Espacio de opinión de Canarias Ahora
El Hierro
La isla de El Hierro tiene aproximadamente 10.000 habitantes, está situada al suroeste del Archipiélago Canario, y suele estar gobernada por el Partido Socialista o por la Agrupación Herreña Independiente (AHI). Vive en si un fenómeno político propio, que si bien desde una perspectiva de “isla-continente” como Tenerife o Gran Canaria podría entenderse como un fenómeno meramente localista o municipalista, lo cierto es que para sus habitantes se trata de una identidad política propia que se configura por lo definitivo y sólido del hecho insular.
La AHI fue la primera de las agrupaciones independientes de Canarias, y la única que no surgió directamente de cuadros de la UCD, es más: se enfrentó a ella en las primeras elecciones a Cabildo de 1979.
El ejemplo que nos da la AHI es el clásico de los partidos insularistas de Canarias, y en ello coinciden tanto ASG, AM, como ATI: existen y funcionan por estructurar un consenso insular culturalmente hegemónico en contraposición a simplemente que el poder lo tuviera un partido de otra isla. Lo que une a los partidos insularistas no es tener la misma ideología, si no formarse en cada isla entorno a lo que mayoritariamente emana políticamente de cada territorio, canalizando demandas concretas, que desde una perspectiva ideológica tradicional parecerían a priori contradictorias. Entender a la AHI, o a sus acólitos, en un marco tradicional es erróneo, y no nos llevará a hacernos una idea de lo que tenemos delante, por eso está instalado en el imaginario colectivo que “no tienen ideología”. La ausencia de un conflicto político muy acusado, y la naturalidad de unas élites insulares muy marcadas facilita la existencia de estos partidos, a los cuales les ha sido relativamente sencillo hacerse valedores del sentir mayoritario del pueblo, haciendo valer una propuesta política muy cómoda, en el centro de los dos grandes partidos que han gobernado España, cogiendo lo mejor de cada casa y buscando acuerdos amplios capaces de tejer sinergias con propios y entraños.
Plantear en primer plano la identidad insular es un recurso muy goloso para los partidos políticos exclusivamente canarios, donde paradójicamente acaban siendo más pro-archipielágicos los partidos estatales que únicamente se presentan en las Islas.
Cuando entro en la idea del consenso insular, remarco que se trata de exacerbar al isleño tal como se ve a si mismo, en este sentido, la mayoría de los tinerfeños normalmente se han colocado en el centro o centro-derecha o la mayoría de los gomeros en el socialismo; lo cual no ha sido un obstáculo para que ASG y CC tengan los mismos objetivos políticos.
Es muy probable que gran parte de los habitantes de El Hierro no se sintieran muy interpelados por lo que entendían como “política” hasta la llegada de la Agrupación Herreña Independiente, más que nada porque los grandes debates que se daban entorno a la izquierda y la derecha no tocaban mucho de los problemas de la isla en el año 78, donde existía un verdadero déficit en la proporcionalidad del reparto de recursos respecto de las islas capitalinas.
La configuración del sistema electoral canario, da a las islas no capitalinas un margen bastante amplio para sus partidos políticos, que tradicionalmente han basado su idiosincrasia en la defensa de “los intereses de la isla respecto a las otras”.
De siempre he pensado que lo que llaman nacionalismo en Canarias es insularismo, y es que o bien no son nacionalistas o bien el nacionalismo en Canarias es insularista. Hoy esto lo vemos en Gran Canaria, donde por primera vez en mucho tiempo el nacionalismo de izquierdas a llegado al poder en el gobierno insular, basando en gran medida sus límites en torno a defender lo que han construido como “los intereses de Gran Canaria”. Es difícil ser nacionalista en una isla.
Creo que no son nacionalistas. Son emprendedores políticos que utilizan lo que les puede hacer llegar al poder para lograrlo, no tiene más. En su momento fue una suerte de identidad insular, y hoy puede ser otra cosa. La vaguedad de las ideas políticas en Canarias ha sido tan amplia que un partido por el mero hecho de ser exclusivamente canario ha podido equipararse al PNV o Convergencia i Unio con la tranquilidad que le han permitido los bolsillos de los periodistas de las Islas. No niego que haya gente en Canarias que quiera que nuestro Archipiélago sea una nación, pero ni por asomo es más del 10-15 por ciento de la población. En las Islas Canarias ha existido de un tiempo a esta parte un tremendo amor por la tierra de uno, ya sea a modo de complejo de inferioridad o de complejo de superioridad respecto a otra isla: estos emprendedores políticos se dieron cuenta de ello y canalizaron esa identidad a través de formaciones políticas como la AHI o ATI. Insisto, en los Archipiélagos las ideas relativas al nacionalismo no suelen tener mucha capacidad de generar mayorías, y mucho menos en un archipiélago como el canario, sumamente globalizado y ocioso. A su vez tampoco tienen mucha capacidad las propuestas ideológicas, primando sobre estas dos las que son de tipo identitario.
Así, han triunfado en Canarias propuestas políticas ambiguas, incluyentes, basadas en “soy el pueblo, y soy de aquí”, véase la Coalición Canaria de los 2000 o la primera versión de Podemos; verdaderamente dirigido a parecerse la gente y no a subir El Teide con una mochila llena de piedras para transformarlo desde las instituciones.
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