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Benito Pérez Galdós y la Constitución de Cádiz por Manuel Herrera-Hernández
Para construir el cuadro de su episodio nacional a Galdós le sirvieron «Cádiz en la Guerra de la Independencia: cuadro histórico (1864)» de Adolfo de Castro y la «Historia del levantamiento, guerra y revolución de España» del Conde de Toreno. Narra Galdós en su Episodio Nacional que numerosos visitantes se desplazaron hasta la ciudad gaditana para ser testigos del acontecimiento. Por el camino de Cádiz a la Isla no cesaba el paso de diversa gente, en coche y a pie; y en la plaza de San Juan de Dios los caleseros gritaban, llamando viajeros: «¡A las Cortes, a las Cortes!». Y describe que hasta los mendigos abandonaron sus puestos corriendo hacia la Cortadura que se inundó de mancos, cojos y lisiados, ganosos de recoger abundante cosecha de limosnas entre la mucha gente, y enseñando sus llagas, no pedían en nombre de Dios y la caridad, sino de aquella otra deidad nueva y santa y sublime, diciendo: «¡Por las Cortes, por las Cortes!».
Causa emoción verificar que Galdós recuerda la defensa que hicieron los canarios de Alburquerque del castillo de San Lorenzo de Puntales. A principios de 1809 el Cabildo General Permanente de Gran Canaria organizó un cuerpo militar formado por unos seiscientos voluntarios para luchar en la Guerra de la Independencia. Este Batallón de Granaderos de «Leales Canarios» en la Batalla de Chiclana, acción de guerra que tuvo lugar el 5 de marzo de 1811, terminó conociéndose como «La Granadera Canaria». Entre los expedicionarios estaba Sebastián Pérez Macías, nombrado Subteniente, padre de Galdós, y su tío Domingo en calidad de Capellán de la misma y que redactó un diario sobre la «Expedición a España del Batallón de Granaderos de Canaria». En la infancia Galdós escuchó los relatos bélicos de sus familiares.
En 1814 se abolió la Constitución de 1812 y se restableció el régimen absolutista de Fernando VII. Por esto, cincuenta años más tarde, en 1865 Galdós publicaría en La Nación, de Madrid, que triste, muy doloroso sería para aquellos egregios padres de la Constitución, para aquellos mártires de la libertad el espectáculo de la libertad y el sistema constitucional manchado de impurezas. No obstante, 1812 supuso el nacimiento de la nación en sentido moderno y el paso decisivo de la soberanía del rey a la soberanía nacional. El concepto de nación se fue desdibujando hasta configurarse uno nuevo como reunión de individuos que la componen, libres e iguales bajo el imperio de la ley. Y, aunque efímera, significó una alianza entre los conceptos de nación y libertad que marcó la vida política de la España contemporánea.
*Asociado Fundador de la Asociación Canaria de Amigos de Galdós (ACAG)
Manuel Herrera-Hernández*
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