Phelps borra la sonrisa de los dioses del Olimpo
Michael Phelps borró este domingo, con su octava medalla de oro, la sonrisa de los dioses del Olimpo y se sentó a su lado en un trono dorado. Phelps había llegado en 2004 a la cuna del olimpismo en Atenas con el objetivo de desafiar los límites que los dioses ponen a los humanos para indicarles que su lugar está fuera del palacio. Fracasó. “Sólo” guardó en su maleta 6 oros, además de dos bronces. Los dioses dejaron escapar una irónica sonrisa.
En Pekín 2008, Phelps colgó los 8 oros ganados de la puerta del Olimpo y caminó, desafiante, entre los dioses malhumorados.
Su relación con los dioses guarda paralelismo con la de su compatriota Mark Spitz, que en Múnich 1972 hizo el mismo recorrido con sus siete oros, una marca que parecía insuperable.
Ambos alcanzaron su sueño en el segundo intento. Spitz con 22 años y Phelps con 23.
Spitz probó sus posibilidades en México 1968 cuando se marcó la meta de 6 oros. Los hados olímpicos no se lo permitieron. Se quedó con dos metales dorados en relevos, una plata y un bronce. Meditó la revancha consigo mismo y en Múnich 1972 entró en la historia con 7 oros.
Uno se puede imaginar los grandes titulares de la época: “Asombroso”, “Épico”, “Tocado por los dioses”, “El ”rey“ del Olimpo”, “Gloria al héroe”. Y muchos más llenos de admiraciones, en letra gruesa, a toda plana.
También se puede adivinar que algunos expertos del momento escribieron que el récord quedaría para siempre o que no volvería a nacer otro nadador que pudiera siquiera aproximarse o igualarlo. Seguramente fueron pocos los que sostuvieron que tendrían que pasar décadas para que la proeza fuera superada, pero que algún día un hombre “medio pez” lo conseguiría.
Acertaron éstos últimos.
Han tenido que pasar 36 años para verlo. Y ha sido, de nuevo, un estadounidense quien ha superado un límite humano que parecía imposible.
El nadador que algunos de sus rivales califican en broma de “medio pez” cumplió el desafío que nadie le había pedido pero que él mismo se marcó: superar el récord de su compatriota. Hoy sumó su octavo oro, ayudado por sus compañeros del relevo 4x100 estilos.
Y, echando una ojeada a las versiones digitales de los medios, los titulares vuelven a ser los mismos: “Phelps, la octava maravilla”, “Phelps entra en la leyenda”, “Phelps es único”, “El pez dorado”. Sólo unos pocos se limitan a titular “Phelps consigue la octava medalla”.
Por cierto, Spitz, de 57 años, en una entrevista con la NBC, ya felicitó a Phelps cuando igualó su marca con otra palabra contundente: “épico”.
Phelps ya es el hombre que ha ganado más medallas olímpicas, con 16, una más que el gimnasta soviético Nikolay Andrionov. Y está a dos de igualar el récord de los récords: los 18 de la gimnasta soviética Larissa Latynina, reunidas entre 1956 y 1964.
Si una de las metas de los deportistas es superar las marcas, no cabe ninguna duda de que Phelps ya tiene como futuro objetivo olímpico superar el total de Larissa Latynina.
“Los récords se inventaron para ser batidos”, dijo este domingo en la rueda de prensa más multitudinaria que se ha celebrado hasta ahora en el Centro Principal de Prensa.
Los expertos empiezan ya a hacer sus cábalas. La columnista deportiva del “Washington Post” Sally Jenkins escribe hoy: “Phelps tendrá 27 años en Londres 2012, todavía estará en su apogeo, y un palmarés de 20 oros no es inconcebible”.
¿Permitirán los dioses el éxito de otro desafío de Phelps?