Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mucho más que una decepción
Es indudable que en la vida inevitablemente nos llevamos alegrías y tristezas. A veces está de nuestra parte prodigar o evitar alguna porción de unas u otras, pero otras tantas veces lo que nos rodea desequilibra la balanza y nos contagia e influye. Debo reconocer que estas líneas están redactadas desde la decepción. Pudiendo tomar cuerpo en ellas también otros sentimientos y emociones menos edificantes, he preferido escribir desde el corazón y la razón en vez caer en una visceralidad que desvirtuaría el sentido de lo que quiero transmitir.
A estas alturas sobra explicar mi sentir y posicionamiento político e ideológico, mi militancia partidaria, mi vinculación y compromiso desde hace años con otras personas que, con nuestros aciertos y errores como humanos que somos, queremos hacer realidad otro modelo de sociedad, de convivencia, de hacer y entender la política como instrumento de cambio para ello. Acepto y aceptaré siempre la discrepancia de criterio y el derecho que tenemos todos y todas a defender esa parte de verdad desde la que pretendemos hacer realidad nuestros anhelos, incluso junto a otros que no piensan igual. Pero coincidirán conmigo que es cosa distinta confundir la evolución o cambio de posiciones con la incoherencia, con la renuncia a la dignidad, con la venta de nuestros valores y principios a cambio de un puñado de monedas, o seducidos por la erótica del poder mal entendido, que de todo hay.
Quiero mostrar mi decepción personal y política con quienes creí sinceramente que representaban los mismos valores, principios e ideas que me hicieron participar en la vida pública. Esos que presumían de haber tenido como referentes a personas íntegras como Ildefonso Jiménez o Fefi Milán; esos que hablaban de decencia, de ética, de humanidad, de progreso, justica e igualdad con letras mayúsculas. No me decepciona saber que van al encuentro fraterno con quienes reconocían hasta hace sólo unos meses como sus adversarios, sino las razones reales por las que lo hacen. No me decepciona imaginar si hemos podido fallar en algo sino que la ausencia total de razones políticas para hacerlo los convierte en la misma esencia de lo que decían ellos mismos repudiar.
Siento vergüenza ajena por el espectáculo que presencio, pero sobre todo pena, mucha pena por quienes quedan expuestos, con su comportamiento, a ser recordados como simples titiriteros de sus miserias, en vez de personas que hubieran quedado algún día en la memoria colectiva de esta ciudad, como servidores de verdad de su progreso, bienestar e imagen de gran ciudad.
Y poco tardaron los buitres en aprovechar la carroña. Desde la atalaya del poder a cualquier precio en que se sitúan los del aire nuevo, saltan a justificar el proceder de los nuevos tránsfugas en Telde, el mismito que deploraban en el Cabildo de los que eran sus compañeros. Es curioso cómo a quién no se le conoce vocación social previa alguna al cobro de un sueldo público juzgue tan a la ligera a quienes tenemos la ética como principio innegociable ante cualquier diálogo.
Estoy decepcionado, sí, pero no me rindo a seguir combatiendo estas actitudes y comportamientos. No me rindo en mi empeño, el de mis compañeros y el de la mayoría de los ciudadanos de bien de este municipio a cambiar de una vez y para mejor esta racha de infortunio, desacierto e irresponsabilidad que fustiga a nuestra ciudad.
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