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Alimentos para la sostenibilidad medioambiental
El estado actual del medio ambiente en nuestro planeta nos hace requerir del necesario uso de alimentos que sean de sostenibilidad ecológica. Además de ello, nos demanda una consciente adecuación a nuestra salud y un total respeto a los animales que se crían en las granjas, alquerías, ranchos, corrales, etc., para ser sacrificados, manufacturados e industrializados como productos alimenticios para los seres humanos. Y junto a ello, evitar el gasto de productos energéticos y del calentamiento global en este uso.
Un producto alimenticio se cataloga como sostenible cuando este cumple su proceso natural de temporada vital, que sea de naturaleza orgánica en su periodo estacional y no conlleve un transporte de largo recorrido. Por lo que no debe gastar más recursos energéticos que los imprescindibles, y por lo tanto ha contaminado menos, mantiene y cuida el medio ambiente y los ecosistemas. Como asimismo, respeta la naturaleza de otros alimentos y los equilibrios de las tierras agrarias.
Los científicos pertenecientes al panel internacional formado por 37 expertos de 16 países, bajo las siglas EAT-Lancet (que tienen por misión explorar en las dietas saludables para el ser humano y que estas sean sostenibles con los recursos agrarios del planeta) están auspiciados por los estudios experimentales de la revista científica The Lancet. Estos científicos advierten del apremiante cambio en la alimentación mundial y en la agricultura, con el objeto de evitar el colapso de 11 millones de muertes y para evitar una irremediable catástrofe medioambiental. El modelo del actual consumo alimenticio del ser humano es insano e insostenible.
Los alimentos sostenibles son los que no producen paralelamente para su elaboración y venta ningún tipo de residuos en su proceso vital-natural ni en su transporte hasta el lugar de comercialización al público. En su elaboración deben usar el mínimo de productos energéticos del planeta, por lo que han contaminado mucho menos en su naturaleza biológica. A los amantes y sensatos en el consumo de estos productos ecológicos se les denomina Amigos de la Ecología o ‘Ecofriendly’.
Los experimentados doctamente en los alimentos ecológicos aducen que, para que un alimento sea sostenible con el medio ambiente debe cumplir con varios requisitos imprescindibles:
A) Que lo sean ecológicos. Con este proceder se ayuda a sostener el equilibrio medioambiental del planeta y de ineludible la salud de todos los seres vivos. Se reúsa de los pesticidas químicos o semillas GMO –que son las modificadas genéticamente–.
B) El uso del agua de riego en su justa medida para alimentar la planta. Con la aplicación de los métodos naturales y tradicionales para cada cultivo se protegen los ecosistemas y la biodiversidad de todos los seres vivos que conviven en el planeta.
C) Cultivo y producción de alimentos saludables, evitando todo tipo de productos tóxicos y de forzada rapidez de evolución natural, evitando el uso en su crecimiento de los fertilizantes químicos.
D) Consumir preferentemente los productos locales, que no deban ser transportados por cientos o miles de kilómetros para llegar a la mesa. Con el largo transporte se produce la quema de combustibles fósiles en su trayecto, con las consiguientes emisiones de CO2 a la atmósfera. Este producto tiene la gran ventaja de ser madurado de forma natural más tardía para su recogida del árbol o extraído de la tierra. Son alimentos más nutritivos, frescos y de temporada.
E) Otro factor importante es el innecesario envolvimiento del producto para su presentación en la venta al público. Este inútil proceso hace que se generen una serie de basuras que nada tienen que eficaz con el producto, que a su vez usan un mayor número de energías y de emisiones (además de mayores gastos económicos).
En la producción de los alimentos sostenibles, se aboga también por las economías propias del lugar de elaboración mediante un comercio justo y accesible a todos, en el que se preserva un sueldo justo a los agricultores, sin explotaciones infrahumanas y contratos basuras, además de unas adecuadas condiciones laborales. Estas demandas lógicas y sociales, no gustarán nada a las multinacionales de la alimentación o las pequeñas empresas muy propensas a dar trabajo por un mísero sueldo y sin derechos laborales algunos.
La revista científica aludida prefija que para preservar la “salud del planeta” hay que prescindir de los alimentos de carnes rojas y el azúcar, en la cual escribe que hay que basar la alimentación, primordialmente, en las frutas, las hortalizas y legumbres; que el sector agrícola y ganadero debe evitar emitir contaminaciones de nitrógeno y fósforo; limitar el uso de agua y no permitir más uso de las tierras agrícolas en todo el mundo; entre otras recomendaciones, que haya más de sostenibilidad global.
La crianza de animales vacunos, corderos y cerdos –o las piscifactorías– para alimentar a los humanos, son las causantes de las demoledoras cifras de contaminación a la atmósfera, por los propios gases emitidos por estos animales y por la enorme cantidad de cereales que, en especial, se siembran para su alimentación; y de otros piensos para el mismo fin. A ello se suman los consiguientes procesos de elaboración industrial, que a su vez conlleva el transporte, manufacturación, etc., con la quema de combustibles fósiles.
En ese apartado, los expertos climatólogos aducen que se deben reducir los fatales efectos medioambientales que producen la ganadería y misma agricultura que en ‘ex profeso’ a ella se destina. Será una actuación ecológicamente responsable que disminuiría la esquilmación de tanto suelo agrícola innecesario, el uso desorbitado de los químicos fertilizantes y de los combustibles fósiles para todo el proceso. Un estudio revela que se necesitan 15.400 litros de agua para obtener un kilo de carne para consumo humano.
El desmesurado y escalofriante guarismo de habitantes que poblamos nuestro planeta (más de 7.000 millones, y que alcanzará en el año 2050 los 10.000 millones) requiere urgente y racionalmente de una revolucionaria adaptación a un nuevo modelo de agricultura para la alimentación de todos los seres –incluidos los animales–. De no actuar drásticamente sería incrementar los negativos efectos del Cambio Climático. Y sobremanera dar de comer, de forma equilibrada con la producción agrícola, a los miles de millones de seres vivos que demandan una sana alimentación en sus derechos vitales.
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