¿Quien gobernará el 9-M?

En las dos primeras hipótesis, que son los escenarios más probables, Rajoy olería a cadáver político. Hoy son 17 escaños los que le separan de Zapatero pero cualquier cifra que ronde la quincena de diferencia le convertiría en un “outsider”. Su dimisión sería fulminante porque la derecha no aguantaría otros cuatro años esperando a que el barbado gallego ponga orden ideológico y concierto político en sus maltrechas filas.

Pero si la diferencia entre socialistas y populares se reduce en torno a la decena de escaños o menos, el vértigo cambiaría de bando. Y a eso se está dedicando Rajoy con discreción y denuedo, trabajándose la abstención (ha apartado a Acebes y Zaplana de su campaña), volcándose en las provincias pequeñas con pocos electores y suficientes escaños o con diferencias electorales mínimas. Si el voto herreño vale 25 veces más que uno grancanario, en la península ocurre igual con el soriano, abulense, segoviano o turolense con respecto al madrileño, valenciano, sevillano o barcelonés. Y en ese caso, de salir medianamente bien la estrategia, el castigo electoral lo sufriría Zapatero en forma de desgaste personal. Podría reeditar el pacto de progreso con ERC, IU, PNV, BNG y Nueva Canarias o incluso con CiU, pero a medida que los dos grandes partidos se acercaran en escaños ?con una diferencia 5 diputados o menos ya sería un clamor? me temo que se desatarían grandes corrientes de opinión y sonoras voces reclamando un pacto “a la alemana”, con Zapatero y Rajoy en el mismo Gobierno... o con ninguno de los dos. Y excuso decirles las repercusiones que un acuerdo así ?que podría estar reclamando la frágil economía española ante el alza desbocada del petróleo? pueden suscitarse en Navarra... y Canarias.

Federico Utrera