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Dunas de Maspalomas
Es una desmesura la patética cifra de 44.000 m3 los que se pierden anualmente en este insólito y árido paisaje del extremo más meridional de Gran Canaria. Esta cifra escandalosa, en la que además de los lógicos cambios de la mutante geografía, es la producida por la intervención depredadora del hombre en su loquinaria y patológica codicia por extremar la explotación de los recursos naturales, deteriorándolos hasta destriparle su mayor provecho, en menoscabo y absoluto desprecio ante las perniciosas consecuencias de estas acciones sobre el medio ambiente.
Maspalomas, hipotéticamente debe su nombre a las muchas palomas que desde el barranco de Tirajana bajaban a comer las semillas de los vegetales de antaño. Este paraje declarado Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, tiene una superficie de 4 Km2. de arenas; 6 km. de playa y tres importantes vientos que generan y peinan las dunas. Además de formar la charca y el palmeral. Y en el extremo sur rematada por el espigón fálico de 60 m. de alto y de arquitectura colonial, con patio canario, el Faro de Maspalomas, obra del ingeniero Juan León y Castillo (Bien de Interés Cultural, construido en 1884). .
Las dunas tienen su origen en el mar, y su consecuencia, en la fragmentación de conchas y moluscos; y por los efectos directos de los alisios, brisas del sur y vientos locales. La charca de agua salobre ha sido recuperada de su extrema fragilidad en el año 1987, maltrecha por los ruidos, aguas fecales, maltrato de los gentíos, urbanizaciones contiguas, etc. Este oasis tiene una importancia vital para la crianza de aves migratorias, en primavera y otoño; y las sedentarias, anidando en ella especies de gran valor y protección: Alcaravanes, guirres, pardelas, paiños, etc.
El turismo masivo de los sesenta se ha conjugado con las edificaciones arbitrarias por los bárbaros del cemento y del avieso descontrol medioambiental del municipio tirajanero, sobre este rincón desértico en sus drásticos bienes gananciales, hicieron que toda esta peculiar Reserva Natural, sufriera los espantos de la agresión del turismo y las urbanizaciones, como alocado principio de esta entropía que aún tiene su presente, engullendo gran parte de la yerma y singular zona. La charca ha sido recuperada en 1987 y preservada en su frágil ecosistema en la actualidad; y el otrora catastrófico hotel Dunas, construido sobre las dunas, fue volado en 1989, ante la vergonzosa y fuerte presión social.
Toda esta lacerante herida ha sido la consecuencia de las nefastas agresiones al litoral colindante: construcción de muelles deportivos, urbanizaciones en la misma costa y/o tragándose las arenas; y además, de todo lo inmediato en las playas: hamacas, chiringuitos, y especialmente, las libertinas caminatas por las dunas, por lo que hay que hacer irremediablemente, un paso acotado e inalterable de los turistas por las arenas. Porque de no actuar responsablemente, tendremos que dar el responso final, o el definitivo Alea jacta est en su finiquito a este bello paraje de las Dunas de Maspalomas, apelando a su urgentísima protección, para que no sea historia pasada de un ecosistema perdido por la inconsciencia de sus moradores precedentes.
Teo Mesa
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