Les alegra considerarlo un grave contratiempo para Zapatero sin ocurrírseles que el perjudicado es el país; como lo fuera también cuando fracasó el intento de Aznar. No es de recibo que un presidente de Gobierno, ya sea Aznar o Zapatero, desprecie la mínima posibilidad que pueda ofrecérsele de acabar con el terrorismo. No creo necesario hablar de la vergonzosa campaña del PP para evitar el éxito del proceso de paz. Pero llama la atención su insistencia en que Zapatero había claudicado ante ETA y en que ésta le dictaba su política de romper España. Algo sorprendente por cuanto 2006 ha sido el año de mayor número de juicios contra etarras, han continuado las detenciones y no se han visto concesiones comparables a las de Aznar. El atentado del otro día no indica, precisamente, que ETA esté contenta. Si, como dice el PP, Zapatero está a lo que quieran los terroristas, ¿para qué meterle un bombazo y paralizar un proceso de paz controlado por ellos? Son asesinos, pero no tontos. Dicen que ETA aprovechó la tregua para rearmarse. Es probable. Pero ¿debía por eso el Gobierno rechazar la tregua y no valorar que llevaba tres años sin asesinar? De hacerlo, ¿no estaría el PP criticándolo por desperdiciar semejante oportunidad? Por otro lado, Ángel Acebes advirtió que cuando gobierne el PP se ignorarán los acuerdos a que pudiera llegarse en el proceso de paz: ¿no era esta advertencia motivo para el rearme por lo que pueda ocurrir? Si quienes algún día volverán a gobernar dicen que para ellos los acuerdos son papel mojado ¿qué cabe esperar que hagan? Nunca tuve mucha confianza en el proceso de paz. Entre otras cosas, por el empeño del PP en hacerlo fracasar. Pero había que intentarlo. Al menos ha servido para comprobar que el PP no se para en barras y que todo lo supedita a sus intereses electorales a los que perjudicaría el éxito antiterrorista de Zapatero. No me entusiasma la forma de hacer de Zapatero, pero detesto más los procedimientos del PP. Rajoy llama ahora al presidente para que vuelva a la cordura y a la legalidad, pues por lo visto hacer una política autorizada por el Congreso es ilegal y cosa de locos. Invoca también el pacto antiterrorista, dinamitado con su actitud de poner cada día sobre la mesa y en los periódicos el tema del terrorismo. O respaldando manifestaciones contra unas negociaciones inexistentes en las que se juega con las víctimas. La pregunta es: ¿Y ahora, qué? La única evidencia es que hemos perdido una vez más los ciudadanos y que los políticos no dan de sí sino vergüenza.