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535 años de la fundación de Las Palmas de Gran Canaria

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En este día 24 de junio, se cumplen los 535 años del nacimiento de Las Palmas de Gran Canaria. De esta ciudad con historia, habiendo sido la primera ciudad que fundara la Corona de Castilla, por su reina Isabel I, en ultramar. La Villa Real de Las Palmas ?primigenia denominación?. Nacida en el solsticio de verano, al calor del día más largo y luminoso del año. No fue la Villa realmente ´fundada', sería un acontecer urbano creado colateralmente, porque el principal propósito de la expedición militar del capitán Juan Rejón y su fuerza militar, y de la Corte castellana, era conquistar la isla de Gran Canaria.

La rememoración de este hecho histórico, que para tal fin la reina Isabel I de Castilla, otorga la providencia para la conquista de la isla de Gran Canaria, que se cumpliría el 13 de mayo de 1478, y la cual sería la primera de las islas integradas a la Corona. Llegadas a la isla las naos de la conquista, fondean en el refugio marítimo natural de las Isletas. El aludido capitán Rejón, junto al deán Bermúdez, emplazan el campamento militar en un alzado montículo a orillas de la mar, en el margen izquierdo de la desembocadura del barranco Guiniguada. Eligieron estratégicamente el lugar más propio para la defensa contra los aguerridos aborígenes, todavía sin doblegar en la heroica resistencia de su territorio insular. En aquel lugar contaban los conquistadores con agua potable del mismo barranco; cercanía al mar y proximidad a las escuadras de las naos, allí ancladas, para una inminente retirada.

Finalizado el asedio a la isla de Gran Canaria, sometida en su entereza territorial ante la fiereza de los nativos ?avezados en estas lides invasoras por las flotas extranjeras?, se dio origen e implantación al orden orgánico de la futura ciudad. En dicho lugar de instalación del tosco campamento, lo que a su vez será el embrión de la llamada, por ellos, Villa El Real de Las Palmas. Ésta sería ratificada por el gobernador o virrey Pedro de Vera, como sedes del mando político y centro religioso de las islas, y de las que estaban por conquistar. Se instauró la primera iglesia de Santa Ana (por ser devoto de esta imagen, el guerrero conquistador Juan Rejón); la plaza de San Antón; y junto, a la primera casa de Gobierno. La urbe sería constituida como primera jurisdicción de Gran Canaria. En los rededores del primitivo núcleo urbano, y como prebenda a los colonizadores, se les amortizó con tierras para cultivos y la construcción de sus viviendas. Tres décadas más tarde, el 28 de enero de 1515, se le concedió el título de Noble a la ciudad El Real de Las Palmas, por la realeza de Castilla.

Desde el mismo instante de su fundación, como la primera villa fundada por Castilla en el archipiélago canario, tuvo el don de ser la capital administrativa e instituciones políticas de las islas: Real Audiencia de Canarias, Cabildo o Ayuntamiento, y Capitanía Militar; y en institución religiosa: Obispado (trasladado a Las Palmas desde El Rubicón, en Lanzarote, que había sido fundado en 1485; pero anteriormente, en Telde ya existía el primer obispado de Canarias en 1345); Catedral y Tribunal de la Inquisición (1506 ? 1820). Y futuramente, fueron todos ellos ubicados en el perímetro de la plaza de Santa Ana. Por ello, se la dio carácter de Plaza Mayor (la primera de España, según el investigador e historiador Alfredo Herrera).

Nació la ciudad en la transición de la era medieval a la Era Moderna, por lo que la misma se moderniza e incorpora al mundo civilizado. Traídos los adelantos con todos los progresos atribuidos por los europeos de Castilla, bajo las exiguas posibilidades económicas de la época y en base a la larga y compleja distancia al continente. Junto al acuartelamiento de Juan Rejón, se fueron trazando las primitivas manzanas y las estrechas callejuelas, que dieran origen a la naciente urbanización de la ciudad. Continúa su expansión desde los albores y hasta la mitad del s. XVI, en que termina su primera fase urbanística, adaptada, en lógica, a las necesidades de su época. Se establecía el modelo imperante del Renacimiento, y el estilo colonial en el barrio de Vegueta.

El trazado constructivo en el Real de Las Palmas, sería el aplicado seguidamente y bajo las normativas establecidas, para la creación urbanística de las recién nacidas ciudades en el conquistado Nuevo Mundo, y por los reales decretos dictados por Felipe II. La ciudad del Real de Las Palmas, en su necesidad de expansionarse lo hizo por el lado norte de su perímetro, naciendo el adyacente barrio de Triana. Éste, también bajo el mismo trazado urbanístico, adoptado con el Consejo Municipal, trazando las manzanas cuadrangulares y limitando las alturas máximas edificables, en todo el entorno del barrio trianero. La ciudad, por variadas y negativas circunstancias económicas, dejó de crecer. Y después de ese estéril lapsus, se retoma la ampliación y modernización de la capital a partir de 1820, con mejores perspectivas urbanísticas, nuevas ideas y de una economía favorable.

Hoy día, en la perspectiva de los 535 años de su acreditada fundación, produce congoja que nuestra histórica ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en su vetusto epicentro natalicio, no sea mimada en la referencia de su urbanismo de un tiempo que fue, y que debemos preservar celosamente, como bastión de la vieja urbe. La que fuera la primera ciudad fundada por la Corona de Castilla, allende sus fronteras peninsulares; la primera del Archipiélago, política y religiosa; la que sirvió de penúltima base logística y fondeo para las naos de Colón en el Descubrimiento del Nuevo Mundo, aportando productos hortofrutícolas y animales domésticos para la industrialización del Nuevo Continente (que sigue siendo un primordial punto de enlace para el tránsito marítimo con África y América); que fuera modelo constructivo en las nuevas edificaciones de las ciudades del nuevas tierras colombinas, etc.

Por ello, Vegueta y Triana, deben ser muy respetadas y veneradas en sumo grado en sus fundamentos arquitectónicos y urbanísticos por los ediles eventuales de nuestro Ayuntamiento, (que sólo tienen por misión: servir y amparar la ciudad en su cultura e idiosincrasia); los cuales, haciendo de su cargo 'reinos de Taifas', y en viles intereses por la recaudación, se pliegan ante los bochornosos desmanes constructivos, que de manera sistemática permiten y acontecen en el complejo arquitectónico, derribando las viejas casas de estos distinguidos barrios, construyendo nuevas edificaciones de características modernas, que se dan de bruces con la estética del pasado en el delicado entorno arquitectónico de antaño. Con este irrespeto y tan pírrico cuidado, protección o en descuidar su remozado permanente en los dos barrios, como hasta ahora se ha patentizado, poco o nada se puede esperar en esos añejos distritos, para que merezcan el alto honor de ser nominados Patrimonio de la Humanidad. Y ya es tiempo, para que de nuevo, se retome el proyecto elaborado por A. Herrera Piqué, y sea presentado ante la Unesco, para ese tan merecido galardón.

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