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Un gobierno debe pagar lo que debe

Luis Campos

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Asistimos a un momento en el que desgraciadamente la política, y por ende aquellas personas que dedican una parte de su tiempo y de su vida a la misma, están cuestionadas continuamente. Cierto es que algunas prácticas miserables por parte de una minoría, pero muchos más de los que sería deseable en cualquier democracia desarrollada, han contribuido de manera decisiva a esa percepción generalizada de la ciudadanía.

Pero en los últimos años hemos asistido a otros factores que han sido fundamentales en esa idea instalada de descrédito. La aplicación de políticas que han priorizado los grandes intereses privados frente al interés general. La priorización del rescate de bancos y autopistas frente al apoyo imprescindible de la gente que peor lo pasa. La nada ética utilización de los aparatos del poder para favorecer amnistías fiscales o perseguir adversarios políticos. Y, por supuesto, el desarrollo de programas, leyes y decisiones absolutamente contrarias a lo que se prometía durante las campañas electorales que les llevaban al poder.

Desgraciadamente es la práctica habitual de algunos partidos y, quizás por ello, algunos se escandalizan cuando ven que Nueva Canarias (NC) se mantiene firme en su posición de no propiciar, de ninguna forma, un gobierno del Partido Popular (PP), que representa muchas de las ideas anteriormente expresadas; apelando a algo fundamental, la coherencia con lo que dijo durante meses y el respeto a aquellas personas que le votaron, confiando en que cumpliríamos con nuestra palabra de propiciar un gobierno de cambio cuando llegara el momento.

Por todo ello es necesario multiplicar esfuerzos por parte de todos en volver a dignificar la política, dotarla de credibilidad y algo en lo que la gente pueda volver a confiar de manera decidida. Pero para esto es fundamental lograr algo que en Canarias hemos fallado de manera estrepitosa en los últimos años. No hablo de mejorar en transparencia, que también, sino de ser capaces de cumplir con los compromisos adquiridos por el Gobierno. Sí, hablo ahora de compromisos del Gobierno de Canarias y no de promesas de un candidato a presidir el mismo.

Y es que si somos capaces de entender el desapego hacia la política cuando prometemos unas cosas durante meses de campaña y tras convencer a la gente para que nos vote, entonar aquello de “las circunstancias nos obligan a tomar medidas que no nos gustan, pero...” O esta otra que dice “es cierto que nos comprometimos a bajar los impuestos, pero la herencia recibida...” Pues imaginemos que no hablamos de promesas de campaña, sino de compromisos con la ciudadanía de un Ejecutivo ya en funciones.

Hasta hace bien poco, cuando un gobierno sacaba una subvención, imaginemos por ejemplo, a aquellos que decidan dar un paso tan importante como comprar una vivienda usada, era impensable que, de repente, no cumpliera con lo publicado en el Boletín Oficial. Podían no cumplir sus promesas de campaña, vale, “el dinero. no lo hiciera porque se le acabra, animarae no haran importante como comprar una casapero lo que no harán nunca es dejar de pagar lo que te deben”.

Igual que sería impensable que promovieran que cualquier joven se animara a adquirir una vivienda, bonificándole de manera importante su hipoteca, y luego no lo hiciera. Nadie se creería que cualquier presidente del lugar que fuera, animara en tiempos tan difíciles y complicados como los que hemos vivido en los últimos años, a que creara su empresa o actividad profesional, amparados en una ayuda de miles de euros al empleo autónomo y que luego no lo hiciera porque se le acabó el dinero.

Pues eso, precisamente eso, es lo que viene sucediendo en Canarias. Con el anterior Gobierno y con el de Fernando Clavijo, que parece que se tomaron demasiado en serio aquello que dice que, “de ahora en adelante.” Nos parece bien pero cumpliendo los compromisos y pagando lo que se debe.

Al principio la excusa fue que el presupuesto con que contaban no lo habían hecho ellos cuando sí lo hicieron, la culpa era de Madrid, de la regla de gasto, de la austeridad y, probablemente, de la alineación indebida de algunos planetas. Más tarde llegó el Impuesto General por el Tráfico de Empresas (IGTE) y, por supuesto, no lo iban a dedicar a minucias como estas, teniendo el designio divino de cambiar el modelo productivo de Canarias con ese fondo.

Pero les acaba de surgir una nueva oportunidad para cumplir con su palabra, para pagar lo que deben, con la anunciada ley de crédito extraordinario de 123 millones de euros adicionales al presupuesto. Esa con la que sí van a cumplir con lo adeudado a los funcionarios públicos de Canarias por el 50% de la paga extra de 2012 pendiente. Espero que ahora sí, que no haya excusas. Hay mucho en juego, y no es sólo la viabilidad económica de muchas familias, la posibilidad de que algunas de ellas pierdan sus casas, las mimas que decidieron comprar gracias a aquellos compromisos, o el cierre de la actividad económica de muchas profesionales.

En juego está también la credibilidad de este Gobierno, que me importa pero, sobre todo, de la política y de aquellos que nos ha tocado ejercerla en estos momentos. Eso me preocupa muchísimo más. No quiero para Canarias un Gobierno que no paga lo que debe a su gente.

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