Cierto que era muy difícil en pocos meses alcanzar el conocimiento suficiente entre los ciudadanos y las ciudadanas para competir con candidatos confirmados mucho tiempo antes por sus partidos, y en la mayoría de los casos con dilatadas carreras políticas. Y, además, con el problema añadido de la debilidad del nacionalismo en la capital grancanaria, constatada elección tras elección, en lo que ha sido nuestro auténtico talón de Aquiles electoral. Era muy consciente de todo ello, pero sabía que el envite merecía la pena.Con nuestros limitados medios, con nuestra limitada capacidad económica, hicimos un enorme esfuerzo militante en la precampaña y campaña electoral para darme a conocer como candidato y ampliar el conocimiento sobre la propia marca, Nueva Canarias, que debutaba en el terrero electoral en los comicios de mayo. Quiero agradecer el trabajo de todas las personas que colaboraron en la campaña municipal, que supieron sortear las dificultades con grandes dosis de entusiasmo. Y que nos colocaron al borde de conseguir entrar en el Consistorio.No pudo ser. Y en ello influyó la creciente polarización entre los dos grandes partidos estatales. Una parte importante del electorado progresista se movilizó para garantizar el cambio en el Ayuntamiento capitalino, para sustituir a una alcaldesa desgastada en buena parte por sus propios errores, lo que hizo que incluso un porcentaje nada desdeñable de voto nacionalista, convertido en voto útil, fuera a parar a la lista que encabezaba Jerónimo Saavedra para impedir la continuidad de la derecha tras doce años al frente del Ayuntamiento.RupturaPara nosotros fue determinante la ruptura de nuestra alianza con Compromiso por Las Palmas. Especialmente porque la misma se produjo a menos de dos meses de los comicios, sin posibilidades materiales de colocarnos en las mismas condiciones en la parrilla de salida que el resto de competidores políticos. Pero con una ventaja importante: la clarificación del panorama político y el no estar lastrados, para hoy y sobre todo para el inmediato futuro, por una alternativa personalista, populista y desideologizada.Considero también muy relevante el que el pasado 27 de mayo las urnas dejaran claro quién representa al nacionalismo en Las Palmas de Gran Canaria, barriendo por completo a ATI-CC, pese a presentar esta última a un candidato de primer nivel, con enorme presencia mediática y con una elevada notoriedad. Pese a nuestras limitaciones y dificultades le sacamos más de tres mil trescientos votos de diferencia y, seguramente, impedimos que convirtiera el ayuntamiento en una institución inestable y sujeta a los más variados trueques políticos.Lo conseguido el 27-M por NC en Las Palmas de Gran Canaria –más de 7.600 sufragios- constituye un buen punto de partida para iniciar la inaplazable renovación del nacionalismo progresista en nuestra ciudad, tras años de retroceso y de profunda confusión e indefinición. Muchas cosas se han hecho mal para que el nacionalismo sea tan débil en la urbe más poblada de las Islas. Y tenemos que saber reflexionar y, sobre todo, rectificar los errores del pasado.Para ello es preciso abrir la organización a gente nueva, a universitarios y a profesionales, a trabajadores, a mujeres y jóvenes, apostando por edificar el nacionalismo urbano del siglo XXI, integrador y abierto, sensible hacia los elementos de nuestra identidad y, al tiempo, volcado en las nuevas tecnologías. A esa ilusionante tarea voy a dedicarme en el próximo período, como continuación de la responsabilidad que adquirí al presentarme a los comicios del 27-M; y convencido de que existe un espacio para el nacionalismo en Las Palmas de Gran Canaria, y que ahora se dan las condiciones básicas para comenzar a activarlo y estructurarlo. Francis Candil