuentan su compañero, su propio equipo, la escudería rival y las raras decisiones de la FIA.
Este fin de semana, en Hungría -donde en 2003 Alonso se convirtió en el más joven de la historia y único español en ganar un Gran Premio (el primero de 18)- quedó demostrado que el astur, aparte de en Ferrari -la escudería más potente-, encontrará sus adversarios en casa y deberá afrontar periódicamente las cuanto menos sorprendentes decisiones de la Federación Internacional del Automóvil.
Un par de visitas al motorhome de McLaren Mercedes bastan para percibir que Alonso -que admitió no saber si agotará los tres años de su contrato- no está a gusto en la escudería, con la que llegó a un acuerdo hecho público en noviembre de 2005, cuando aún tenía por delante su segundo año triunfal con la Renault de Flavio Briatore.
En esos momentos los dos pilotos del equipo que patronea Ron Dennis eran el finlandés Kimi Raikkonen y el colombiano Juan Pablo Montoya. Raikkonen tenía un precontrato con Ferrari, a expensas de la decisión que tomara el séptuple campeón mundial alemán Michael Schumacher y Montoya salió antes de lo esperado de un equipo que le sustituyó por el español Pedro de la Rosa a mitad de campaña.
Cuando Schumacher anunció, hace menos de un año, en Monza (Italia), una retirada que parecía cantada al principio, pero de la que se llegó a dudar después, aumentaron las cábalas acerca de quién pilotaría la segunda flecha de plata en 2007.
Kimi firmaría por Ferrari y no parecía claro que decidieran darle el volante a De la Rosa, la opción más deseada por el genial piloto asturiano, aunque difícil de cuadrar en el equipo anglo-alemán. Todo coincidió con la irrupción de Hamilton, cuyo talento es equiparable a los golpes de suerte que han ido adosados a su carrera deportiva.
Lewis, integrado en un programa de desarrollo y formación interna desde hacía 10 años, ganó el título de la GP2 -la división de plata de la F1- y Dennis optó por darle la gran oportunidad de su vida.
Entretanto, el inglés se ha convertido en el mejor producto imaginable -el nuevo 'Tiger Woods' de la disciplina- por sus aptitudes, juventud (22 años), raza y nacionalidad.
Sorpresa del debutante
Pero absolutamente nadie -incluidos Dennis y el resto de los responsables de McLaren- hubiera imaginado a Hamilton líder del Mundial -con siete puntos sobre Alonso- después de once carreras, en las que ha subido nueve veces al podio, con tres victorias.
La última, este domingo, en el Hungaroring, donde obtuvo un triunfo que se forjó la víspera, tras acusar a su propio equipo de perjudicarle durante la crono. Hamilton se enfrentó duramente a Dennis (¿dejó de llevar “a McLaren en la sangre”, tal y como algunos pensaban?), la FIA examinó la grabación y llamó a declarar a patrón y pilotos.
Y tras escuchar un nuevo intercambio de insultos entre el mecenas y su perla negra, decidió, para sorpresa de muchos, quitarle los puntos en carrera a la escudería; y, lo más inaudito, retrasar cinco puestos en la parrilla a Alonso, que había firmado la pole.
Por un conflicto interno que ni siquiera se produjo en pista: la supuesta y no probada ralentización premeditada de la última salida a pista del de Oviedo tuvo lugar en el pit lane. La sanción a Alonso -exculpado de cualquier responsabilidad por el propio Dennis- no refiere, además, a ningún artículo vigente en el reglamento FIA.
4 de agosto y de nuevo en Hungría. Exactamente un año después de que -por un gesto y por adelantar con bandera amarilla a un piloto no identificado en el dictamen- Fernando fuera sancionado con dos segundos, antes de la absoluta desproporción de Monza, donde le rerasaron en la parrilla por una supuesta obstrucción al brasileño Felipe Massa (Ferrari) que nadie vio.
Dicen que por mucho menos de lo que pasó el sábado, rompieron Montoya y McLaren, aunque no son pocos los que advierten que Juan Pablo es colombiano y Lewis, inglés. Por eso, Alonso, que hizo pole con ruedas gastadas y no se fía, entre otras muchas cosas, de que la presión de sus neumáticos sea siempre la correcta, no cree que el equipo tome medidas por la actitud de Hamilton, que acusó después de haber sido él el que quebrantase un pacto interno.
Desobediencia del inglés
La realidad, refrendada por el equipo, es que la vuelta extra era para Fernando y Hamilton no le dejó pasar. Después de desobedecer, el inglés acusó a su propio equipo, Alonso perdió la pole y, con ello, la segura ocasión de triunfo en una pista en la que es casi imposible adelantar en seco. Y perdió la ocasión de tomar un liderato que, para colmo, ha reforzado el británico.
Que añadió gasolina a las llamas al declarar que no entiende “por qué” su compañero “no” le “habla desde el sábado”. Las presiones de los medios de comunicación británicos han desbordado por completo a Dennis. McLaren es un polvorín. Alonso -que tiene que “escalar una montaña en cada Gran Premio”- no siente dentro de su propio equipo el respeto que se merece un doble campeón mundial.
Queda pendiente la apelación a la sentencia del caso del presunto espionaje que afecta a los de Woking. Y dentro de tres fines de semana, en Turquía, dicen que los Ferrari volarán. Cada vez más obstáculos para el crack del Principado, que no tirará “la toalla” y peleará “hasta el final” por una tercera corona, cuya captura se le complica, incluso, desde dentro. El amo de la parrilla está harto. Añora Renault.