Espacio de opinión de Canarias Ahora
Biblias, leyes y otros menesteres
Y Francisco el Santo Padre, en el día de todos los padres del mundo, dio su palabra de qué la Iglesia sería el refugio de los pobres y necesitados que por allí y en todos los rincones del mundo estuvieran, dotándolos de la manta para el frío, el plato de la comida y el vaso del agua que podrían compartir con sus familias. Y así, de esta forma, el Sumo Pontífice declaró a la Iglesia católica como hacedora universal de todos los hombres de bien, incluso de aquellos que infectados por el poder y el dinero, renegaron de los otros. Esta es la esperanza del hombre y el compromiso del Papa debe de seguir por este camino de reestructuración de los poderes de la curia y cumplir el mandato para el que fue creada. Así sea, o así esperamos de Francisco que intente hacerlo por ser según su doctrina, la palabra de quien le otorgo el privilegio de servirle.
Por mucho que se disimulen suelen notarse los pequeños matices que hacen del desaire un gesto adiestrado de educación falsa; esto es lo que ocurrió sin ir más lejos, con la sonrisa complaciente del Papa Francisco y el rictus siempre “a dos caras” de la presidenta argentina. Bastante tiene el Santo Padre con la tarea a la que ha encomendado su vida como para estar a las diligencias de otros Jefes de Estado, por mucho que sean compatriotas terrenales y es que la Presidenta argentina Sra. Fernández, además de mostrar una conducta inapropiada ante su eminencia ?sin inclinarse levemente- demostró la soberbia de una mano acostumbrada a nacionalizar empresas tanto internas como externas en su propio beneficio, en lugar de venir a comportarse con el comedimiento que le exige su cargo. Parece ser que su difunto marido obvio deliberadamente en unas declaraciones relativas al entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio “el diablo llega a todos los que usan pantalones y a los que usan sotana” omitiendo lo cercana que tenía la falda de su cónyuge Cristina.
La verdad es que “en todos sitios cuecen habas” y por ende, no va a ser España una excepción a la regla ?menos en estos momentos- en todo lo relacionado con satisfacer a todos al mismo tiempo. Sino que se lo digan al Presidente Rajoy que ha tenido que dejar en casa a dos de sus principales resortes políticos, las señoras Cospedal y Sáenz de Santamaría, en su viaje a Roma para asistir a la misa proclamación del Papa Francisco. Desde luego habrá tenido que resultar harto difícil completar el grupo idóneo en semejante evento, como el disgusto que está decisión sufren aquellas que pensarán en su mala suerte cuando miren los tocados relucientes preparados para el acto.
Mientras, algunos miembros desplazados a Roma intentan acercar el postulado de la iglesia católica con el relanzamiento de la marca España ?Sr. García Margallo, ministro de Exteriores-, haciendo de su ideología el sentimiento de todos, sin tener en cuenta el carácter de país libre, democrático y aconfesional de nuestro país en sus afirmaciones; no hay quien atienda lo dicho por el Presidente de su partido en lo relativo a los valores afines de la ciudadanía española y el Vaticano en la lucha a favor de la “dignidad humana” algo que deja mucho que desear con su política reaccionaria y que tan solo sirve cara a la galería del protagonismo.
No es la Iglesia católica la encargada de diseñar las leyes o la vida de los españoles, ni la más adecuada en estos momentos para hablar de si son o no “retroactivas” las existentes; son los órganos de representación del Gobierno los únicos encargados de esgrimir con total sobriedad y justicia tales designios; aunque no “como dioses” ni poseedores de la verdad por el mero hecho de ostentar el poder, sino como impulsores honestos de la “dignidad social y humana de todos los ciudadanos” a los que prometieron servir.
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