El día que Juanele salió ‘por patas’ del Heliodoro

Juanele, escoltado por por la Policía abandona la unidad móvil de televisión.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Unzue; Julio Llorente, Antonio Mata, Ballesteros, André Luiz; Chano, Jokanovic, Felipe, Robaina; Domingos y Kodro. Ese podría ser un 'once suplente' del Tenerife 98-99. El 'equipo titular' sería el siguiente: Montoya; Dani, Lussenhoff, Pablo Paz, Alexis Suárez; Slovak, Emerson, Pinilla, Mista; Juanele y Makaay. En aquella plantilla también estuvieron Vierklau, Basavilbaso, Pier, Javi López, Marcelino o el brasileño Leandro. Con todos ellos, en un curso en el que aspiraba a recuperar su grandeza y coquetear de nuevo con Europa, el Tenerife descendió a Segunda División. Lo hizo el 13 de junio de 1999, en el descanso de un partido ante el Valencia.

El buen final del ejercicio anterior, saldado con una agónica permanencia ante el propio Valencia, invitó a Javier Pérez a no hacer cambios. Mantuvo a Juanma Lillo como entrenador y sólo fichó al guardameta Navarro Montoya y el delantero grancanario Marcelino. La gran inversión se realizó un año antes, cuando la entidad blanquiazul se gastó miles de millones de pesetas en André Luiz, Vierklau, Makaay, Domingos o Emerson. Además, se mantenía la base del equipo que había logrado una plaza UEFA con Jupp Heynckes en el banquillo: Llorente, Antonio Mata, Ballesteros, Alexis Suárez, Chano, Jokanovic, Felipe, Pinilla, Robaina y Juanele.

Sin embargo, la pretemporada no fue buena y el inicio del curso fue aún peor. Un par de victorias como visitante contra Osasuna y Villarreal no evitaron que el equipo cayera en zona de descenso. Los malos resultados le costaron el puesto a Lillo y Carlos Aimar no fue la solución. La catarata de fichajes del mercado de invierno tampoco resolvió mucho, cuando Pérez se gastó el dinero que tenía y el que no tenía. Repescó a Pier, robó a Mista al Madrid y trajo a Leandro, Lussenhoff o Basavilbaso. Y hasta Felipe dio un paso al frente y se convirtió en entrenador para, en compañía de Robi, intentar un imposible. El equipo mejoró algo, pero no bastó.

Así, el Tenerife llegó a la antepenúltima jornada pendiente de una carambola. No hubo milagro. Y como tampoco hubo unificación de horarios, en el descanso de su partido ante el Valencia supo que el Villarreal había ganado (3-0) al Racing y que estaba en Segunda División. Los más de 18.000 aficionados que acudieron esa tarde al Heliodoro recibieron al equipo con bronca y pancartas hirientes hacia la plantilla –“Muchas gracias, hijos de p…”, rezaba una de ellas– pero tras el descanso y el descenso optaron por la ironía: recuperaron la ola y el grito de “campeones, campeones” sustituyó al de “mercenarios, mercenarios”.

Y como el Tenerife remontó un marcador adverso con dos goles de Pier y uno de Makaay, derrotó (3-2) al Valencia y casi lo dejó sin 'plaza Champions', el equipo fue despedido con aplausos. Eso sí, al abandonar el Helidoro, el delantero Juanele fue agredido y debió refugiarse en una unidad móvil de TV antes de ser rescatado por un coche patrulla. Titular en más de treinta partidos y autor de cinco goles y una decena de asistencias durante el curso, no era el principal culpable. Pero fue el primero en salir a la calle.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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