El Tenerife se condena con su único error
Ni el Eldense es el Castellón, ni Oltra un principiante del fútbol. Regresaba al Heliodoro casi con las mismas prisas que el Tenerife y resolvió su debut como entrenador del Eldense con dos partidos en uno. Antes para asegurar un empate negando la vía de la velocidad al grupo de Cervera. Y cuando se encontró con el gol de Javi Llabrés por el único fallo grueso de los locales, acunándose en un cuarto de campo en lo que los blanquiazules morían presos de la precipitación y los cambios inanes.
Fue encontrándose enfrente un once que prefiere cerrarse a tener el balón como el Tenerife retornó a la realidad de esta temporada: una plantilla descompensada por una mayoría de fichajes de medio pelo, sobrepoblada de centrales y medios defensivos, porteros que no le lucen, estrellas en declive y un solo pelotero ahora relegado a la suplencia. Que todavía no haya perdido la fe en los milagros es encomiable, pero cada vez que se encuentre un Eldense pasará lo de este sábado, un ejercicio honrado sin otro balance que llorar sobre la leche derramada.
Oltra renegó de su catecismo y le propuso a Cervera el partido previsible. Cerró con defensa de cuatro, renunció al segundo delantero e incrustó a Nacho Quintana como quinto centrocampista. Con Masca como único jugador adelantado, el resto pasaba por la aplicación para ir a todos los duelos como si no hubiera un mañana y a ensuciar la salida del Tenerife por dentro, obligándolo a circular de banda a banda hasta provocarle los errores y con el 0-1 la desesperación.
Que Cervera esperase eso o no lo pareció o esperándolo creyó que el andamiaje del Eldense acabaría fallando. El Tenerife se comió media hora de arranque revelándose incapaz. Diarra se tiró en línea con Gallego desentendiéndose de los pivotes, Cantero se vio corriendo en desventaja y Mellot y Waldo descubrieron que los pasillos de este sábado no eran a campo abierto.
Sin espacios para la carrera ni balones para jugar por dentro, el Tenerife solo vio la luz al final del túnel mientras sostuvo la fe recuperando la pelota a treinta metros de Dani Martín. Y encarado para armar una vuelta de poco recorrido le pudieron a partes iguales la falta de remate y la precipitación. Sin llegar a la pausa, el partido pedía a gritos un Luismi Cruz para probar una fórmula que le permitiera salvar líneas.
La aparición del portuense era cosa segura, pero el guion de Cervera no incluía que lo hiciera con los suyos ya en desventaja y con los humores de la fatalidad sobre el césped y en la grada. A nada de arrancar el segundo acto, llegó el fallo con valor de gol y se murió el partido.
Metido en el área chica a una braza del portero en lo que Mellot protegía el balón de llegada de Javi Llabrés, Sergio cambió un despeje a romperla por un toque blando que rebotó en su rival. En medio segundo, Llabrés ya estaba cruzándole a Badía el remate del 0-1. El displicente árbitro de esta semana anuló inmediatamente la acción porque vio unas manos del atacante del Eldense, aunque el VAR tardó nada en mostrarle la equivocación.
El gol visitante recolocó al Tenerife en su estado natural cuando encaja, ya sea antes o después que el rival, tanto da. Cervera adelantó la entrada de Luismi y la de este Marlos que si fuera canterano ya sería emblema de los que defienden que cantera, cuanto menos, mejor. El uno le dio un poco de verticalidad y caída al área. Y hasta un tiro libre que cogió la red (por fuera). Poco cuando se le supone futbolista franquicia.
¿Y el colombiano? Pues debió ser un jugador competitivo en un tiempo que desde luego no es este. En dieciocho partidos de blanquiazul, ha provocado tres o cuatro tarjetas, otras tantas faltas sin amonestaciones añadidas y la perplejidad de la grada, entre la añoranza de un Suso cualquiera y la incredulidad de que a un chico como Alassan se le considere menos capacitado que Moreno para un cuarto de hora de urgencias.
Camino de la consumación de la derrota, se asomaron más evidencias de la cortedad de esta plantilla. Medrano devuelto al campo para jugar por la izquierda con un lateral a pierna natural, hoy con un interés mayor que no esconde su desconexión del espíritu de Aitor Sanz. O este Fabio resignado a los pases de seguridad al que no le asoma una pizca de ambición para jugar hacia delante como el ocho que es. Y Maikel Mesa, resituado esta noche como segundo pivote para que Diarra jugara de once el último cuarto de hora. El 0-1 no fue la única pesadilla de este sábado fúnebre.
(0) CD Tenerife: Édgar Badía; Mellot, Sergio, José León, David (Medrano, m.71); Waldo (Fabio, m.75), Bodiger (Maikel Mesa, m.75), Aitor Sanz (Luismi Cruz, m.56), Cantero (Marlos, m.56); Diarra y Enric Gallego.
(1) CD Eldense: Dani; Fran Gámez, Íñigo Piña, Nacho, Iván Martos (Raúl Parra, m.84); Víctor García, Sergio Ortuño, Diego Méndez (Camarasa, m.78), Javi Llabrés (Timor, m.68); Nacho Quintana (Ropero, m.84) y Masca (Ortuño, m.78).
Gol: 0-1, m.49: Javi Llabrés.
Árbitro: Álvaro Moreno Aragón (Comité Madrileño). Amonestó a Aitor Sanz (m.30) y al visitante Ropero (m.90+4).
Incidencias: Partido de la vigésimo cuarta jornada de LaLiga Hipermotion disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 14.992 espectadores.
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