Arruajes y otras anomalías
A los esperpentos siempre se les ha llamado arruajes en Arrecife. Aún impactados por las impresionantes imágenes del centro de menores de la ciudad, que fue noticia en todos los medios, Yonathan de León y Echedey Eugenio, en lugar de asumir responsabilidades ante las víctimas y la ciudadanía, y perjudicando el prestigio, también el turístico, de la isla que tanto ha costado construir, han protagonizado una nueva fantochada que pretenden poner de moda en la temporada de otoño en Lanzarote.
Ambos se han puesto de acuerdo para incendiar nuestra frágil convivencia
Con sus disparatadas declaraciones, Yonathan de León, alcalde de la ciudad de Arrecife, y Echedey Eugenio, primer teniente de alcalde, nos muestran lo lejos que algunos están dispuestos a llegar para dinamitar principios inalienables para todas las personas, como la dignidad, la igualdad y la libertad, independientemente de su origen o nacionalidad.
Con su desatino, ambos revientan, al mismo tiempo, la construcción de una imagen pulcra, cuidadosa, pacífica, acogedora, amable y, también, preocupada por el territorio, que ha sido una constante entre los habitantes de Lanzarote y que, debemos subrayarlo, nos ha beneficiado turísticamente.
Jaleados por las minorías extremistas de sus respectivas formaciones, Yonathan de León, del Partido Popular, y Echedey Eugenio, de Coalición Canaria, compiten entre sí para erigirse en los nuevos rostros de referencia del racismo, la xenofobia y el odio en Lanzarote. Ambos se han puesto de acuerdo para incendiar nuestra frágil convivencia mientras las personas decentes de sus partidos asisten silenciosas y avergonzadas a su desatinada escalada verbal.
Es preciso negarnos a normalizar las extravagancias
Es preciso resituar los grandes problemas insulares en sus límites correctos, para que ninguna mamarrachada nos desvíe de la atenta vigilancia ciudadana hacia una adecuada gestión pública y nos cuelen otras anomalías. Es preciso prestar atención a lo público y reclamar una mejor educación, sanidad, atención a personas mayores y dependientes, gestión del agua y la energía, administración del territorio y el medio ambiente, mayores salarios o más viviendas y a precios asequibles… Esto es lo realmente importante.
Del mismo modo, es preciso negarnos a normalizar las extravagancias que ya hemos padecido, como cierta obsesión hacia destacados visitantes que eligen Lanzarote como destino, o los continuados acosos por parte de Fernando Clavijo a las visitas del presidente del Gobierno, siguiendo la estela del Partido Popular cuando tuvo lugar la primera visita del presidente Zapatero.
Viene al caso recordar que aquel escrache fue contestado por los hoteleros de la isla, una responsable actitud que contrasta con su silencio actual y cuyos representantes están ahora más preocupados por intentar darles cobertura a ilegalidades urbanísticas con sentencia judicial firme o en rodar los mojones de la línea de costa en Playa Blanca.
Compartir colegios y centros de salud con los “niños locales”
La perorata de Yonathan de León en la que pidió que los migrantes que llegan a las Islas Canarias sean trasladados al puerto de Barcelona quedará registrada para los anales de la antología local del disparate. ¿Al puerto de Barcelona? Seguramente, la ciudadanía barcelonesa estará más agradecida de recibirlos que a los pasajeros del Piolín y los emigrantes estarían más tranquilos que si los enviarán a Madrid, no vaya a ser que los ingresen en una residencia, con el riesgo que ello conllevaría para sus vidas.
Otra monserga de peor calibre la pronunció Echedey Eugenio, quien elevó el tono de la xenofobia al anunciar que los menores migrantes no acompañados representan una amenaza para sus hijos y nietos, al mencionar que estos menores compartirán colegios y centros de salud con los “niños locales”. Con buen criterio, el equipo del consejero de Educación de Canarias, Poli Suárez, le enmendó la plana y vino a decir que al hombre se le fue el baifo.
Quizá el conocimiento de la situación del centro de menores por parte de Echedey podría explicar su aprehensión hacia los contagios, por lo que alguien podría pensar que al mantener el centro en esas condiciones buscaría precisamente eso: que su ensoñación se convierta en realidad y devenga poco menos que en una epidemia.
El problema real es la emigración y no la inmigración
Algo que Yonathan y Echedey sí que podrían hacer, porque está a su alcance, es destinar una parte del dinero público que están quemando en ruidosas fiestas a la mejora de las condiciones materiales de las personas migrantes. Sólo con una pequeña parte del coste del concierto que tuvo lugar en El Reducto con motivo del Día Mundial de las Playas, por cierto, con un magnífico cartel, pero al que apenas asistió público, podrían recibir una atención más digna muchas personas migrantes mientras permanecen en Arrecife hasta que son desplazados.
La emigración es un grave problema que afecta a muchos habitantes del planeta, especialmente de África, y genera recursos y beneficios en los países que los acogen y también dificultades, pero con efectos mucho más leves, en las zonas de destino y de tránsito.
Por lo tanto, es necesario restablecer las cosas en su justo contexto para evitar que el enfoque se limite exclusivamente al hecho de que personas africanas lleguen a Europa. El problema real es la emigración y no la inmigración, por lo que el verdadero desafío que tienen los países desarrollados radica en comprender y ayudar a resolver los factores que impulsan la emigración en África, siendo la inmigración en las fronteras europeas una consecuencia de esos problemas más profundos.
Acabar con la rapiña y las intervenciones militares en África
Entre las principales causas de la emigración africana están la pobreza extrema, la inestabilidad política, los conflictos armados, la desigualdad social, la falta de oportunidades laborales y el cambio climático. Estos factores empujan a miles de personas a buscar una vida mejor fuera de sus países, aun a riesgo de sus vidas.
Es imperativo que la Unión Europea y la comunidad internacional se esfuercen en mejorar las condiciones en los países africanos y acaben con la rapiña y las intervenciones militares en el continente. Esto implicaría el fomento del desarrollo económico, la estabilidad política y la gestión de recursos, lo que, a largo plazo, reduciría la necesidad de emigrar y disminuiría la presión migratoria hacia Europa.
Las declaraciones de Yonathan de León y Echedey Eugenio son un recordatorio de que el racismo y la xenofobia son amenazas presentes que debemos confrontar con firmeza. Frente al racismo y la xenofobia, solo cabe una respuesta: la lucha por una sociedad más humana, justa e igualitaria. Y ponerlos en su sitio como lo que son: auténticos arruajes.
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