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Épocas pasadas y futuros inquietantes

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Tras las últimas noticias económicas que han aparecido en relación a la fragilidad de nuestro país con relación no sólo a Europa, sino al entorno global, no es de extrañar el hecho de que nuestros jóvenes hayan visto la necesidad evidente de marcharse a otros lugares ante la falta de empleo y los pronósticos desoladores a corto y medio plazo. Aun así, la ministra de Empleo, Fátima Báñez, confía en que estos vuelvan cuando la situación laboral en nuestro país mejore; cosa que sin duda tan sólo se cree ella pues, la gran mayoría de los que llenan sus maletas con la esperanza de lograr un futuro, con el que ver recompensados sus esfuerzos por años de estudios universitarios o en centros de formación profesional, emprenderán una vida nueva y forjarán raíces ?familia-.

Nosotros los cuidamos, formamos y ahora, nos despedimos de ellos a sabiendas de que todo el esfuerzo que la sociedad ha hecho para formar a nuevos profesionales, quede en beneficio de los países de destino. Seguramente la Sra. Báñez lo sabe bien aunque no le convenga hacerlo notar en público por temor a las reprimendas del Presidente pero lo cierto es que, cuando por las fisuras de la sociedad se pierden protagonistas, el vacío costará llenarlo.

Si para menguar su responsabilidad quieren elaborar lo que han dado en llamar Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, seguramente tendrán sus motivos entre los cuales cabe presumir ?posiblemente- que esta iniciativa venga ligada a mantener los hijos a los progenitores -50 años sin empleo ni oportunidades-. Esto lo llaman, para seguir el amplio abanico de definiciones que el PP desarrolla con hechos trascendentales a la sociedad española “movilidad exterior”, a la amnistía fiscal “regularización de rentas y activos”, al rescate “préstamo a los bancos” y el de imputado por “encausado” es decir, bautizar las cosas por el nombre que mejor suene en sus oídos. Sea como fuese el calificativo utilizado, el hecho de existir una falta de compromiso con las promesas electorales se podría denominar a las claras “engaño a los ciudadanos” cuyas consecuencias vienen acercándonos a ese trasiego al extranjero en la década de los 60. Y a raíz de lo declarado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) acabamos de llegar a la mitad del desastre ?crisis- cuyo final se antoja cercano a 2018.

Lo que hasta entonces pasarán los ciudadanos se antoja difícil pues, si no hay inversión, no hay crecimiento, eso lo saben nuestros alumnos de primaria y es lo que está ocurriendo en España desde hace más de cinco años. Bien por la falta de confianza en nuestras entidades financieras, o por la política acotada a la austeridad del Gobierno, la pelota está en el alero de los bandos implicados (PP, troika); la crisis sin ningún género de dudas ha venido de la mano producto de una ausencia total de políticas preventivas. Ahora no es tiempo para demagogia, solo vale tomar las riendas de la situación y no desbocarse como ha hecho el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al querer imponer sanciones a los países que incumplan sus designios -comprar credibilidad en la zona euro-; tendrá que ponerse a la cola de acreedores del Gobierno español, con una deuda más tendrá que darle tiempo para pagar, sospechoso el asunto en cierto modo.

Nadie en la calle ?ciudadanos- se explica cómo España ha pasado de ser la cuarta economía del euro, a la tercera más débil; de la misma forma que nada se haga para remediarlo con las políticas adecuadas de crecimiento que sigue arrastrando a la sociedad en una recesión prolongada sumida en la austeridad y los recortes.

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