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Títeres del terrorismo

Sergio Escribano y Ana Tristán

Madrid —

El terrorismo vuelve a la pantalla, así se podría titular este artículo. Algo que tiene que ver con la campaña mediática que trae en paralelo cada acto terrorista de toda la vida, hoy nos habla de otra realidad.

Poca gente habla ya de la crisis de las insituciones, pero lo cierto es que, gobierno tras gobierno, las fuerzas del bipartidismo han ido amoldando los poderes del Estado a sus intereses. Ejemplo de ello es la Ley de Seguridad Ciudadana y su ampliación con la reforma del código penal de 2015 por el que según el artículo 578 (por poner un ejemplo) un tweet o un comentario en facebook sobre determinados temas (la corona – hablar de grupos terroristas o entrar en sus páginas web) incurre una en acto de incitación al terrorismo.

Quiero aclarar desde ya que tales intereses del Estado no tienen por qué no estar afinados con los de la sociedad, aunque es fácil pensar que esta armonía sólo se concibe en el plano mediático dando como resultado que la única forma de comunicarse con los políticos es mediante el poder de los medios de comunicación, que tienden a reproducir, con sus medios y prejuicios, lo que, de alguna manera, ocurre en nuestra realidad.

Así, un día 16M los medios dieron cobertura -con importancia particular los medios privados, como las redes sociales- a un despotismo acomodado hasta la calle a través de la actividad de policías limpiando las plazas, como el -hoy- juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, que ha enviado sin miramientos a la cárcel a los titiriteros Raúl y Alfonso.

Lo que en un tiempo fuera una guerra a muchos niveles hoy es una herramienta para ajustar las cuentas al imaginario colectivo desde un bando acomodado y muchas periferias. Pero vayamos por partes porque este acontecimiento tiene muchas dimensiones y es muy fácil que se nos complique.

En primer lugar los hechos: Dos titiriteros de Granada con un gusto satírico -para muchos escabroso-, son detenidos en Madrid durante una representación justo cuando uno de los personajes de la obra -policía- ha dado una paliza a una bruja okupa y le está colocando una pancarta que reza “Gora Alka-ETA” para hacerle fotos que la inculpen por apología en un hipotético juicio mediático o judicial. Video aquí

La noticia es muy interesante por varias cuestiones. Primero, la representación forma parte del primer programa de Carnavales diseñado por el gobierno de Ahora Madrid - Podemos en el Ayuntamiento de Madrid. Tal vez “diseñado” sea una categoría aventurada, vamos a dejarlo en aprobado desde el planteamiento del Ayuntamiento de Madrid, ya que estos titiriteros habían actuado ya bajo la alcaldía de Ana Botella. Segundo, y es aquí donde creo que está la miga del asunto: La realidad se conforma a partir de varias fuentes que interactúan con el tiempo y el espacio, que pueden resumirse a groso modo entre la interpretación del pasado (pues el pasado es una interpretación del tiempo de la realidad) y la fantasía, que suele volcarse en obras y que además sirve para criticar el pasado y el presente y darle un poco de magia a la realidad, realidad que a su vez no se puede conocer mientras sucede, a no ser que seas guionista o intérprete. Para interpretar la realidad se buscan leyes, las de Newton si tu afán es el escenario, las de la Ley si te da por crear desde el lo académico del ensayo-error social, etc. Aunque aquí hay una pequeña salvedad que no viene al caso incluir.

Según varios informes, de, por ejemplo, la UNESCO “El patrimonio (cultural) encierra un gran potencial, gracias a su función en el desarrollo humano, (...) que aporta estabilidad y sentido para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más complejo”. A la par, la mayoría de análisis internacionales sobre el fenómeno del 15M resolvían que estos movimientos surgen tanto en España como en Túnez, como resultado de un contexto autoritario y desactualizado con una sociedad hiperculta e informada, una sociedad capaz de interpretar, gestionar y producir información de forma independiente a la hegemonía de los mismos, y lo hacían bien y con razón, indignación fue la palabra más socialmente aceptada.

Una vez actualizada toda esta subsociedad y de alguna manera colectivizada toda esta cutura, cada cual tomó sus decisiones y varios proyectos se diversificaron. Acto seguido el PP ganó las elecciones y Rajoy encargó a Wert acabar con ese desequilibrio a golpe de modelo privado y catolicismo jerárquico, lo que desemboca directamente en que, a falta de uso, la capacidad crítica languidece. Aunque realmente este era un modelo que venían implementando en la Universidad desde hacía años, algo que produjo los míticos encierros anti-Bolonia, que parecieron haberse diluido tras la aprobación de dicho plan y las campañas de criminalización de las movilizaciones y encierros.

A la vez, todas las fantasías creativas que son las que le dan vigor a una sociedad, que se habían encontrado a sí mismas, incomprensibles sin una perspectiva crítica que las contextualizara como abstracción, se quedaban en el aire. Esto es: en época de crisis surge un arte que a su vez funciona concretando el imaginario colectivo de esas crisis, aspiran a reflejar la profundidad de la realidad de los sucesos. No sé si aquí habrá que citar a alguien... no. El caso es que desde que la vida del artista no le da el toque de alegría, rabia, fuerza o pena a su voz, digamos, desde que el arte funciona macromasivamente (masivamente ha funcionado siempre) el contexto de un canon ha de ser cada vez más global y abstracto a la vez, lo cuál por cierto, es imposible a no ser que ese canon muera y se de la paradoja de Empédocles, y a esto vamos:

Si Raúl y Alfonso son condenados por apología del terrorismo despertarán la consciencia social y otra vez el arte tendrá sentido y la realidad se topará con la realidad y probablemente saldremos a la calle, entonces mi aplauso a estos artistas; si Raúl y Alfonso son absueltos se les recordará por recuperar el género de la sátira en los títeres para la sociedad y pasarán a la historia como un vivo ejemplo de la misma. En ambos casos desde aquí mi aplauso.

Ahora que el caso de Raúl y Alfonso ha entrado de lleno en los medios de comunicación masiva, su caso ha logrado una visibilización afortunada que los convierte en trending topic mientras dure el interés y la novedad. Dentro del panorama de quiebra del bipartidismo los pronunciamientos del poder y del Estado oscila entre los apoyos de Podemos, Izquierda Unida, Ahora Madrid a la libertad de expresión aunque sea molesta. Hasta las derechas pidiendo cárcel perpetua y bolardos amarrados a los tobillos de estos dos titiriteros, símbolos ya de la destrucción de España y del terrorismo Internacional. Ni ellos mismos imaginaban tal proyección intergaláctica el mes pasado, cuando se dedicaban, como siempre, a ejercer la crítica satírica por dónde podían o les dejaban.

Nos acordamos ahora de ese “Je suis titiriteros”, frase de apoyo a la libertad de expresión que se ha hecho mítica y viral a raiz de los atentados a la revista francesa “Charlie Hebdo” en enero de 2015. En ese caso fueron todos los mandamases europeos adalides de la libertad de expresión, de un diario que en portada se reía del Dios musulmán que, os recuerdo, es una religión mayoritaria del Mediterráneo. Pero del Dios de los moros es lícito burlarse como derecho inalienable de la humanidad civilizada y democrática, es la libertad de expresión en sí misma. Cuando Javier Krahe se reía del Dios propio, o de su hijo Jesucristo, que es el mismo, no hubo libertad de expresión que valga. A Krahe se le impuso una fianza de 192.000 euros aunque finalmente sería absuelto en 2012.

Como dice en un artículo que también habla sobre los titiriteros Juan Diego Boto “Si en la vida real un alcalde dijera que las víctimas del franquismo se lo merecían, podría estar incurriendo en un delito de exaltación de crímenes de lesa humanidad o genocidio penado en el artículo 510 del código penal. Pero si es un personaje de una novela quien lo afirma, el autor de la novela no estaría incurriendo en el mismo delito. Entre muchas otras cosas porque el autor quizá haga afirmar eso a su personaje para precisamente criticar el hecho. Esto es una obviedad, pero una obviedad que parece que hay que explicar”.

Para qué engañarnos. Será por su magia que el arte es la bruja del cuento. La caza de brujas a la que están sometiendo a los titiriteros -ahora que hace falta sacar la palabra “terrorismo” contra la moral pasiva en el Estado propio en la pantalla- es la misma que denuncian en su obra. Aunque a nadie le importe una mierda de lo que habla su obra. Habla de los varios y milenarios casos de persecución política y falsedad documental de pruebas para imponer castigos pese a la justicia. Habla de algo que le sonará bastante al juez que les ha dejado en Soto, ya que él mismo fue acusado de alterar pruebas para condenar falsamente a Luis Miguel López de las Heras.

Habla de la Operación Pandora, la Operación Piñata, las Operaciones contra los Anarquistas de Barcelona, operaciones basadas en minucias con acusados que se enfrentan a condenas realmente sádicas tal vez sólo porque a alguien le venía muy bien que apareciera así en las noticias, y entonces se diseña una ley a medida y se ejecuta. Hace -claro- alusiones a un caso trágico, Patricia Heras, poeta detenida -mientras estaba en un hospital de visita- por tirar una maceta (ni presuntamente, ni nada) en un sitio en el que no estaba y a quien la ansiedad de la situación condujo al suicidio.

La realidad se viste de ficción, la ficción se representa en la realidad. La sociedad no deja de moverse y lo mismo que hoy bebe de una fuente mañana bebe de la de al lado. La representación presentada ha saltado niveles en lo que representación se refiere y algunos críticos sin criterio quieren imponer el sentido de su interpretación. Me estoy haciendo un lío, pero es brutal. Con lo que no contábamos es con el cambio de color que hoy da un apoyo mediático a los titiriteros. Por suerte el Ayuntamiento retira la denuncia, las principales cabezas poíticas implicadas separan la libertad de expresión -por sórdida que esta sea-, del hecho de haber sido presentada ante menores. La mayoría asume que no se trata de una obra para críos, y así reza la oferta de la compañía Títeres desde abajo que no incluye esta obra en la sección “para todos los públicos”.

*Fotos tomadas de la página de Facebook: Libertad Titiriteros y CNT-AIT Granada.

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